El Domingo de Resurrección es un día de alegría y celebración en familia en Rumanía. Los niños se visten con ropas tradicionales y van de casa en casa compartiendo huevos de Pascua, cocidos y decorados en vivos colores por ellos mismos. ‘Cristo está vivo’, dicen; y la gente les contesta: ‘Es verdad que está vivo’, después intercambian los huevos como símbolo de amistad y buena voluntad.
Así lo recuerda de su infancia Simona Burbulea, rumana afincada en España hace catorce años, ahora en Ciudad Real, que quiere que su hijo de cuatro años conozca sus raíces al tiempo que aprende las españolas. Ella es una de las madres rumanas que ha participado este sábado con su hijo y un ahijado bebé en el taller de huevos de Pascua celebrado por Semana Santa por la Asociación Hispano Rumana de Castilla-La Mancha, con sede en Ciudad Real.

Decora huevos de Pascua y participa en la procesión escolar de su colegio
Al niño se le ve encantado con ambas tradiciones. Este sábado colorea y decora huevos de Pascua y ayer viernes participó en la procesión escolar de su colegio, los Marianistas, ‘¿vestido dé?’, le pregunta la madre, ‘varal’, contesta él con un tecnicismo muy de la Semana Santa española (el varal es una pieza cilíndrica de metal que sostiene el palio), “salió de varal pero quería ser capataz”, agrega la progenitora, también seguidora de la tradición de Semana Santa de Ciudad Real, en especial de la procesión que sale este Domingo de Ramos de su barrio, Los Ángeles.
Con este taller de huevos de Pascua la Asociación Hispano Rumana de Castilla-La Mancha, abre un sábado más su sede para reunir a familias en torno al fomento de la cultura rumana y a la celebración del momento.

Los huevos de Pascua, una tradición ancestral
Los huevos de Pascua, una tradición ancestral, festiva y muy bonita, son una parte central de la Semana Santa en Rumanía, con la que el domingo se rompen varios días de estricta cuaresma -ahora solo seguida por personas mayores- en los que no toma ningún producto de origen animal. Con la Resurrección se come un asado de cordero tradicional y los huevos de Pascua que previamente se han intercambiado con vecinos, familiares y amigos.
“Ya no vamos de casa en casa, pero seguimos pintando huevos”, explican tanto Barbulea como Alina Maracine, esta última monitora de talleres en la asociación.
“Todos los sábados tenemos talleres infantiles de idioma, teatro, etc, y tradiciones, además de conmemoraciones especiales cuando hay una celebración, como la Semana Santa, el Día de la Madre o la fiesta de Rumanía, para que los niños sepan comunicar con sus abuelos. La mayoría ya han nacido aquí”, cuenta Maracine.

El proceso de cocer y decorar los huevos de Pascua
Esta tradición de decorar huevos de Pascua es de las más originales. Los huevos se cuecen primero (con un chorrito de vinagre cuando empiezan a hervir), se enfrían y se sumergen en pinturas de colores comestibles -por si al comerlos luego se impregna algo en la cáscara-. Hay truquillos tanto para los dibujos y motivos decorativos exteriores, como pintarlos con aceite para que queden brillantes. Después se guardan hasta el domingo de Resurrección y se comparten.
Lo normal escocer huevos y decorarlos el Jueves o el Viernes Santo, pero por las vacaciones escolares en la asociación han adelantado el taller. Además este sábado en el taller han confeccionado una pequeña cestita para llevarse cada uno su creación a casa.
La tradición de los huevos de Pascua tiene su origen en los huevos que en la creencia cristiana Ortodoxa depositó María Magdalena a los pies de la Cruz de Cristo que se mancharon su sangre, de ahí lo de colorearlos de rojo u otros colores vivos.
El Domingo de Resurrección es una fecha muy señalada para los ortodoxos, que no tienen procesiones, pero le dan mucha importancia a la Semana Santa, concentrada en sus celebraciones en tres días, dos de ellos de Cuaresma estricta. “El domingo vamos a misa de Resurrección, celebramos que Cristo se ha sacrificado por nosotros, se perdonan los pecados, y empezamos de cero, como una nueva vida”, subraya Maracine.
Los rumanos, cada vez más integrados
Los rumanos, país que ingresó en la Unión Europea en 2007, son una de las principales comunidades de migrantes de Castilla-La Mancha y Ciudad Real.
Cada vez más integrados, la comunidad rumana cuenta con la Asociación Hispano Rumana de Castilla-La Mancha, con sede en Ciudad Real, que prepara su vigésimo aniversario para el año que viene. La fundó en 2006 Daniel Comanita, que sigue como presidente (llegó como estudiante de Erasmus a la capital de la provincia). Mercedes Fernández, compañera de estudios de Comanita cuando empezaron con la asociación, es la directora de la asociación.
“Hacemos asesoramiento, orientación, información e intermediación sociolaboral y en vivienda de forma gratuita. La asociación impulsó la creación del consulado rumano y trabaja para mantener el idioma, la cultura y las tradiciones rumanas. A muchos hijos de rumanos nacidos aquí les cuesta hablar la lengua. Algunos padres piensan que no es bueno que aprendan rumano porque les equivocan, intentamos inculcarles que mantener las tradiciones, el idioma y la cultura es fundamental. No deben desarraigarse”, cuenta Fernández.
Vivienda y trabajo, en lo que más orienta la asociación
La situación de los rumanos en España no es la misma que hace veinte años, pero las demandas no han variado mucho. “Nos piden ayuda sobre todo para conseguir vivienda y trabajo, o al menos para orientarles. La informatización de los trámites ha ayudado en algunos aspectos, pero en otros no. Cuesta conseguir citas online para muchos trámites”.
Las comunidades de rumanos más importantes en la provincia están en Villarrubia de los Ojos, Tomelloso y Alcázar de San Juan.
Más apoyo del gobierno rumano
Los proyectos de la asociación están enfocados en mantener cultura, idioma y tradiciones. “Cada vez más nos apoya el Gobierno rumano. Tenemos ya hasta terceras generaciones de niños rumanos que no mantienen el idioma en casa y Rumanía se encuentra con muchos rumanos de origen que ya no quieren volver”.