Bastones, muletas, andadores y sillas de ruedas fueron empleados por muchos de los fieles que acudieron la tarde de este domingo 13 de agosto a la Catedral para asistir a la misa concelebrada por el obispo de la Caravana Blanca.
Enfermos en camilla, llegados en ambulancia, y ancianos de la mano de familiares y cuidadores también fueron protagonistas de una cita a la que se acude con ilusión y de la que los participantes “salen con un gozo enorme después de una celebración eucarística muy hermosa, en la que todo el mundo disfruta”, indicó Manuel López-Francia, coordinador de una Caravana Blanca que celebró su 54ª edición y que partió a las 18.30 horas de la Residencia de Mayores Santa Teresa Jornet de la calle Calatrava, donde confluyeron vehículos llegados de otras residencias como la Asistida de la carretera de Porzuna.
Cuatro vehículos de época con la Dulcinea, sus Damas y el Pandorgo participaron en la comitiva a la que se sumaron autobuses, ambulancias, coches particulares y la furgoneta verde que las hermanas de los Ancianos Desamparados suelen utilizar para colocar en la baca una pequeña imagen de la Virgen del Prado con un exorno de rosas rosas y claveles blancos.
Hasta el Paseo del Prado, junto a la Catedral, llegaron tres autocares -dos de AISA con unas 62 personas y un tercero procedente de Daimiel con 19- y cinco ambulancias de Amaur & Amberne que trasladaron a veinte ancianos. Además, colaboraron en el acto cinco voluntarios de Protección Civil.
La Hospitalidad Diocesana de Lourdes, organizadora de la Caravana Blanca, repartió 500 claveles blancos y estampas de la Virgen del Prado con la Salve en la puerta de la Catedral, que se llenó de fieles en la ‘Fiesta de los enfermos’, en la que se realizó la ofrenda floral a la Virgen y que culminó con la Salve, entonada por el obispo y los sacerdotes situándose ante el paso de la Patrona de la ciudad.
“El mundo del dolor”, los más débiles como los enfermos, ancianos e inválidos, acuden a esta celebración de la Caravana Blanca a ofrecer a la Virgen lo que poseen: sus muchos años, preocupaciones, todo tipo de dolencias, angustias, preocupaciones y situaciones de marginación, y salen con el corazón lleno de “esperanza, alegría y gozo”, indicó López-Francia, que recordó que lo que se inició como algo sencillo en 1964, impulsado por José Ballesteros, capellán del Hospital Provincial, se ha convertido en una gran celebración en torno a los actos festivos en honor a la Patrona.