Pintaba fea la mañana de este sábado con tormentas surcando un cielo opacado por las nubes, jarreando a ratos sobre Ciudad Real bajo la BSO de unos truenos que bramaban a lo lejos. Durante gran parte del día no ha dejado de lloviznar, y muchos que desde hace semanas tenían entradas para este I Royal Indie Fest, no paraban de mirar al cielo, sospechando que la cancelación era una de esas cartas en una barajada de posibilidades que deseaban la música y la fiesta.

Y ha habido música indie y de la buena. Pese a las inclemencias, la Plaza de Toros de Ciudad Real ha vuelto a abrir sus puertas, presumiendo de sus nuevas instalaciones, ávidas de éxitos, de días memorables y de gente dispuesta a dejar en ese rincón de la capital, algunos de sus mejores recuerdos que hoy se han talado a base de guitarras e himnos de esta nueva ‘Generación Resiliencia‘, que hoy de nuevo estaba preparada para adaptarse a la adversidad, a la que tan acostumbrados están y sin importarles nada, porque la vida es lo que pasa mientras te quejas.
Sobre las 19:00 de la tarde, un poco más tarde de lo previsto al haberse retrasado las pruebas de sonido vespertinas, y pese a una agenda repleta de eventos en la localidad, centenares de personas hacían cola para ser de los primeros en entrar y ‘pillar sitio’ y así disfrutar de los conciertos desde la primera fila. Quizás tenía que ver con eso de pisar el albero y buscar encarar el éxito desde cerca, que es como se consiguen cuando se torea natural.

Cerca de las 20:00, empezó a sonar la música. Primero la de Edu Satura, un clásico de los escenarios locales, cuya historia es imborrable y que hoy volvió a reencontrarse con los suyos. Sonaron sus temas más reconocibles, entre alguno que puso de estreno, calentando un ambiente que pedía jarana -y cerveza-, dos aliados inseparables en cualquier festival que se tercie y que hoy obligó a hacer tiempo.

Una hora después, ha tomado el testigo Veintiuno, uno de esos grupos incipientes que ya saben lo que es acariciar el éxito, siendo uno de esos nombres que hoy día no se cae de ninguno de los carteles importantes. Su música vendió ‘Dopamina’, entre los ‘Escalofríos’ que siempre provoca ‘La vida moderna’. Sus letras fueron virando rápido, como una lista de reproducción sin frenos, a la que sacaron hueco para saludar y decir aquello de “nos vemos pronto, hasta siempre”, con un público rendido a su música y con ganas de una nueva cita porque los siente casi como propios.
Los toledanos han coronando su paso por el escenario con tres temazos que han conducido a los presentes por un rumbo emocional de contrabajos y que han adelantado la irrupción al escenario de Viva Suecia, con los que han compartido cierre de actuación.

Sexy Zebras y Viva Suecia ponen el broche de oro al Royal Indie Fest
Después de casi dos horas espectaculares de concierto, donde incluso el dj de la velado ha estado de diez, ha tomado el punto y seguido Sexy Zebras, dejando atrás las ‘Tonterías’, para dar ‘Jaleo’ hasta despedir un ‘Atardecer Galáctico’ donde sólo sobraron algunas nubes con sabor a tormenta, que sobrevolaban como espada de Damocles.
Las casi tres mil personas que se han dado cita en la Plaza de Toros de Ciudad Real no han parado de bailar bajo las premisas de las candentes guitarras de ruido Stoniano de los Zebras, que desde el primer acorde han bordado lo sublime, metiéndose al público en el bolsillo con una puesta en escena de las que no se olvidan y que obligan a afirmar a quienes no los conoce aquello de «qué bien suenan estos tíos«, situándolos como apuesta segura cuando figura su nombre en un cartel de concierto.
A la primera noche de Royal Indie, sólo le faltaba el broche de ‘Viva Suecia’, uno de los mejores grupos del momento, que no han defraudado, imponiéndose a los presagios para soltar su repertorio de himnos que han obligado a la afonía a todos los presentes, que han terminado con los brazos echados por encima del hombro, saltando juntos, disparando algún que otro selfie, que suelen ser resumen de todo cuanto componen las grandes noches.

Pese a todo, pese a las nubes negras derretidas con las horas, pese al retraso en los horarios, la música se ha vuelto a imponer ‘Al Mal’, porque un concierto siempre es ‘Bien’, sobre todo, cuando se vive rodeado de amigos dispuestos a morir hasta el día siguiente.
A la noche sólo le ha faltado el pañuelo blanco que son ‘La voz del presidente’ asomando por la balconada en las tardes de faena y que hoy era de sombra oscura. El lienzo inmaculado hubiese permitido una vuelta al ruedo que se hubiera aplaudido con tronío por congregados, que sin duda se han marchado bendiciendo un festival indie que ha venido para quedarse.
Ahora, sólo faltará hacer números, hacer balance y buscar fecha en el calendario del próximo año para convertir a Ciudad Real en la capital del indie por un rato.
