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Arquitectura y edificación sostenible

El encalado en la arquitectura popular: pintar de blanco contra el calor

La cal absorbe CO2 en su proceso de fraguado, transformándose en una especie de "trampa de carbono"

Albaicín de Campo de Criptana / Elena Rosa
Albaicín de Campo de Criptana / Elena Rosa
J.M. Beldad / CIUDAD REAL
El encalado es una técnica tradicional utilizada para recubrir las superficies de muros, fachadas y edificaciones con una capa de cal. Esta técnica es una práctica común en La Mancha. El encalado se ha empleado históricamente con diversos propósitos, como proteger las estructuras de los elementos climáticos, mejorar la estética de los edificios y refrescarlos. En la actualidad, nuevas investigaciones apuntan a la mejora e innovación de métodos que vuelvan blancas las ciudades para luchar contra el calor

En los rincones de eso que ahora llamamos la ‘España vaciada’, donde el sol besa con fervor las llanuras y las montañas custodian siglos de historia, emerge una antigua técnica que ahora cobra un nuevo significado en la lucha contra el cambio climático: el encalado de paredes. Con un origen que se remonta a épocas ancestrales, esta antigua práctica, que ha permanecido en las sombras por generaciones y que bebe de la arquitectura popular, se sigue manteniendo en muchos pueblos, tanto por razones de conservación, como de estética.

El encalado en la arquitectura popular
Fachada encalada de la Venta de Borondo / Lanza

Las fachadas blancas de los edificios rurales, monasterios centenarios y viviendas humildes se alzan como testigos de una tradición profundamente arraigada en la idiosincrasia española y concretamente en la manchega y andaluza. Sin embargo, no es solo una cuestión estética o cultural, sino un recurso de sabiduría climática transmitido de generación en generación. La elección de recubrir las superficies con una capa de cal, tan sencillo como útil, puede verse reforzada en la arquitectura ecológica y sostenible. En ese blanco de las ciudades más calurosas del mundo, han encontrado algunos el principio de investigaciones científicas que buscan teñir de blanco nuestras ciudades, cada vez más hostiles para el individuo.

Las raíces ecológicas del encalado emanan de la tierra, ya que la cal, obtenida de manera natural, es un compuesto de baja huella de carbono, lo que disminuye significativamente la emisión de gases perjudiciales en su proceso de elaboración. Además, la cal absorbe CO2 en su proceso de fraguado, transformándose en una especie de «trampa de carbono» inesperada. La técnica del encalado se ve revitalizada por una nueva comprensión de su rol en el ecosistema.

El encalado la arquitectura popular
Una fachada encalada en Terrinches / Lanza

El empleo de la cal en la construcción tiene sus raíces en la época romana. No obstante, su uso se hizo especialmente prominente durante el periodo musulmán y el estilo barroco, a menudo teñida de variados colores. Sin embargo, se consideraba un recurso costoso y, por lo tanto, se reservaba para aplicaciones en interiores, así como para detalles como jambas y zócalos. Fue en el siglo XIX, con la difusión de las ideas sobre desinfección, que la cal empezó a ganar aceptación en la sociedad del sur de España. Los pueblos adoptaron un aspecto más blanco en sus exteriores, marcando así el apogeo de la utilización de la cal en la construcción.

La cal es, además, un producto natural que exige muy poco procesado para su utilización, por lo que resulta un material muy ecológico. Como pequeño inconveniente cabe remarcar que requiere de un cierto mantenimiento periódico. Y de ahí se puede entender por qué vuelve a utilizarse el encalado, o por qué se buscan pinturas blancas que se asemejen. Sostenibilidad y eficiencia que han estado presentes en zonas como La Mancha desde hace siglos.

Por cierto, en La Mancha no se dice encalar, casi siempre se habla de jalbegar o enjalbegar, que según la RAE es «blanquear las paredes con cal, yeso o tierra blanca».

Encalar para mantener

El encalado en la arquitectura popular
Encalado de la Venta de Borondo / Lanza

Cabe destacar que encalar paredes también resulta muy importante para el mantenimiento de edificaciones antiguas. Así se puede comprobar en la Venta de Borondo, en el término municipal de Daimiel. David Cejudo, presidente de la Asociación que se encarga de luchar por la conservación de este Bien de Interés Cultural (BIC), señala que ellos han hecho dos encalados en la Venta: 2017 y 2019. Con el encalado, buscaban estabilizar los muros, limpiar y embellecer.

Este último ya se ha quedado “anticuado”, y ahora que pertenece al Ayuntamiento, “serán ellos los que fijen los próximos encalados”. El proceso se hizo con cal viva que se apagó con agua. Se dejó reposar un día y luego se pintó. Al ser tantos metros, en este caso lo hicieron con máquina y pistola, aunque el encalado verdaderamente tradicional se ha hecho siempre con brocha.

“La arquitectura tradicional y popular siempre ha sido muy efectiva”

El estudio del arquitecto ciudarrealeño Federico Pérez Parada fue el encargado de rehabilitar el Palacio de los Marqueses de Torremejía, en Almagro. Una labor que terminó hace cinco meses. “La arquitectura tradicional y popular siempre ha sido muy eficaz”, asegura Pérez Parada. El Palacio tiene la fachada encalada “por embellecimiento y por conservación, y por mantener la fidelidad a su estado original”.

Para el arquitecto, en la zona manchega se encalaba por dos motivos: “Refrescar las casas y salubridad e higiene”. Además, destaca la importancia que ha tenido en las edificaciones a lo largo de la historia “construir con lo que había en las proximidades”, algo muy importante para él incluso en la actualidad, y para ello pone el ejemplo contrario del norte de España: “Allí se ve pizarra porque es lo que había, aquí no tiene sentido ver un techo de ese material”. 

El encalado en la arquitectura popular
Pintura a la cal en el interior del Palacio de los Marqueses de Torremejía / J. Jurado

Otro de los arquitectos más conocidos de la capital ciudarrealeña, Diego Peris, hace hincapié en la importancia del encalado en “la composición de los muros con estructuras de tierras o adobe con importantes espesores”. Respecto al uso de morteros de cal cree que introduce “un nuevo concepto”. Peris asegura que son “materiales de origen natural, que tienen en su propia composición colores claros y que tienen una excelente conservación y mantenimiento”, lo que los hace una variante a tener muy en cuenta.

Estas técnicas se llaman SATE, sistemas de aislamiento térmico exterior, y colocan los aislamientos exteriores y un revestimiento de morteros minerales, habitualmente de colores claros. Según el arquitecto, con esto “se consiguen así unos buenos aislamientos por reflexión y también por transmisión”.

También comenta su relevancia en la arquitectura contemporánea, no sólo en la tradicional: “El portugués Álvaro Siza, Richard Meier, americano o Alberto Campo Baeza en España son arquitectos actuales que utilizan esto en sus proyectos”.  Peris asegura que “conjugando el aislamiento de emisividad con el aislamiento por conducción tenemos las mejores soluciones”.

El encalado forma parte de la arquitectura manchega / J.Jurado
Fachada del Palacio de los Marqueses de Torremejía en Almagro / J. Jurado

“Ahora se pinta más en blanco que antes”

Fernando García es el pintor del Ayuntamiento de Almagro desde hace una década y se dedica al mundo de la pintura desde hace casi veinte años. En la localidad, el encalado forma parte del paisaje. “Se pinta ahora más en blanco que antes”, asegura García, pero creo que aparte de sus beneficios contra el calor, también “son tendencias que van por temporadas”.

‘El Pintao’, como lo conocen en el pueblo, comenta que en “exteriores se suele pintar con revestimiento blanco, que ahora mismo es pintura plástica”. Del encalado, García señala que “se utiliza más en paredes de tierra que son viejas, como patios y corrales de los de antes”.

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Fernando García en labores de mantenimiento en la Plaza Mayor de Almagro / Ayuntamiento de Almagro

La pintura plástica se hace con una base al agua fácil de aplicar, no desprende olores y “cubre muy bien”, y su secado es por la evaporación del agua. El pintor añade que se compone de agua, cargas, pigmentos, resina y aditivos. Sin embargo, el encalado es cal, a veces cal viva, y “lleva una solución acuosa de carbonato cálcico”. Para García, “el objetivo del encalado es mejorar la luminosidad de los espacios y repeler la humedad, ya que es más transpirable”.

“El encalado es bello porque se conjugan identidad, tradición y raíces”

Paloma Carmen Castillo, doctoranda en Historia del Arte en la Universidad de Sevilla, comenta que a pesar del auge de las pinturas blancas “no se pinta en esta tonalidad todo lo que se debería dadas las circunstancias”. Asimismo, añade que se siguen viendo “elementos arquitectónicos oscuros en zonas del sur de España que se contraponen a la utilidad según nuestro clima”.

Desde un punto de vista estético, cree que en el encalado “se conjugan identidad, tradición, raíces, y casi una suerte de herencia de generaciones pasadas, algo imperfecto, pero luminoso, que quizás muestra la belleza de lo natural”. Además, nos recuerda una las connotaciones más importantes del color blanco: “el blanco significa pureza y, a su vez, la transmite, lo que nos hace sentir a quienes nos rodeamos de ese color en un estado de calma”.

El encalado en la arquitectura popular
Molinos de viento encalados en Campo de Criptana / J. Jurado

Y ahí, conjugando lo estético y lo sostenible, Castillo reconoce que “en España se sigue apostando por una arquitectura más barata y menos sostenible, siguiendo un estilo global que además de no guardar ninguna identidad con nuestras tradiciones y formas de vida, tampoco se encuentra adaptada al clima de la zona de la mancha o sur de España”. Con su mirada instruida en la Historia del Arte, Castillo comenta que “al ojo le transmite más paz y armonía un entorno de casas blancas que un lugar donde los edificios se pintan cada uno de un color distinto sin seguir ningún patrón”.

José Luis León, arquitecto del estudio Bernalte-León y jefe del departamento de Diseño de interiores en la Escuela de Arte y Superior de Diseño ‘Pedro Almodóvar’ de Ciudad Real, cree que la “arquitectura siempre ha respondido al clima”, pero que en aras de la modernidad “ha habido unos años en los que hemos creído que todo vale”. E intuye que esto ha sido así porque “si hace calor pones una máquina de aire acondicionado y listo”.

El encalado en la arquitectura popular
Fachadas encaladas en Campo de Criptana / Elena Rosa

Si a León se le pregunta sobre una posible regresión a técnicas más tradicionales y materiales más acorde a las zonas y al clima, lo tiene claro: “Desde el punto de vista actual hay que plantearse cómo mejorar y hacer más fáciles esas técnicas que ya tenían en cuenta muchos factores más allá del estético”.  De cara a los nuevos tiempos que vienen, marcados por el cambio climático y en una constante búsqueda de la sostenibilidad y la eficiencia energética, León aventura que el “diseño pasivo será fundamental”.

El diseño pasivo se refiere a un enfoque que busca maximizar la eficiencia energética de un edificio aprovechando las características naturales del entorno y utilizando estrategias de diseño que requieren una cantidad mínima de sistemas mecánicos o electrónicos para la calefacción, refrigeración, iluminación y ventilación.

Para León, este auge de las formas tradicionales se puede deber a “una reacción ante el exceso de artificialidad que se ve en la sociedad de consumo”.  El arquitecto se pregunta si será posible conjugar “un capitalismo salvaje y un individuo hedonista con la sostenibilidad y la eficiencia energética”. Asimismo, como sus compañeros, valora la arquitectura popular: “No es sólo la reminiscencia estética del matiz de pureza o de luminosidad del blanco, hay otras cuestiones como la reflexión solar, la orientación o el aislamiento”.

“En casa encalaba mi madre”

Fernando Jiménez , jubilado de 78 años, residente en Ciudad Real, recuerda el encalado en su casa de un pequeño pueblo de la sierra jienense: “Casi todas las casas estaban encaladas, sobre todo por salubridad”. Si Jiménez cierra los ojos, dice que ve a su madre “con los pantalones remangados, un pañuelo en la cabeza y la brocha”.

Él asegura que en las casas encalaban o jalbegaban las mujeres: “Eran ellas las que se daban cuenta de cuando hacía falta darle otra mano de cal”. Y se acuerda del proceso, en el que su madre echaba la cal viva en un barreño y la apagaba con agua.

El encalado en la arquitectura popular
El encalado en la Plaza Mayor de Almagro / Elena Rosa

Jiménez cree que en aquella época se le daba prioridad a la salubridad en las casas “porque te podías morir de casi cualquier cosa”, y en los recuerdos de su infancia hay cal, zotal y aguarrás. Comenta entre risas que cuando se encalaba otra vez “todos teníamos una sensación de renovación, de vivir en una casa nueva”.

Para este jubilado, las casas de su infancia son casi todas blancas, imperfectas, con una cortina en la puerta. Y en primavera su madre decía: «A jalbegar». Porque el encalado es, por supuesto, identidad.

Del encalado a la pintura ‘ultra blanca’

Recientemente, el New York Times publicaba un extenso reportaje sobre el trabajo del Dr. Xiulin Ruan, un profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Purdue. El Dr. Ruan y su equipo han desarrollado un tipo de pintura blanca -basada en el sulfato de bario- que tiene propiedades excepcionales para combatir el cambio climático y el calentamiento global. Además, el coste del sulfato de bario puede rondar los 50 € por kilogramo, lo cual disminuiría notablemente el coste final de la pintura.

En 2020, el Dr. Ruan y su equipo presentaron este compuesto, que actúa como un reflector, desviando el 95% de los rayos del sol lejos de la superficie terrestre, hacia la atmósfera y finalmente hacia el espacio profundo. Posteriormente, lograron una formulación aún más efectiva que refleja el 98% de la luz solar.

Esta pintura tiene propiedades notables. Puede reducir la temperatura de las superficies en hasta 8 grados Fahrenheit durante el día y hasta 19 grados más fresco por la noche. Esto disminuye las necesidades de aire acondicionado en edificios en un 40%. Además, la pintura se siente fría al tacto incluso bajo el sol abrasador.

Lo más importante es que esta pintura es eficiente energéticamente hablando, ya que no requiere energía para funcionar, a diferencia de los acondicionadores de aire. Además, no calienta el aire circundante, lo que puede contribuir a reducir la emisión de calor en las áreas urbanas.

En 2021, esta pintura fue declarada como la más blanca del mundo por Guinness World Records. Aunque se ideó inicialmente para techos, ha atraído el interés de fabricantes de ropa, calzado, automóviles, camiones e incluso naves espaciales.

La pintura ‘ultra blanca’ del Dr. Ruan aún no está lista para su uso comercial y ya se está trabajando en aumentar su durabilidad y resistencia a la suciedad. Además, el equipo está desarrollando versiones de pintura de colores basadas en esta tecnología ultra blanca.

Asimismo, este proceso se enmarca en los esfuerzos para desarrollar materiales reflectantes que puedan ayudar a enfriar la Tierra pasivamente. La idea detrás de esto es reflejar el calor hacia el espacio profundo, lo que podría contribuir a frenar el calentamiento global. A pesar de sus beneficios, hay preocupaciones sobre los materiales utilizados en la pintura y su impacto ambiental.

Las pinturas sobre otras superficies pueden ser soluciones parciales en determinados casos y se aplican sobre soportes diversos: hormigones, materiales metálicos… Hay que considerar no sólo la mejora de la emisividad que consiguen, sino también las características del material usado por sus componentes y posibilidades de contaminación. Es un tema importante en la solución planteada con sulfato de bario o con las tradicionales de titanio.

El ITQUIMA y los materiales de construcción avanzados

Manuel Salvador Carmona, catedrático de Ingeniería Química y director del Instituto de Tecnología Química y Ambiental (ITQUIMA) de la Universidad de Castilla-La Mancha en el Campus de Ciudad Real, asegura que se están llevando a cabo investigaciones para el desarrollo de microcápsulas conteniendo materiales de cambio de fase (PCMs) y materiales de construcción con un coste máximo de 5 €/kg.

En el ITQUIMA se han producido y testado espumas de poliuretano, yesos y hormigones con capacidades de almacenamiento energético que pueden alcanzar los 5 kWh/m3. Estos materiales absorben, acumulan y liberan energía.

El encalado en la arquitectura popular
Manuel Salvador Carmona, director del ITQUIMA / UCLM

Carmona señala que “puede decirse y sin temor a equivocarse, que el empleo de este tipo de tecnologías será crucial para alcanzar los retos de la sociedad en busca de una edificación sostenible y disminuir así el impacto del consumo energético en edificios sobre el calentamiento global”.

El director del ITQUIMA cree que este es el camino para “reducir la demanda energética de los edificios”, que se corresponde con un 40% de la demanda total europea y que contribuye con un 36% de las emisiones de CO2.

No obstante, la solución de esta pintura ‘ultra blanca’ se ve como una medida a corto plazo para mitigar los peores efectos del cambio climático, pero no como una solución a largo plazo, donde sí se encuadran las relativas al medio ambiente.

La arquitectura sostenible vive de las enseñanzas del pasado

La contribución de la arquitectura a la sostenibilidad requiere explorar las enseñanzas del pasado y aplicarlas de manera adecuada en la era actual. Por este motivo, el resurgimiento del estuco o revestimiento de cal se basa en gran medida en la búsqueda de una estética más significativa y consciente del medio ambiente y del entorno y, sobre todo, en su resistencia a partir de diversos materiales.

Los beneficios del empleo de mortero de cal en la actualidad son notables. En primer lugar, el estuco se revela como un material ignífugo y radiante, con propiedades asépticas debido a su elevado ph y alta alcalinidad. A diferencia de otros materiales como el cemento, que fragua en 28 días, la cal puede tardar hasta 200 años en carbonatarse, purificando el aire sin emitir dióxido de carbono, ya que el estuco lo absorbe. Esto explica por qué se ha convertido en un material muy valorado en la bioconstrucción contemporánea.

El encalado en la arquitectura popular
El pueblo blanco, Alcalá del Júcar / D. Peris

Lo que sí se puede sostener es que la arquitectura popular, basada en la prueba-error y en la experiencia empírica, ya demostró hace cientos de años que encalar una pared, además de bonito, presentaba batalla al calor. Y eso, ahora, en estos tiempos, es prácticamente innegociable.

Y así es como se ha pasado del encalado de tiempos inmemoriales a la pintura ‘ultra blanca’, con un mismo objetivo: enfriar edificios. Sólo queda cuestionarse, si la técnica milenaria del encalado volverá a ponerse de moda, de cara a reducir el impacto en la lucha contra el cambio climático o si, por el contrario, se optará por pinturas plásticas.

*En memoria de Conchi Sánchez, que fue la que me pasó el reportaje del NY Times y me encargó escribir algo. Va por ti.

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