Un riguroso y documentado análisis sobre toda la trayectoria artística, personal y social del artista solanero Gabriel García Maroto es lo que recoge la publicación ‘Gabriel García Maroto, un artista comprometido’, editado por Almud ediciones y que ha sido presentado este martes en el Museo de La Merced de Ciudad Real.
Su autor, Adolfo Díaz-Albo Chaparro ha sido el encargado de conducir esta presentación junto al editor Alfonso González-Calero y Luis Díaz-Cacho Campillo ha leído algunos poemas del protagonista de este libro.
El autor comenta que el impulso de realizar este libro vino de compartir con el protagonista de su obra pueblo de nacimiento, La Solana, y que desde que descubrió, a través de los familiares de Gabriel García Maroto, que en su pueblo había un personaje de esta talla le pareció fascinante y empezó “hace ya años a investigar”. En primer lugar (en 2019) el Ayuntamiento de La Solana le editó un sobre los hijos de este, que uno era poeta y otro pintor y decidió que tenía que escribir otro sobre el padre, que era la figura que más le atraía.

Polifacético y figura importante del movimiento cultural de principios del siglo XX
Define a Gabriel García Maroto como una persona “polifacética”, una figura importante del movimiento cultural de las primeras décadas del siglo XX, codeándose con las principales generaciones de la época, como son las del 98, la del 14 y la del 27. Destaca que el objetivo de su obra es reivindicar “a una figura importante pero desconocida”.
“Era vanguardia en si, deseando que el arte llegara al pueblo”, explica Díaz-Albo, ya que la mayor motivación de este artista era la democratización de la cultura y la renovación artística del país, dejando esta y otras ideas muy progresistas en un libro editado en 1927 y que se titulaba ‘La Nueva España’. Alguno de estos planteamientos llegaron a ponerse en práctica en la segunda república.

Sobre Gabriel García Maroto
Gabriel García Maroto (La Solana, 1889- México, 1969) desarrolló una enorme actividad como editor, impresor, pintor, ilustrador, fotógrafo, crítico de arte y escritor, que le llevó a relacionarse con los integrantes de la generación del 98, la generación del 14 y la del 27, entre ellos, Manuel Falla, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Gabriel Miró, Santiago Rusiñols, Daniel Vázquez Díaz, Juan Ramón Jiménez, Anglada Camarasa, José Ortega y Gasset, León Felipe o Federico García Lorca y al otro lado del Atlántico mantuvo amistad con la chilena Gabriel Mistral, Premio Novel de Literatura 1945, el escritor cubano Alejo Campentier, Premio Cervantes 1977, y con el presidente de la República de México, Lázaro Cárdenas.
Durante la guerra civil el gobierno de la República lo nombró subcomisario General de Propaganda y le encargó varias misiones diplomáticas en América. La victoria de Franco supuso el inicio de su largo exilio en México, donde falleció en 1969 sin haber podido regresar a su añorada España.
Pero su experiencia más honda, “su labor más humana” como él decía, se desarrolló en su actividad pedagógica al servicio de los sordomudos, creando en Madrid en 1934 el centro educativo ‘Imagen. La Casa-Escuela del Sordomudo’, tarea que luego siguió desempeñando en su exilio mexicano.