Está todo inmóvil, carente de actividad, como se si se hibernara pero en una recién estrenada primavera, aunque haga un frío que pela. Si no fuera por las luces tras las cortinas de algunas ventanas parecería que la calle Ciruela, como prácticamente toda la ciudad, está deshabitada. Hasta que llegan las ocho, se alzan las persianas, se corren cortinas, se abren ventanas y muchos avisan con sus palmas a otros vecinos de que es el momento de aplaudir a los sanitarios que están luchando contra un virus que ha dejado a la sociedad en estado de shock.
Se trata de un estallido de vida, breve, de apenas unos minutos, en el que se reencuentra el vecindario que aguarda en casa a que pase esta pandemia. A terrazas, balcones y ventanas acuden bastantes ciudadanos cada día para mostrar su reconocimiento a los profesionales que no pueden parar de trabajar ya que su labor es vital para acabar cuanto antes con esta inquietante alarma sanitaria.
En la calle Ciruela, resonó este viernes ‘¡Qué viva España!’, de Manolo Escobar, tarareado y acompañado con palmas por cada uno desde su ventana, y se lanzaron vítores a los sanitarios y el comportamiento de los ciudarrealeños que están actuando de manera solidaria y responsable para evitar al máximo nuevos contagios.
También los residentes de la calle Tinte, en el tramo entre Ciruela y el hotel Santa Cecilia, participan cada jornada en este efusivo aplauso de las ocho recién entrada la noche, alentado por las canciones que uno de sus vecinos pone cada día y difunde con bafles desde su ventana.