De manera progresiva, de la media docena de escenarios del primer día de enero se ha pasado a más de una decena, donde se pinchan distintos estilos de música electrónica, desde techno, acid, house y drum & bass a hardcore y breakcore pasando por ritmos más chill y próximos al reggae, funk e incluso la música disco.

Lo mismo ante las altavoces de los sound systems te encuentras a gente hablando italiano, portugués o francés que alemán, inglés, holandés o polaco, y no son pocos los jóvenes ciudarrealeños que se las ingenian para acudir a este evento internacional gratuito que prolonga día tras día el ambiente festivo de Nochevieja y entrada al nuevo año.

Equipados de forma previsoria con acopio de provisiones para este teknival o festival techno que se desarrolla a lo largo de varias jornadas, en el horizonte está la festividad de Reyes que podría ser la fecha en la que culminaría este encuentro que se celebra cerca del aeropuerto de Ciudad Real y hasta el que los asistentes han acudido con coches, caravanas, autocaravanas, camiones transformados por dentro como viviendas y motos.


Se han instalado multitud de tiendas de campaña, se combaten las bajas temperaturas con estufas, gorros, guantes, anoraks y bufandas y se preparara una amplia variedad de comida como pizzas, pasta, pinchos morunos, tacos, kebabs y platos vegetarianos.



Malabares con fuego, acrobacias aéreas, rampas de skate, efectos de sombras, juegos como futbolines, máquinas arcade y ajedrez y hasta un castillo hinchable se hallan en la free party, donde se han colocado carteles animando a los asistentes a festejar la cita desde el respeto y la limpieza.


En el encuentro, igual hay grupos conformados por amigos que se comunican a través de la redes y proceden uno de Cádiz, otro de Cáceres, una tercera de La Coruña, una cuarta de Vitoria y un quinto de Barcelona que compañeros de viaje que han cruzado juntos media Europa para llegar hasta Ciudad Real y asistir a esta Big Fucking Party volumen 3, tras las celebradas el pasado año en tierras murcianas y el anterior en granadinas.

En este pueblo efímero de caravanas, tiendas de campaña y food trucks que congregó a unas 8.000 personas en sus ediciones precedentes, hay stands de ropa, complementos, artesanía, pintura y creatividad musical con distintos instrumentos, así como zonas con alfombras donde charlar y descansar, papeleras donde ‘encestar’ la basura, recipientes en los que echar las colillas del tabaco y un remolque en el que depositar las bolsas de basura.

