Francisco J. Otero
Ciudad Real
El lunes 4 de julio, la Comisión Europea exigía a siete clubes españoles de fútbol que devolvieran “las ayudas públicas ilegales” que habían recibido. No se trataba de poca cosa, sino de cantidades millonarias concedidas a algunas de la entidades más importantes de España: Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao, Osasuna, Valencia, Hércules y Elche. En el caso del Madrid, la cantidad exigida son 8,4 millones de euros por la cesión de terrenos entre el Real Madrid y el Ayuntamiento de Madrid más alrededor de otros cinco por privilegios fiscales. Los clubes valencianos percibieron entre 20,4 millones (Valencia) y 3,7 (Elche) en avales del Instituto Valenciano de Finanzas que ahora reclama la Unión Europea (UE).
Esta exigencia es posible porque hace ahora 30 años, el 1 de enero de 1986, se producía la entrada efectiva de España en la UE, con la cesión de soberanía que ello implica. Desde entonces, muchas cosas han cambiado en España, como demuestra el caso de las ayudas públicas o el de la ley Bosman. El marco legal en el que se mueve el deporte ha variado sustancialmente, lo que ha terminado por afectar a todos los ámbitos, incluido, claro, el provincial, aunque este en menor medida, porque de momento, más por cuestiones prácticas que por otro motivo, la Comisión no ha entrado a valorar las ayudas municipales en categorías como la Tercera División, sobre las que habría mucho que discutir. La legalidad de estas ayudas, por las que claman todos los clubes, depende mucho de la categoría del club, ya que la UE favorece que se concedan para el fomento del deporte base, pero las prohíbe, con excepciones muy contadas, para el profesional.
Legislación
La capacidad para generar legislación de la UE es apabullante. En el caso del deporte, los hitos más destacados son El libro blanco del deporte (2007), la Comunicación de la Comisión sobre el Desarrollo de la dimensión europea del deporte (2011) y un Reglamento General de exención por categoría de ayudas de Estado (2014). Hasta la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la competencia de la UE en materia deportiva era una cuestión controvertida, pero a partir de ese momento queda clara, pues está reconocida en el artículo 6, mientras que el 165 apela a una dimensión europea del deporte, reconoce su especificidad y su función social.
Hay que entender que en la génesis de la UE se encuentran las medidas liberalizadoras, al menos en la mayoría de los ámbitos, que no en el caso, por ejemplo, de la Agricultura. Así que el impacto de la anhelada entrada va en esa dirección. La UE se erige como aval de la competencia y garantiza la libre circulación, vamos que pretende que el Real Madrid juegue con las mismas reglas, financieras y económicas, que el Bayern o el City, además de garantizar que cualquier jugador perteneciente a su espacio pueda ejercer su profesión si tiene un contrato, independientemente del país en el que lo haga.
Ley Bosman
Este último aspecto se solventó hace ya tiempo gracias a Bosman, un desconocido jugador belga, que jugaba en el RFC Lieja e interpuso una demanda para que declarara nulo el reglamento de la UEFA que fijaba primas entre los clubes por el traspaso de futbolistas. Su argumento es que esas primas violaban la libre circulación de trabajadores dentro de la Comunidad Económica Europea. La sentencia del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea se produjo el 15 de diciembre de 1995 y en ella se afirmaba que la limitación de jugadores nacional en detrimento de los comunitarios era ilegal.
Bosman cambió por completo el fútbol europeo y el deporte en general. También el español, donde regían derechos de formación, ya abolido aquel derecho de retención tan esperpéntico, y solo se permitía la presencia de dos jugadores no españoles. A partir de ese momento, los jugadores de fútbol profesional empezaron a ser considerados trabajadores. El cambio tuvo sus luces y sus sombras. El fútbol, no solo por la ley, pero impulsado por ella, puso por encima de cualquier otra consideración la económica. Los clubes modestos, con un mercado más amplio, se las prometían muy felices, pero fueron los grandes los que consiguieron acumular más talento, haciendo casi imposible la competencia con ellos, ya que el talento acabó concentrándose donde más pagaban, sin restricciones de nacionalidades como antes. En el 95, el Ajax ganó la Liga de Campeones al Milán (1-0) con Kluivert, Davids, Reiziger y Bogarde. Se fueron todos. El ex capitán del Ajax Frank Arnesen lo lamentó: “Tras la Ley Bosman, los países ricos simplemente vienen y se llevan a los jugadores». Según los datos que se pueden consultar en el artículo “Jugadores extranjeros, en constante expansión”, de José Antonio Ortega Ruiz, publicado en Cihefe, el porcentaje de extranjeros en la liga española de fútbol pasó de una media del 22.5 en el periodo 1973-1995, a representar en el lapso que va de 1996 a la actualidad el 44,69%.
Los jugadores circulaban libremente dentro de las fronteras europeas. Ciertamente, muchos llegaron a los equipos españoles, pero es que los futbolistas hispanos, entre los que salir a jugar al extranjero era una excentricidad, se convirtieron en viajeros impenitentes. Entre ellos, hubo y hay, algunos ciudarrealeños. Así, recientemente tenemos el caso del jugador de Brazatortas Fernando Usero, que se ha hecho un hueco en el fútbol griego. Su última aventura es el Atromitos, pero antes militó en cuatro temporadas y media en el Asteras. Otro jugador que probó la aventura europea, con peor sabor de boca, fue el daimieleño Carlos García, que jugó en el Concordia, donde llegó de la mano de un paisano, el entrenador Tato Giménez.
Balonmano
Pero no todo es fútbol. Y menos en una provincia como la nuestra, en la que el deporte rey se mantiene en categorías de aficionados, en las que no rige la legislación destinada a los profesionales, es decir, que en la mayoría de los equipos de Tercera no hay contratos y los jugadores no son considerados trabajadores. Al menos por el momento, porque la intención del Consejo Superior de Deportes (CSD) es la de que esa situación cambie. El caso es que nuestros emigrantes son, sobre todo, jugadores de balonmano.
La situación en otros deportes no es exactamente la misma que en el fútbol. Tanta la Asobal como, por ejemplo, la ACB tenían normas propias, que en ocasiones iban en contra de la lógica europea. La Comisión ya advirtió a la segunda. Las normas en el balonmano han variado hasta adecuarse a la legislación europea y la pasada temporada ya hablaba siempre de jugadores “nacionales o comunitarios”. No era así en la mejor época del BM Ciudad Real, cuando los jugadores extranjeros estaban limitados por ser o no seleccionables. Así, Torsten Laen, Hjermind, Dinard o Abalo ocupaban una de esas plazas, hasta el punto de que Hjermind tuvo que abandonar el equipo mediada una temporada porque no llegaron a tiempo las nacionalizaciones de Rutenka y Sterbik. En dirección contraria han sido muchos los nuestros que han viajado a Europa, ahora que el viento del balonmano sopla más en otros lugares. Empezando por las chicas, Mercedes Castellanos, ahora en el Zuazo, jugó tres temporadas en el Havre francés. Nuestra principal figura, Macarena Aguilar, dejó el recordado Itxaco para jugar primero en el Randers danés, luego en el Gyor húngaro para recalar finalmente en el Siofok de la misma liga. El bolañego Javi García coincidió en Nantes con Alberto Entrerríos. Juanjo Fernández también cruzó los Pirineos para formar parte del Nimes. Nacho Plaza, uno de los pivotes con más futuro del balonmano español, está jugando en Berlín, en el Fusche, donde viajó junto a Rolando Urios junior.
Artículo 165
La Unión Europea ha cambiado a España, incluido el deporte. El artículo 165 del Tratado de Lisboa afirma que la acción de la Unión se encaminará a “desarrollar la dimensión europea del deporte, promoviendo la equidad y la apertura de las competiciones deportivas y la cooperación entre los organismos responsables del deporte, y protegiendo la integridad física y moral de los deportistas, especialmente de los más jóvenes”.
Desde esas líneas de actuación, la Unión Europea está llevando a cabo labores de vigilancia para garantizar la igualdad en la competencia entre los clubes de los diferentes países del espacio común. El deporte ciudarrealeño se ha visto afectado en cierta medida, pero no en toda su dimensión, especialmente porque el deporte provincial no está, en general, en un nivel profesional.
Deporte base
En lo que sí ha mejorado el deporte provincial con la entrada en la UE es con las infraestructuras deportivas.
El fomento del deporte base es uno de los objetivos comunitario, ya que “además de mejorar la salud de los ciudadanos europeos, tiene una dimensión educativa y desempeña un papel social, cultural y recreativo”, como puede leerse en el Libro Blanco del Deporte de la Unión Europea.
Como región con un PIB por debajo de la media, en las medidas de convergencia, Castilla-La Mancha ha estado recibiendo bastantes fondos europeos, algunos de los cuales han ido a la construción de infraestructuras deportivas, un panorama que ha variado en gran medida desde la entrada de España en la UE. o
El Brexit, en la boca de todos
La salida del Reino Unido de la Unión Europea está en estos momentos en boca de todos, también en el ámbito deportivo. No en vano, la Premier League es el principal destino de muchos de los mejores futbolistas.
Con la legislación actual, casi 200 jugadores se quedarían fuera de la Premier. No quiere decir que vaya a ocurrir, porque la salida del Reino Unido tendrá lugar como muy pronto dentro de dos años y para entonces habrá habido, seguro, cambios en la normativa. Y, además, la legislación para obtener el permiso de trabajo, que es el caballo de batalla de la salida, se aplicaría solo a los nuevos, no a los que ya lo tienen.
En estos momentos, las cinco naciones comunitarias más representadas en la Premier son, por este orden: Irlanda, Francia, España, Bélgica y Holanda.
Por supuesto, los problemas también irían en sentido contrario, ya que los jugadores británicos pasarían a ser extracomunitarios. Sería el caso, por ejemplo, de Gareth Bale en el Real Madrid.
Lo cierto es que los análisis que han llenado las páginas de los periódicos son hipótesis, porque no se conoce el marco jurídico en el que se moverán jugadores y clubes cuando la ruptura tenga lugar.
Otro factor que hay que tener en cuenta es el de los aficionados británicos, que no podrán seguir tan libremente como hasta ahora a sus clubes fuera de sus fronteras.
ECONOMÍA
Un sector cada vez más importante
“El deporte puede contribuir de forma significativa al crecimiento económico, a la innovación y a la creación de empleo en Europa”, decía Tibor Navracsis, comisario de Educación, Cultura, Juventud y Deporte de la UE. Y es que las actividades deportivas generan en torno al 1,80% de la riqueza de la UE. En España, el dato es mayor, de cerca del 2,4%, aunque hay que andarse con pies de plomo con las cifras, porque los modelos económicos no han llegado aún a un consenso en la manera de medir este tipo de actividades ni sus efectos.
Además, el deporte ha sufrido en menor medida la crisis que otras actividades.
En cuanto al turismo, el golf y los deportes acuáticos contribuyen en gran medida a las decisiones de los turistas con mejores posibilidades económicas, que optan por un destino u otro.