Familiares de Santos Merino Serrano, natural de Carrión de Calatrava y fallecido en la prisión franquista de Valdenoceda (Burgos) en 1941, recogerán sus restos el sábado 14 de abril durante el acto anual que convoca la Asociación de Familias de Represaliados en la Prisión de Valdenoceda.
Según explica José María González, presidente de la Asociación, Santos Merino murió en la prisión el 2 de mayo de 1941, cuando contaba 45 años de edad. Había nacido el 1 de noviembre de 1895, era jornalero, estaba casado y tenía un hijo y cuatro hijas.
Fue detenido en junio de 1939. Acusado de “adhesión a la rebelión”, fue juzgado en consejo de guerra y condenado a 30 años de cárcel.
El próximo sábado, durante el acto que la Asociación convoca cada aniversario de la proclamación de la II República, la familia de Santos Merino podrá recuperar sus restos, 77 años después de su muerte, que según el parte médico de la prisión se debió a una anemia, aunque la mayoría de las muertes eran consecuencia de las extremas condiciones de vida que se daban en el penal: hambre, frío, falta de higiene…
En este acto, la Asociación también entregará los restos de otro de los fallecidos en la prisión, natural de Colmenar Viejo.
Santos Merino es solo uno de los 154 presos que murieron en el penal de Valdenoceda, clausurado en 1945. De esos 154 hombres, la Asociación ha podido exhumar a 114. De ellos, ya han sido identificados 65, de los que 28 eran originarios de la provincia de Ciudad Real.
En la cárcel de Valdenoceda había presos de toda España, pero eran mayoría los ciudarrealeños. Según el recuento realizado por González, 61 de los fallecidos eran naturales (55) o residentes (6) en la provincia.
Dificultades
José María González, residente en el País Vasco aunque originario de Torralba de Calatrava y nieto de otro de los fallecidos en la prisión, relata las grandes dificultades con las que la Asociación se topa para continuar su labor de identificación de los cadáveres.
Las dificultades son principalmente económicas, ya que son los miembros de la Asociación los que deben hacer frente a la mayor parte de los cuantiosos gastos que conllevan los trabajos de exhumación e identificación, que se realizan en un laboratorio.
También cuentan con algunas ayudas de particulares que atendieron a la campaña lanzada por la Asociación en Facebook.
En todo caso, se trata de una labor que requiere mucha perseverancia y que ya se remonta a más de veinte años, aunque los frutos del trabajo –la identificación de los fallecidos y la entrega de los restos a las familias— compensan el esfuerzo.
Se trata, según la Asociación, de “recuperar la memoria de aquellos que tanto sufrieron durante la posguerra” y de “avanzar en un proceso necesario que busca cerrar heridas que llevan décadas abiertas”.