En la frontera entre la fotografía y la pintura, lo líquido y lo sólido, lo dinámico y estático, el paisaje que muchos aprecian y la rotunda abstracción se halla ‘Pintura cortada nº 5’, del alicantino Jorge Llopis Jordá, que recogió este viernes el Primer Premio, dotado de 11.000 euros y medalla, del XXX Certamen López-Villaseñor de Artes Plásticas.
Su trabajo parte de la cuestión de “si hay posibilidad de seguir trabajando en base a la pintura dentro del mundo del arte”, y es un “estudio de la percepción”, de la relación de la obra con quien la contempla, de cómo la percibe, comentó el artista, cuya producción parte de la abstracción, siendo el espectador quien genera, a partir de lo aprendido, “una lectura que es muy diferente del concepto” marcado por el autor.
Ése es “el juego que propicia su obra, lo que el espectador puede llegar a contemplar o generar” con la percepción de sus cuadros, lo que determina la validez actual de la pintura, que “sigue manifestándose como algo que puede emocionar, generar entusiasmo, repulsa, cualquier tipo de sentimiento o pasar inadvertida”, expuso Llopis.
Aunque generalmente trabaja con óleo, “en este caso es acrílico sobre tabla con resina de epoxi” y finos cortes de cuchilla, lo que ocasiona “una frontera, un dolor en la pintura también al romper lo estéticamente bonito”, pero, a la vez, proporciona “como una veladura, un muro”.
También la mayoría de su producción de los tres últimos años está basada en negros humo, grises y en “muy poca gama de color”, tan sólo “algunos verdes, algún rojizo y poco más”, mientras que en la obra galardonada con el Premio Villaseñor predomina un “azul industrial” que podría recordar a cetáceos o el oleaje del mar desde lejos y, más de cerca, a un paisaje marítimo con la costa al fondo, un mar de plásticos o la voluptuosa y ondulada formalidad de un denso líquido.
“Una ficción dentro de la ficción” crea el jerezano Ignacio Estudillo en ‘Sin título (Construcción de paisaje 04)’, merecedora del Segundo Premio, de 6.000 euros y medalla, obra en la que desubica la idea preconcebida de paisaje al no haber “ni suelo, ni cielo, ni horizonte”, con una parte central que actúa como un espejo y diagonales que conducen la mirada para que “viaje por la superficie del cuadro pero nunca pueda introducirse dentro si no en esa ficción de reflejo del plano”.
Por su parte, el abulense Juan Gil recibió elogios por ‘Composición con recuerdos’, galardonada con el Tercer Premio, de 4.500 euros y medalla, una maravillosa obra entre el pasado y el presente protagonizada por objetos de la infancia y “cachivaches de la vida cotidiana”, desde un ventilador, un pelota de fútbol, un monopatín y el casco de la moto hasta Tintín sobre un camión de Bimbo, una caja de cerillas y un soplete. En la composición, “todo tiene su misión, cada objeto está en su sitio y cada color también”, destacó Gil, en cuya obra conviven lo retro, el recuerdo y lo actual y moderno con un toque urbano.
En cuanto al Premio de la Diputación, dotado de 4.000 euros y medalla, fue a manos de Aurora Cid, natural de la localidad cordobesa de Montilla y afincada desde hace “muchos años” en Valdepeñas, por ‘Los pliegues del tiempo III’, una escultura perteneciente a una serie en la que juega con las luces y sombras mediante plegados. En función de la iluminación, las geometrías de las sombras “van cambiando al igual que el tiempo”, aludiendo los pliegues a las distintas etapas de la vida, el mundo y el tiempo.
Además de estos cuatro galardones, se concedieron cuatro Medallas de Honor a Luis Repiso de la Fuente por ‘Interior en azul’, Gloria Santacruz Tarjuelo por ‘Ángel en barca etrusca’, Francisco Javier Tercero Moreno por ‘Sin titulo. Serie universos cíclicos’ y Andrés Álvarez del Pozo por ‘Necesidades innecesarias’.
Sus obras forman parte de la muestra de cuarenta cuadros y esculturas recién inaugurada en el Museo López-Villaseñor que puede presenciarse hasta el 30 de enero.