Plañideras, ancianas y viudas, además de murcielaguillos, gatos y moscas, aunaron en la Plaza Mayor sus respectivos sentimientos, unos de dolor y otros de apetito, ante el fallecimiento de Doña Sardina, que llegó, con corona incluida, a lomos de un caballito de mar.
De siempre la sardina es pescado azul, pero este año también su sangre, al inspirarse su representación en la estatua ecuestre de Juan II ubicada en el Torreón, con motivo del 600 aniversario de la concesión del título de ciudad.
Elaborada con cartón pedrero fallero por El Mono Sin Pelo, de Alcázar de San Juan, la estilizada figura de la Sardina sobre el caballito de mar desfiló por las calles María Cristina y Toledo hasta la Carpa de Carvanal, a cuyas puertas le esperaba una gran pira de leña con cuya combustión se le dio el último adiós.
Todo recto de la Plaza Mayor a la Puerta de Toledo, el cortejo fúnebre, que pudiera recordar a los de Nueva Orleans pero con canciones carnavaleras en lugar de jazz, comunicó a diestro y siniestro el tremendo pesar por la pérdida del pescaíto.
Actores ciudarrealeños abrieron el desfile con la representación de Juan II y su esposa Isabel de Portugal, seguidos por un sirviente en zancos con una sombrilla para que ninguna inclemencia les molestara. Otros cuatro portaron velones encendidos y tres realizaron malabares con antorchas al ritmo de los once componentes, con tirantes de colores, de la carrionera charanga Los Que Nunca Fallan, que amenizaron el trayecto con temas como ‘Despacito’, ‘La vida es un Carnaval’, ‘Volver a empezar’ y ‘Mediterranía’.
Cuatro viudas, moscas y gatas, que se fueron turnando a lo largo del desfile, portaron en andas el cuerpo de la fallecida, seguidas de una quincena de gatas de la Peña Big Bang y una veintena de moscas de la Peña El Pilar, entre viudas y ancianas de peñas como las del Botellín, Dinosauiro y El Cangilón, así como de la Asociación de Dulcineas y Damas.
Las pescaderas de E.Leclerc, Las Parrochas, también se sumaron al duelo al que acudieron con la congoja propia de estos avatares por los que se ha de pasar la presidenta de la Asociación de Peñas, Frasi López, y las concejales de Festejos, Eva María Masías, y Participación Ciudadana, Sara Martínez, y en el coche fúnebre viajó aturdida por la pena una de las Dulcineas con pelo afro y mucho llanto.
En su recorrido, el cortejo fúnebre fue incorporando adeptos que terminaron rodeando la hoguera en la Plaza de la Puerta de Atocha para asistir a la incineración. Dio pena ver consumida en pocos instantes las figuras de la sardina y el caballito de mar y, en cuanto no quedó ni rastro de ambos se procedió al reparto de sardinas entre todos los asistentes. Las peñas asaron 600 kilos de sardinas que con pan sirvieron para reponer fuerzas para un Carnaval que no termina en Ciudad Real el miércoles de Ceniza sino el próximo domingo con el Desfile de Piñata, recordó Masías, que valoró positivamente este primer año de recuperación de la Carpa de Carnaval y el impulso dado a estas fiestas.