Las personas que nos rodean, las que forman parte de nuestro entorno y nosotros mismos, tenemos la sensación de estar inmersos en dificultades más o menos grandes, a las que damos el nombre de problemas. En ocasiones, esos problemas se van haciendo más grandes o más pequeños, siendo ese tamaño una medida muy subjetiva y personal que cada cual le da. Hay muchos aspectos que influyen en la medida que se otorga a los problemas y la gran mayoría están en nuestra forma de percibir la realidad que nos rodea: nuestras preocupaciones generales, nuestro bienestar físico, psíquico o social, el momento vital en el que estamos, incluso el frío o el calor que hace, si llueve o hace sol, y un sinfín de cuestiones que influyen o alteran la dimensión de casi todo lo que nos rodea y, como no, de los problemas.
Así pues, cuando nos paramos a pensar en ese problema que ahora nos ronda y nos mantiene preocupados o preocupadas, la cuestión a plantearse podría ser ¿cuál es el tamaño que le estoy dando a este problema? En una escala de 0 a 10, o en la escala que queramos aplicar, qué puntuación se lleva el problema. Cuando lo hayas situado en esa puntuación, piensa en si es la que le corresponde, desde tu punto de vista, o si crees que lo estás dejando por encima o por debajo de la posición que quisieras que ocupara. Ahora tienes dos valores distintos, la dimensión que le das a ese problema y la que crees que debería tener. ¿Cuánta distancia hay entre esos dos valores? ¿Cómo te sentirías si situaras el problema en la dimensión que crees que debe tener? Si tu respuesta es que te sentirías mejor, que eso te permitiría manejar el problema de forma más eficaz o que te acercaría a la solución, seguramente estás en el camino de resolverlo de forma más efectiva.
El siguiente paso lo tienes en la respuesta a la cuestión qué puedes hacer para acercar la importancia del problema al valor que le quieres dar, a ese valor que consideras que es el que debe tener. A veces, una posibilidad es construir una nueva historia sobre el problema, contarlo de otro modo, darle otra versión, poniendo o quitando ingredientes que no son tuyos o que otras personas han colocado ahí. Cuando has situado el problema en la dimensión donde quieres que esté, es el momento de empezar a proponer las soluciones o alternativas. No te pongas límites a esas opciones, date la oportunidad de pensar en todas las que se te ocurran y así abrir tu mente a visiones diferentes y también a tus propias posibilidades.
Con todo ello, es muy probable que tengas delante una visión distinta de lo que hace un rato estabas convencido o convencida que te preocupaba. Incluso es probable que tengas otra visión de tus posibilidades o capacidades para afrontarlo. Ahora puede que sea el momen to de dejar reposar todo esto un rato, incluso es posible que te venga bien dejar pasar un día antes de volver a pensar en ello y de decidir cuál es la mejor solución. No te olvides de reforzar tus propias capacida des y la visión positiva que de ti hayas generado, no dejes de reconocer el mérito de lo que has sido capaz de cambiar hacia lo positivo. Incluso puede ser el momento de añadirle un poco de sentido del humor y que seas capaz de reírte de tus exagera ciones, si es que crees que las ha habido. Quédate con tus apren dizajes y siéntete un poco más fuerte y capaz que antes. Felici dades por lo que has conseguido.
*catalinafuster.com/Psicóloga y Coach