En su propia calle, San Antonio, se pueden presenciar otros dos de los seis participantes en el Concurso. José Antonio Escobar Tapiador, de tan sólo 15 años, vive justo enfrente de los Villanueva Zamora, en San Antonio 13, y, animado por la tradición belenista de sus vecinos, decidió por primera vez montar el suyo.
En una espaciosa mesa en su propio dormitorio, con serrín, musgo, cartón, corcho y espuma de poliuretano, ha recreado los principales pasajes y su madre, Nicol, se ha “quedado de piedra con cómo lo ha hecho, todo a mano, y lo bonito que ha quedado”.
Con una ambientación lumínica que va cambiando a oscuras, espacios iluminados de noche y una fuente de la que brota agua, ha ido adquiriendo poco a poco las figuras y tiene previsto ampliarlo el próximo año.
Desde su ventana, también con iluminación navideña, se ve la puerta de la casa de la familia Villanueva Zamora, en San Antonio 10 y en cuyo patio se puede visitar un espléndido Belén, de cinco metros por metro y medio, que este año han denominado ‘El Caminar’, dedicado a la Virgen María. En torno a la Anunciación, el empadronamiento, el Nacimiento y la huida a Egipto se estructura el Belén, en el que han incorporado figuras nuevas como el propio Nacimiento, dos pastores -uno con ovejas y el otro saludándole-, y un vendedor de bolsos de cuero y otros artículos de marroquinería, del escultor belenista Villagrasa.
De otros reconocidos escultores como los Hermanos Cerrada, Montserrat Ribes y Oviedo también hay figuras en este Belén, en el que no faltan vendedores de alfombras, perfumes, especias y utensilios de cobre. Con unas edificaciones artesanales muy logradas e iluminadas de noche, hay ocas, pavos, cabras y ovejas, pero también palomas, golondrinas, urracas, búhos, águilas, lagartijas y hasta serpientes -una cobra y una pitón-.
Cada Navidad, desde hace más de quince años, Amparo y Prado cambian las escenificaciones e incorporan nuevas piezas a un Belén que atrae durante todas estas fechas festivas a muchos visitantes.
Quien ha recuperado la afición belenista este año ha sido su vecino Francisco Manuel Marín Torres, quien iba a montar en su vivienda, en San Antonio 15, “un pequeño portalito” que, con la ayuda de sus hijas y su mujer, al final se ha convertido en un amplio Belén elaborado con materiales naturales, en el que se muestran las escenas más relevantes, con puntos de iluminación nocturna y en el que destaca, entre otros motivos, el dinamismo del agua que baja de la montaña a un remanso al que acuden las lavanderas.