La familia de Nelson Ramírez, el hondureño de 35 años que murió de dos disparos de escopeta a manos de José Manuel Lomas, cuando se coló en su finca de La Atalaya de Ciudad Real, la madrugada del 1 de agosto de 2021, no se opone al indulto, ni siquiera a la suspensión de la pena de prisión, dada la edad del exlibrero jubilado (80 años), al que un jurado popular declaró el sábado culpable de homicidio con varias atenuantes.
“Ni siquiera vamos a recurrir”, ha confirmado a Lanza Alfredo Arrién, el abogado que ha representado en el juicio a la madre y los cuatro hermanos del fallecido, afincados en Madrid. Esta parte defendía la hipótesis del asesinato pero se muestra conforme con el veredicto final del jurado. “Lo que está claro es que no hubo legítima defensa”, remarca Arrién.
Que Lomas no pidiera perdón por haber disparado a Ramírez ni siquiera en su derecho de última palabra al final del juicio, para la familia es una demostración de “desprecio, de odio” hacia el fallecido, que supuestamente se coló en su casa para robar, pero asegura que no van responder igual, “sino con amor”.
Culpable de homicidio con atenuantes
Lomas, que encajó el veredicto sin mover un músculo después de seis días de juicio y uno y medio de deliberación del jurado, ha sido declarado culpable de homicidio, en el que concurre la eximente incompleta de trastorno o anomalía psíquica y la atenuante de confesión. Lo que pedía el fiscal Jesús Gil, pero atenuado. Es decir, la pena de prisión que le imponga la magistrada en sentencia no superará los siete años y medio (el fiscal solicitó doce y medio).
Al concurrir la eximente y la atenuante, el fiscal entiende que la pena a imponer debe ser de seis años y Juan Manuel Lumbreras Ruiz, el abogado defensor, que se puede rebajar dos grados, e incluso ser inferior a esos seis años que solicita el fiscal.
Que Lomas no vuelva a la cárcel
“Podríamos llegar a una pena de dos años y medio. Habiendo ya cumplido nueves meses de prisión, puede quedarse en suspenso al no superar los dos años”, dice el letrado, que intentará por todos los medios que el octogenario, que sigue viviendo en su finca Valdelobos, con las escopetas requisadas, no vuelva a entrar en prisión, experiencia por la que pasó entre agosto de 2021 y mayo de 2022.
Con la pena de cárcel más o menos clara, igual que la posibilidad de que se suspenda, a la defensa le preocupa la indemnización a la familia de la víctima. En la vistilla para fijar posición tras el veredicto Lumbreras Ruiz pidió a la magistrada Mónica Céspedes, que ha presidido el tribunal, que tenga en cuenta que la familia no tenía relación con el fallecido, por lo que se dedujo en el juicio.

La madre y los hermanos aseguraron que desconocían que Ramírez había sido detenido por delitos de robo y que no sabían nada que había estado quince días ingresado en la Unidad Psiquiátrica del Hospital General de Ciudad Real, poco antes de meterse en el patio de la casa de campo de Lomas.
La magistrada de la sección segunda de la Audiencia Provincial de Ciudad Real que ha presidido el juicio dictará la sentencia en los próximos días.

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El homicidio de La Atalaya
José Manuel Lomas, de 80 años ahora, propietario de la histórica librería Aspas de la plaza Mayor de Ciudad Real, ya desaparecida, vivía y vive solo en la finca Valdelobos del parque forestal de La Atalaya desde su jubilación. Un viejo caserón de campo aislado en una zona con más chalés y segundas residencias.
La noche de la Pandorga de 2021, sobre las dos de la madrugada, se despertó para ir a regar (en verano madrugada mucho), se tomó su desayuno ligero y salió al patio de su finca, sin encender ninguna luz. Notó que alguien había entrado en su propiedad y, alarmado, entró de nuevo en la vivienda, cogió la escopeta cargada con la que dormía (también tenía un rifle a mano), hizo una ronda por el patio y sin mediar palabra -al menos es lo que dice- disparó dos veces “a un bulto”, que tenía su motosierra, que resultó ser el acusado Nelson Ramírez.
En vez de acercarse a comprobar qué había hecho -nadie ha demostrado lo contrario- volvió a entrar en su habitación, cargó la escopeta otra vez, y disparó de nuevo en la misma dirección, esta vez “al aire”, dijo en la diligencia de reconstrucción del crimen.
Después de esto avisó a la Policía Nacional en una célebre llamada al 091, que se filtró a la prensa, en la que informaba de que creía haber matado a una persona que se había metido en su corral, pero no estaba seguro de que estuviera vivo o muerto.