El Valle de Alcudia acoge a dos de las ganaderías que más han crecido en los últimos años de toda España, bajo dos hierros: Toros del Ojailén y Javier Gallego, que dan forma a dos encastes reconocibles entre los taurinos más exigentes: Domecq y Veragua.
Macarena Gallego es veterinaria de formación y ganadera por tradición familiar. Toda su vida ha estado ligada al mundo del toro, de hecho, junto a su hermano, forman parte de la cuarta generación que asumen lo que un día inició su bisabuelo. “El primer ganadero de la familia fue mi bisabuelo, Enrique García González, otro enamorado del encaste Veragua, uno de los que tenemos en casa”. Fue socio fundador de la Asociación de Ganaderías de Lidia y uno de esos aficionados que hizo de su amor a los toros su trabajo.
Macarena no llegó a conocerlo, sin embargo, los recuerdos de quienes sí lo hicieron hacen que en su vida permanezca como si lo hubiese hecho. “La gente que me habla de él, siempre dice lo mismo, que era una gran persona y un gran conocedor del mundo taurino”.
Cuando habla de su bisabuelo, Gallego se muestra convencida de que “estaría orgulloso de que mi padre y nosotros hayamos seguido con su legado. Mi padre ha cumplido 50 años como ganadero de bravo y sigue al pie del cañón y mi hermano y yo seguimos su sueño, su trabajo”.
Actualmente, la familia trabaja con dos ganaderías; diferentes encastes, el mismo mimo en su cuidado, con el objetivo de llegar a plazas importantes. “Poquito a poco, vamos consiguiendo pequeñas metas que nos vamos marcando. Mi padre siempre nos ha enseñado que hay que trabajar duro, hacer muchos sacrificios y, sobre todo, tener mucha humildad y ser buena persona y eso es lo que intentamos hacer, seguir su ejemplo y sus consejos”.
En esta finca silenciosa del Valle de Alcudia, en pleno corazón de Brazatortas, vive Macarena junto a su hermano y su padre. A ellos se ha sumado hace unos meses su madre, que acaba de jubilarse y ya busca asumir un rol en la organización para poner su granito de arena.
“Creo que para llegar a lo que soñamos, a conseguir ese éxito que todos queremos y por lo que nos levantamos cada día, tiene que ser un continuo trabajo, muy duro en nuestro caso y que lleva mucho tiempo, porque una ganadería de bravo es como una carrera de fondo. Todo ello va acompañado de fe, tener ilusión y pasión por lo que haces y que te acompañe un poco la suerte en los momentos importantes”.
Otro factor diferencial, subraya Macarena, “es rodearte de gente que comparta esta pasión del mundo del toro y que lo conozca, ya que no sólo es nuestra pasión, sino que también es nuestro trabajo”. En su familia, dice, “encuentro una válvula de escape en los malos momentos y las mejores personas para celebrar los momentos buenos”. Mirando al futuro, espera, “nos quedan muchas cosas por conseguir y por mejorar y mucho trabajo por hacer, pero estoy segura de que lo conseguiremos”.
Buscando los grandes carteles taurinos
Preguntada por los objetivos a corto y medio plazo, para los Gallego, todo pasa por seguir apareciendo en grandes carteles taurinos. “Con Javier Gallego el año pasado lidiamos una novillada con picadores en Pedro Muñoz en la que salieron novillos muy buenos y a uno se le acabó dando la vuelta al ruedo. Este año hemos lidiado en el certamen de la Copa Chenel de la Comunidad de Madrid que tiene mucha repercusión, hemos subido un escaloncito más”.
Ahora queda el último y a la vez el más difícil peldaño por subir, que tanto empresarios, como toreros y aficionados demanden toros Javier Gallego para que sean protagonista en los eventos taurinos.
Mientras tanto, Toros del Ojailén siguen generando en la familia “mucha ilusión”. “El año pasado se suspendió una corrida que lidiábamos en Bolaños de Calatrava, con un verdadero cartelazo: El Fandi, Miguel Ángel Perera y Joaquin Galdós. Podía haber sido lo que necesitábamos para dar un paso importante, pero tenemos que esperar. Ojalá que sea este año”, dice con esperanza la empresaria.

“Por el tipo de toro que criamos no podemos llegar a plazas como Madrid, Valencia, Bilbao, Pamplona u otras similares de primera. No es nuestra meta porque no queremos cambiar el tipo de toro que tenemos, pero sí buscamos lidiar en otras plazas para nosotros igual de importantes, de segunda categoría, en la que nuestros toros reúnen el tamaño y hechuras adecuadas, en carteles con los que soñamos desde que nos dedicamos a esto”.
“Cuando lidiamos, independientemente de la plaza en la que sea, se pasan muchos nervios, es un día muy importante para nosotros y cuando ves un toro embestir como esperas, sientes una emoción que es imposible de explicar, es un sentimiento que sólo los ganaderos y los toreros podemos vivir”.
El baile con la muerte que se dibuja en el albero, deja paso a lo imprevisible del arte interpretado en directo. “Detrás del toro hay mucho trabajo detrás; selección, cuidados, manejo, sanidad, alimentación y miles de factores, que siempre haces con la máxima perfección, pero a la hora de la verdad, depende de un toro, del animal más bello y más importante que existe. Aquí nunca dos y dos son cuatro y ahí está la gran dificultad, pero a la vez, la grandeza y la belleza de ser ganadero de bravo”.
Gallego la apuesta por una ganadería tradicional
La de los Gallego siempre ha sido una ganadería tradicional. “El sueño siempre ha sido el mismo”. Desde que comenzaron su andadura en este difícil mundo empresarial, lo que ha cambiado ha sido el establecimiento de contactos, el hacerse ver. “Todo el mundo conoce nuestra ganadería y nuestros toros, pero hay que ir a los toros para ver a empresarios, toreros, veedores. Hay que compartir momentos con la gente del mundo del toro. Creo que es una labor inmensamente importarte”.
Con ese objetivo de dejarse ver, y hacer que los que toman decisiones conozcan sus toros, los Gallego organizan tentaderos para que los toreros sepan lo que en el albero pueden tener enfrente. “Por nuestra finca pasan muchos toreros y para nosotros es un orgullo. No sólo es una cuestión profesional, es también un vínculo de amistad estrecha con muchos de ellos”.

A poco más de una hora de Madrid en tren, haber llegado a este rincón del Valle de Alcudia, para esta ganadera “es una bendición”. No obstante, confiesa que “echo mucho de menos Madrid y subo muy a menudo, pero estoy muy contenta de vivir aquí y poder tener nuestras ganaderías en un sitio con tanta belleza como ésta. Quizás no es una zona con tanta fama taurina como otras, pero hay una gran afición a los toros y Castilla-La Mancha es una zona en la que los toros tienen gran importancia”.
Los gallegos tienen ADN madrileño. Su primera ganadería nació en una finca alquilada por su bisabuelo en Colmenar Viejo, y en otra que era de su propiedad en Lozoya del Valle. Posteriormente, pasaron a Ledesma, en Salamanca. “Hace quince años estuvimos buscando por toda España fincas para comprar. Después de dar muchas vueltas, y ya casi cansados de buscar, dimos con esta finca que era la última que íbamos a ver. Teníamos decidido que, si no nos encajaba, íbamos a dejar pasar un tiempo para ver si surgía alguna oportunidad”.
Aquella última visita les sorprendió y no lo dudaron ni un instante. “Estamos en un entorno envidiable como es el Valle de Alcudia, que nos regala unos pastos de gran calidad, apenas a quince minutos de Puertollano”.
Macarena Gallego: “Los toros no son sólo afición, es nuestro trabajo”
Los toros son uno de esos sectores que viven pendientes de los designios políticos. A veces en boga, otras tantas sentenciados. Desde que se politizó la tauromaquia siempre vive bajo la espada de Damocles, sin tener claro si el futuro será una cosa a corto plazo.
Reconoce Macarena que existe el miedo. “Obviamente, tanto ataque continuo y sin sentido, te asusta, porque para nosotros los toros no es una afición, es nuestro trabajo y lo que nos sustenta”.
“A pesar de los ataques políticos que sufrimos cada día, creo que estamos en un momento en que la gente ya no se esconde de ir a los toros. Son muchos los jóvenes los que van a las plazas. Los que nos dedicamos al mundo del toro tenemos que enseñar nuestro trabajo, lo que es el toro desde dentro para que todo el mundo lo conozca bien. Creo que hay un gran desconocimiento de lo que de verdad es el toro”.
Después del fútbol, apunta, “somos el segundo espectáculo de masas en España”. Desmintiendo las teorías de las subvenciones públicas que sostienen al sistema, Gallego subraya que “la única subvención que recibíamos era el premio que el ministro de Cultura nos ha quitado, dotado con 30.000 euros”.
En impuestos, IVA, etc, defiende, “generamos una barbaridad. Se equivocan al decir que los ayuntamientos nos subvencionan, no es así, algunos ayuntamientos tienen una partida presupuestaria para los toros, al igual que la tienen para la pólvora, las orquestas o demás espectáculos igual de importantes que los toros”.
Pese a todo, cree que “hoy por hoy, los toros no corren peligro, pero me da terror que estos políticos que desconocen totalmente el mundo de los toros cambien de la noche a la mañana las leyes y nos veamos en serios problemas para seguir con nuestro trabajo”.
Por eso, dice, “es súper importante no dejarnos ganar batallas e ir haciendo todo lo posible e imposible para que no llegue ese momento. Hemos estado parados durante mucho tiempo, pero ha llegado el momento de plantarles batalla”.

En esa batalla dialéctica, en la que priman los argumentos, expone que “sería muy importante dejarnos ver en programas y medios de comunicación no taurinos para atraer a gente desconocedora del mundo del toro. Es difícil, pero hay que conseguirlo”.
A este problema de una país que no acaba por definirse como taurino, en los últimos años se han sumado problemas como la sequía, o la pandemia de la covid-19 en el año 2020.
“Han sido años muy difíciles. Cada día nos ponen más trabas en el campo. Estuvimos dos años sin ingresos con los mismos gastos, luego, sin recuperarnos, subieron los costes hasta límites insospechados y abusivos. Gracias a Dios, esta primavera está siendo muy buena y eso nos ha dado una tregua al bolsillo”.
Al sector, concluye, “se ha hecho muy difícil seguir, ha sido casi un milagro. Estamos locos y casi nunca perdemos la ilusión, aunque ha habido veces que se te pasaba por la cabeza tirar la toalla, que seguramente hubiese sido lo más fácil, pero aquí seguimos y por nosotros no va a quedar. Tarde o temprano, tendremos la recompensa con nuestras ganaderías Javier Gallego y Toros del Ojailén”. Mientras llega el momento, tocará seguir pegando muletazos a los vaivenes de un sector que tantas veces se tambalea.