Respecto a la importancia que tendría para la ciencia y la investigación española que estas vacunas pudiesen ver la luz, Gortázar lo tiene claro, al afirmar que “nuestro país ocupa un buen lugar en cuanto a producción científica, es decir, en generación de conocimiento, estando situado en torno al puesto 10-15 mundial. Sin embargo, ocupamos un puesto mucho menos destacado a la hora de convertir ese conocimiento en productos, es decir, cuando en vez de artículos buscamos transferencia en forma de patentes y productos tecnológicos”. Por este motivo considera que “es importante demostrarnos que no sólo tenemos buenas ideas, sino también la capacidad de llevarlas a la sociedad”.
Una de las 9 vacunas que se están desarrollando en España, la que lideran Luis Enjuanes e Isabel Sola en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, se administra por vía nasal. Para Gortázar ello “facilitará enormemente la vacunación al no requerir inyección”. En este sentido, el investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha considera que esa vacuna, al administrarse mediante vía nasal, “produciría anticuerpos a nivel de mucosas, capaces de eliminar el virus desde la vía de entrada” y recuerda que “también hay vacunas ADN, vacunas en virus vaccinia y otras”, cada una de las cuales presenta “sus ventajas específicas”.
En cuanto a si las vacunas españolas pueden tener la misma eficacia que las otras vacunas que ya están circulando por el mundo, Gortázar indica que “lo que más importa es que, pasados los controles, si las vacunas llegan a mercado es porque tienen la misma seguridad”. Y es que, desde su punto de vista la eficacia “no es tan importante” puesto que “una vacuna más eficaz pero más cara de producir o difícil de distribuir puede resultar menos exitosa que otra algo menos eficaz pero más barata y sencilla”. Por este motivo considera que “hay que pensar que necesitaremos acceder a toda la humanidad, en condiciones muy distintas, y que seguramente habrá vacunas más indicadas para determinados grupos de riesgo o clases de edad. Además, el virus no ha dicho su última palabra. Y mientras circule, tendrá oportunidades para evolucionar, y así lo tendrán que ir haciendo las vacunas. Por tanto, cuantas más opciones tengamos, mejor”.
Christian Gortázar también ha explicado a Lanza el hecho de por qué las vacunas contra la Covid que se están desarrollando en España van a tardar más tiempo en ver la luz en relación con las que ya circulan por los diferentes rincones del planeta. En este sentido, el investigador indica que España “es un país con un sistema de I+D+i decadente. Las vacunas más destacadas las empujan tres colegas jubilados y nuestra inversión en investigación es menos de la mitad que la de nuestros competidores”, a lo que añade que “la burocracia ahoga a los laboratorios y los investigadores jóvenes apenas cuentan con oportunidades de promoción y acaban siendo fichados en laboratorios de otros países con más visión de futuro”.
Llegado a este punto señala que “cuando leo que dan 50 millones para ‘estudiar la semana laboral de cuatro días’ y 700 mil para investigar una vacuna, hay algo que no encaja”.
Postura ante los negacionistas
Durante las últimas semanas, conocidos personajes de la vida pública, en su mayoría relacionados con el mundo de la cultura, como pueden ser el cantante Miguel Bosé o la actriz Victoria Abril, algunos de los cuales se han definido como negacionistas, emitiendo diferentes discursos antivacunas, en este caso en relación con el coronavirus.
Para Gortazar este tipo de afirmaciones “carecen de base científica”, aunque matiza que puede que “no sean necesariamente malintencionadas, pero sí mal informadas”. Por tanto, opina que “potencialmente son perjudiciales si convencen a otras personas”. En su opinión “siempre es recomendable contrastar la información sobre temas técnicos con fuentes fiables, como las revistas científicas o instituciones de reconocido prestigio”.
El también catedrático del Área de Sanidad Animal de la Universidad de Castilla-La Mancha opina que “todos tenemos derecho a opinar, y espero que eso no nos lo quiten. El problema no está en los negacionistas, sino en quien recibe sus mensajes y los da por ciertos sin el más mínimo filtro”.
Por último, y en relación a este asunto sostiene que “seguramente uno de los fallos está en el mundo científico, demasiado encerrado en los laboratorios. Y en parte, también en los medios, por hacerse excesivo eco de las tonterías que puedan decir los ‘famosetes” de turno”.