Francisco J. Otero
Ciudad Real
Hace unos pocos días, Agrónomos recibió la noticia de que, por fin, pasaba a llamarse Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. No es solo una cuestión semántica, sino que el cambio de denominación se enmarca en la estrategia de reivindicar la profesión que ha puesto en marcha el nuevo director de la Escuela, Jesús Antonio López. La vinculación entre Ciudad Real, la Universidad de Castilla-La Mancha y los estudios Agrícolas es evidente. López pretende combatir el escaso número de alumnos con una palabra: versatilidad. Está convencido de que el ingeniero que mejor se adapta a nuestra región es el Agrónomo. En la docencia, aboga por mejorar los másteres, especializarlos más. De cualquier forma, Jesús Antonio López está seguro del futuro de su profesión, porque “a todos nos gusta comer, y cada vez mejor”.
Pregunta- Dicen que un ingeniero agrónomo es, antes que nada, un ingeniero, y luego agrónomo.
Respuesta.- Somos la ingeniería más versátil. Nos ocupamos de aquello con lo que habitualmente se nos relaciona, es decir, con la producción de vegetales. Pero luego, también nos ocupamos de maquinaria, ganado, industria…
P.- Con la importancia que tiene la industria agroalimentaria.
R.- Es la principal industria del país. En Castilla-La Mancha es el 30% de las exportaciones.
P.- Y no solo es una cuestión de cantidad, es que España se reconoce por su industria agroalimentaria.
R.- Así es. Pero ya digo, que el ingeniero agrónomo es muy versátil. Por ejemplo, yo tengo un grupo de construcción. También nos ocupamos del riego, porque regar no es echar agua y el 85% del gasto en agua es debido a la agricultura.
P.- Lo que se relaciona directamente con el medio ambiente. A la agricultura se le señala como uno de los “culpables” del deterioro del medio ambiente.
R.- Es otra de las cosas a las que nos dedicamos, a los estudios de impacto ambiental, al aprovechamiento de residuos, etc. Más cosas: la economía. La PAC en los bancos es cosa, normalmente, de los ingeniero agrícolas. En nuestro máster, el segundo curso son Economía, Prácticas en Empresas y Trabajo de Fin de Máster, así que le damos mucha importancia a la Economía en la titulación, con lo que muchos de nuestros titulados terminan trabajando en la gestión de explotaciones o empresas. Pero todavía hay más, por ejemplo la topografía.
P.- ¿También?
R.- Sí, claro. Todo esto lo digo porque últimamente tenemos pocos alumnos y tenemos la impresión de que se debe a una imagen distorsionada que tiene la sociedad de nuestra profesión, en la que estamos por debajo del 5% de paro. En Castilla-La Mancha es difícil no encontrar algo que no se adapte al gusto del ingeniero agrónomo. Es fácil no solo trabajar, sino hacerlo cerca de casa. De cualquier manera, es que en las cosas del comer siempre nos vamos a poner de acuerdo. Nos gusta a casi todos y cada vez exigimos mejores productos.
P.- Vuestro trabajo no consiste solo en obtener más cantidad como ocurría no hace tanto, sino en mejorar la calidad.
R.- Por supuesto. Nuestros proyectos de investigación tienen mucho que ver con eso. Por ejemplo, estudiamos los suelos en cuanto a su influencia en la calidad del vino, del aceite… En Medio Ambiente, trabajamos mucho con la mejora del reciclaje de los materiales plásticos de cobertura. Ahora se utilizan materiales biodegradables. Es decir, que volvemos a la idea base, que el ingeniero agrónomo es muy versátil, aunque la sociedad no siempre lo reconoce. Otro ámbito al que le estamos dedicando mucho esfuerzo es el de la recuperación de variedades autóctonas, alguna de las cuales estaban perdidas. Tenemos un banco de semillas de tomates y pimientos.
P.- Es curioso que en un lugar como Ciudad Real se tenga esa idea distorsionada de vuestra profesión. Y más teniendo en cuenta que esta Escuela es un poco el origen de la Universidad.
R.- Es el germen. En el Salón de Actos se redactaron los estatutos de la Universidad de Castilla-La Mancha, institución que, por cierto, no nos ha tratado especialmente bien hasta ahora. Desde hace unos años podemos impartir el Máster. Tenemos un 90% de profesores doctores.
P.- ¿90%? Eso es una barbaridad.
R.- Sí, además en un sitio en el que investigar era muy difícil, porque en una Escuela Técnica era complicado, pero todo el mundo, por su propia iniciativa, comenzó a hacer tesis doctorales. Y desde hace apenas unos días podemos presumir del nombre de Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos, que era una lucha desde que echó a andar la Universidad.
P.- Impartís un Grado, ¿no?
R.- El de Ingeniería Agrícola y Alimentaria, con dos menciones: una de Explotaciones Agropecuarias y otra de Industria Agrarias y Alimentarias.
P.- ¿Cómo ha ido la adaptación a Bolonia?
R.- Desde el año 2000 hemos estado en todas las reuniones de Ingenierías Agrícolas, Forestales y Montes. Lo hemos enfocado como una oportunidad para poder tener la carrera que queremos desde hace mucho tiempo.
P.- Da la impresión de que a los ingenieros os ha costado menos adaptaros a Bolonia.
R.- Aquí empezamos tres años antes de que fuera obligatorio, a adaptar los contenidos y los horarios a los nuevos métodos. El Grado de cuatro años con Bolonia ha quedado bien, pero en las ingenierías, los másteres no están tan cuidados como deberían, por una cuestión muy sencilla, porque es un picoteo de diferentes especialidad, con lo que se resiente la especialización.
P.- Vosotros impartís dos másteres.
R.- El profesionalizante, de Ingeniería Agronómica; y el de Viticultura, Enología y Comercialización Agraria, que es el de investigación, que se da conjuntamente con Albacete.
P.- ¿Cómo organizáis este último?
R.- Es un máster de 60 créditos, con un 20% de clases presenciales. La docencia se concentra los viernes, un semestre en Ciudad Real y un semestre en Albacete.
P.- Hablemos del perfil del alumno que accede a los estudios de Agronomía. ¿La mayoría procede de zonas rurales?
R.- No, es muy variado. Alrededor del 50% de los alumnos es de Ciudad Real capital y la otra mitad de pueblos. Hablamos de pocos alumnos. Tenemos, por ejemplo, muchas más empresas que alumnos para las prácticas, así que las hacen donde quieren y en el sector que les gusta. En el Grado no son obligatorias, pero las cursa más del 80%. En el Máster sí lo son.
P.- ¿Y los profesores? ¿Cuántos sois?
R.- Ahora mismo 36. Originariamente había mucho ingeniero Agrónomo. Ahora, no tanto. No llega al 50% el porcentaje de los profesores que son Agrónomos. Eso hace que se pierda un poco la concepción de la profesión, aunque se gana en otras cosas.
P.- De cualquier manera, vuestro caballo de batalla es el que la sociedad os vea con otros ojos, reivindicar vuestro trabajo.
R.- Sin ninguna duda, el ingeniero que mejor se adapta a Castilla-La Mancha es el ingeniero Agrónomo. Queremos hacer esa labor de visibilización, poco a poco.
P.- Supongo que tenéis que colaborar mucho con otras disciplinas. Por ejemplo, Derecho, porque debéis estar al tanto de la normativa.
R.- Una anécdota. Los apuntes más viejos de Construcción que tenemos son de 2006. ¿Por qué? Porque toda la normativa generada desde entonces. Los apuntes no se ponen amarillos.
P.- ¿Cómo andáis de instalaciones? Para hacer prácticas necesitaréis mucho espacio, ¿no?
R.- Nuestro campo de prácticas era la Finca Galiana, pero no funcionó. No todos los involucrados estaban acostumbrados al mundo científico y los datos que obteníamos de los campos de ensayo, que son pequeños, se distorsionaban muy a menudo. Así que ahora la formación se imparte en campos cultivados normales, con los que vamos con los alumnos cuando queremos ver la producción. Tenemos la suerte de que aquí es muy fácil acceder a los campos.
P.- ¿Y laboratorios?
R.- Tenemos bastantes, bien equipados y muy diferentes unos de otros, debido precisamente a la versatilidad de la profesión: el de zootecnia no se parece al de producción vegetal, ni este al de análisis de suelos o Química.
A Ciudad Real por amor: Este talaverano llegó a Ciudad Real a estudiar por amor, siguiendo a una chica. No se sentía demasiado atraído por el campo, pero descubrió una profesión fascinante, de la que continúa enamorado. Asumió la dirección de la Escuela en junio del año pasado. En su cabeza, este viudo, tiene, en un lugar prominente, la idea de reivindicar la versatilidad de los ingenieros agrónomos, seduciendo a los que tengan dudas, para aumentar el número de alumnos. Lo piensa hacer con franqueza (“no soy político”) y con la ayuda de las nuevas tecnologías y de los números, concretamente el 5% de paro de los Agrónomos. |