Por un lado es el final de la primera parte de la Semana Santa. El Miércoles Santo, también, marca el término de la Cuaresma y el comienzo del Tiempo Pascual, ya que es el día en que, históricamente hablando, el Sanedrín, -o tribunal religioso judío-, se reúne con Judas Iscariote, -el discípulo traidor-, para tratar sobre la condena de Jesús.
Este año, -refiriéndonos al Año Litúrgico-, las lecturas bíblicas son las correspondientes al Ciclo A, y en el pasaje evangélico, según San Mateo, podemos leer, o escuchar: “En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: -“¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?” Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: -“¿Dónde quieres que te preparemos la Cena de Pascua?” Él contestó: -“Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: -“Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: -“¿Soy yo acaso, Señor?” Él respondió: -“El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del Hombre se va, cómo está escrito de él; pero, ¡Ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!; más le valdría no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: -“¿Soy yo acaso, Maestro?” Él respondió: -“Tú lo has dicho”.
Mañana será, si Dios quiere, Jueves Santo, y aquí estará el comentario correspondiente. ¡Feliz Miércoles Santo!