La tormenta de pedrisco que cayó con saña en Ciudad Real ha traído una semana después a los ‘cazatormentas’ del futuro: los varilleros, profesionales de un oficio artesano cada vez más conocido que consiste en reparar a mano la chapa abollada de la carrocería de un vehículo sin necesidad de repintar o utilizar masilla.
No es magia, sino un oficio que parte del manejo preciso de unas varillas de acero (de ahí lo de varilleros) con las que se ejerce palanca desde la cara interior de la chapa para devolverle la forma y dejar el coche como recién salido del concesionario.
“Somos como los cazatormentas”
“Somos como los cazatormentas, vamos a donde cae la piedra”, explica Joao Paulo Visentin, profesional de una técnica cuya autoría se disputan Brasil, Italia y Argentina. Visentin viene de la ciudad de Brasil considerada la cuna de los varilleros. En 2008 fundó el primer taller de Madrid y escuela de varilleros, Martillo de Oro, y su variante Varilleros Premium (especializados en granizadas), con esta última firma han empezado a trabajar esta semana en Ciudad Real, a la que han llegado varilleros de todo el país ante el volumen de trabajo.
Visentin y su equipo, a los que recurren talleres y aseguradoras, trabajan esta semana en el concesionario Mercedes Benz de Ciudad Real, “solo aquí tenemos más o menos unos 300 coches. Es un trabajo bastante largo porque hacerlo bien lleva su tiempo”.
Trabajo en Ciudad Real hasta final de año
Estos varilleros, que se mueven por todo el país, estiman que tienen trabajo en Ciudad Real hasta final de año, “ha sido la tormenta más grave que hemos tenido. Hablamos de muchos coches dañados, es una ciudad más grande y muchos coches han sido afectados”.
No siempre se puede reparar la abolladura, más que de la antigüedad del vehículo, depende del daño, en ocasiones hay que recurrir a cambiar el capó completo o el techo, “como mínimo somos capaces de devolver la forma a la chapa. Antes de trabajar se hace un peritaje en el que se ve si esa pieza se puede reparar, va a pintura o se cambia. Esto se hace con antelación a la reparación, pasando el presupuesto a la compañía aseguradora”.
Trabajo para particulares: tiene su coste
Aunque también trabajan para particulares, Visentin reconoce que asumir una reparación de este tipo sin seguro tiene su coste, “lo mejor es tener un seguro a todo riesgo, y si no se dispone de él, asegurarse que en la póliza básica esté la cláusula por daños atmosféricos”.
Visentin reconoce que es un trabajo bien pagado, “pero porque no es fácil entregar un trabajo de calidad; dominar la técnica requiere horas y horas de práctica y pasar por un proceso duro de aprendizaje”, afirma mientras un varillero de su equipo se afana en dejar como nuevo uno de los vehículos que tienen adjudicados.
Un oficio con futuro por el cambio climático
Visentin también ha notado cómo ha ido creciendo la demanda en daños por granizo por el cambio climático, “siempre han caído graves granizadas en todo el mundo, pero ahora es más frecuente que tengamos trabajo en épocas en las que no suele haber granizadas”.