La escritora Marina Patrón Sánchez presentará el sábado, 26 de abril, ‘Josefina de la Torre. Una biografía’ en el Salón de Actos del Museo Elisa Cendrero. El evento será presentado por la artista multidisciplinar Teresa Sánchez Ruiz.
Quién fue Josefina de la Torre
De la Torre comenzó a escribir poesía a los nueve años, en 1915, cuando compuso unos versos dedicados al poeta modernista canario Alonso Quesada, aunque un año antes ya había escrito un poema de homenaje a Benito Pérez Galdós, y a los 15 comenzó a publicar en revistas. La influencia de su hermano Claudio, novelista y dramaturgo en auge en aquel momento, y Premio Nacional de Literatura en 1926, fue muy importante para su iniciación en el campo de la literatura y también de la representación teatral. Así en 1928, creó en su casa de Las Canteras el llamado Teatro Mínimo que dirigía su hermano Claudio.
Empezó a relacionarse con el escritor Pedro Salinas, quien escribirá el prólogo de su primer poemario, Versos y estampas, escrito en 1928, que evocaba una infancia isleña en versos de arte menor y en poemas en prosa de influencia juanramoniana. De escritores vinculados a la Generación del 27 recibe una notable influencia. Durante sus largas estancias en Madrid, aprovechó para perfeccionar sus estudios de canto en la escuela de Chao, donde culminó su formación como soprano.
Su siguiente libro fue Poemas en la isla publicado en 1930. En 1934, junto con Ernestina de Champourcin fueron las dos únicas mujeres cuyos poemas fueron incluidos por Gerardo Diego en su Antología de la Poesía Española (Contemporáneos), de 1934.
Josefina de la Torre fue más conocida como actriz y concertista que como poetisa. Sin embargo, para algunos, figura entre las cinco poetisas más destacadas de su generación. Su talento precoz se hace visible desde niña: determinada para seguir su vocación artística, mujer moderna que, primero asume toda norma familiar, pero después se enfrenta a su familia para lograr la independencia económica asumiendo distintos trabajos relacionados con el arte y la interpretación. Por el arte amó y sufrió no pocas penurias y decepciones.
En el Paseo de Las Canteras (Gran Canaria), se alzó el Teatro Mínimo en 1916. Un patio de butacas familiar puesto en pie por Claudio de la Torre, hermano mayor de Josefina, que brindó a la joven poeta la ocasión envolverse en los ropajes de actriz, subirse a un escenario y paladear la calidez de los aplausos, aunque ambos ignoraban entonces que en aquellas tablas a orillas de la playa se iniciaba una fecunda carrera teatral que les reportaría, en común y por separado, importantes reconocimientos y les mantendría en escena hasta bien pasada la segunda mitad del siglo XX.
Ya en los locos años veinte el Teatro Mínimo había consolidado su prestigio entre la escasa, aunque notable nómina de intelectuales y artistas canarios, pero también entre la vecindad de la playa… Josefina de la Torre insistía en este detalle relevante: “Siempre invitábamos a los amigos de la playa, a los vecinos de la esquina… Y venían todos con sus ropas de domingo”

Muy alejado en el fondo y en las formas este escenario playero del canon teatral de la España de entonces dominado por la naftalina. No así las tablas del Teatro Mínimo donde la hábil mano de Claudio de la Torre supo imprimir Vanguardia desde su estreno llevando a escena obras de autores como Bernard Show, Ibsen o Chejov… Y éstas fueron también las tablas donde Claudio dio sus primeros pasos como autor y director teatral sin sospechar que le aguardaban varios Premios Nacionales de Teatro y, en dos ocasiones, el Premio Nacional de Literatura. Más tarde fundaría la Compañía de Comedias Josefina de La Torre.
En 1930 publica Poemas de la isla, Josefina de la Torre tenía apenas veintitrés años, son poemas de una extraordinaria humanidad. En una época en la que para la mujer sólo cabía decir «Amén», la escritora evoca de lleno temas de los que una mujer no podía ni debía hablar. Con el mar como telón de fondo, al que describe en todas sus facetas, la poetisa aborda directamente la aventura del inconsciente, explorando temas como el deseo, el cuerpo y su sensualidad, la pasión y los sueños; se hace eco así de la vanguardia surrealista, sin olvidar ecos de otras vanguardias como la futurista, evocando los avances técnicos de la época, el cinematógrafo o el automóvil. Y, entre todo ello, ecos en los que lo religioso se mezcla de forma audaz con lo profano para convertir la culpabilidad del deseo en experiencia estética. Todo ello con la sencillez y el carácter lúdico que caracterizan su pluma fresca, marítima y campestre a la par, seria y festiva: una pluma sin complejos. En cuanto a sus amores, podemos hablar de Juan Chabás, Buñuel, Tony D´Argy y Ramón Corroto, su segundo marido.
Buñuel reconoce en ella, durante su estancia en Joinville en Francia, su merecida fama como cantante, actriz, poeta y otros asuntos velados para las mujeres de la época. Teresa Diaz Canedo realiza su famosa exposición en el Lucern Club con libros de mujeres hispanoamericanas, donde ella está incluida.
Durante la Guerra Civil Española, se refugia en la embajada de México, pero en el 1937 decide formar parte activa de la Falange y es nombrada Madrina de Guerra. Escribe bajo el pseudónimo de Laura de Cominges en prensa. En el 1938 funda la editorial La novela ideal con colaboradores notables, Más tarde se convertiría en Ediciones Océano. Sufre censura racionamiento, mientras que en 1945 publica por primera vez Marzo incompleto. Colabora en la gran pantalla, en múltiples doblajes y en RNE con adaptaciones radiofónicas de novelas y obras de teatro. Aún queda camino para la fundación de la compañía Tepsis. Continúa con la escritura mientras sufre una serie de frustraciones personales y laborales, sigue colaborando en Televisión, incluso ayuda a una amiga con una tienda de moda exclusiva.
Su bibliografía comprende:
- Versos y estampas, Poemas de la isla, Marzo incompleto, revista Azor, 1933; revista Fantasía, 19 de agosto de 1947; Las Palmas de Gran Canaria (col. San Borondón), 1968.
- Memorias de una estrella, En el umbral y Medida del tiempo.
La influencia de Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer es uno de los poetas más destacados del Posromanticismo. Un escritor que marcó un antes y un después en la lírica hispanohablante. Su influencia en otras poéticas es notable porque es trazar mapas hereditarios es sumamente importante para comprender el alcance global de las diversas voces.
Son muchísimos los poetas, además de Josefina de La Torre quienes asumieron el trabajo de Bécquer como una enseñanza y se apoyaron en él para construir sus propias obras.
En resumen, Josefina de La Torre es una mujer adelantada a su tiempo por el ansia de libertad y de independencia que se desprende de su forma de escribir, de cantar, de actuar. Sus poesías están llenas de mujeres a las que, como le ocurría a ella misma, les viene estrecho el traje que les prestó la vida. Mujeres deseosas de escapar de sus zapatos y poder volar. Pero subyace en todas ellas, incluso en las más dramáticas, un sentido del humor, una capacidad para la ironía, para decir sin decir, que son claves en su obra. La mujer se presenta como un miembro con pleno derecho en la sociedad.
De La Torre representa la parte femenina de la Generación del 27, junto con algunas más como Elisabeth Mulder que publicaba Sinfonía en rojo y Pilar de Valderrama tenía ya dos poemarios, Las piedras de Horeb de 1923 y Huerto cerrado de 1925. Ernestina de Champourcín En silencio de 1926, Concha Méndez, Inquietudes de 1926, Cristina de Arteaga, Sembrad de 1925, Josefina Bolinaga Alma rural de 1925, Casilda de Anton del Olmet había publicado sus dos cancioneros, Cancionero de mi tía en 1917 y Nuevo Cancionero de 1929. Carmen Conde publicó en 1929 Brocal. Hay hasta casi 40 mujeres editando sus primeras obras al tiempo que los integrantes varones del 27, muchas de ellas en las mismas imprentas y moviéndose en los mismos círculos.
Publicación en revistas
Rosa Chacel colaboró activamente en revistas como La hora de España, Revista de Occidente y Ultra. María Teresa León, fundadora de las guerrillas de teatro que actuaban en el frente de guerra para entretener a los soldados, fundó la revista Octubre y El mono azul. Ernestina de Champourcin, escribió artículos de crítica en periódicos y revistas, en especial El Heraldo y La Época, donde profundizó en cuestiones como la naturaleza de la poesía pura y la estética de la poesía nueva que cultivaban en esos años los jóvenes del 27. En Héroe, la revista que se imprimió en la imprenta de Concha Méndez y Manuel Altolaguirre, publicaron Ernestina de Champourcin, Rosa Chacel o Margarita Pedroso. Y en La Gaceta Literaria dirigida por Ernesto Giménez Caballero publicaron entre otras Ernestina Champourcin, Concha Méndez, María Luisa Muñoz, Margarita Nelken y Rocha Chacel. Lucía Sánchez Saornil nunca publicó un libro, todos sus poemas aparecieron en revistas como Grecia, Los Quijotes, Cervantes y Ultra.
Josefina quiso romper los patrones mentales tóxicos en cuanto a las mujeres a través del arte.
Marina Patrón Sánchez, la autora
Marina Patrón Sánchez (Madrid, 1993) estudió Periodismo, Derecho y Filología Española. Doctora en Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid, vive entre Madrid y Zaragoza. Es especialista en la vida y la obra de Josefina de la Torre. Sobre ella ha publicado varios artículos en revistas especializadas, como Arbor e Impossibilia, y editó la antología poética Oculta palabra cierta (2020) en esta misma editorial. En 2024 publicó en la revista Kamchatka treinta y cuatro poemas desconocidos de esta autora y ahora presenta su biografía de la mano de la editorial Renacimiento.