La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha culminado la extracción de los restos de 200 soldados castellanos muertos en la fortaleza de Alarcos frente a las tropas almohades en 1195 y que permitieron la salvación de Alfonso VIII. Una extracción fruto de la finalización de la campaña de excavaciones del foso de despojos del castillo que ha incluido la exhumación de los cuerpos de los que resistieron en la fortaleza para facilitar la huida del rey.
El País se ha hecho eco de los trabajos arqueológicos llevados a cabo por el equio de la UCLM en el yacimiento ciudarrealeño de Alarcos que dirige el profesor de Arqueología Medieval, Antonio de Juan.
Vicente González Olaya, redactor de El País, recuerda en su artículo que el 19 de julio de 1195 Alfonso VIII no quiso esperar la ayuda del rey de Navarra que se acercaba con su ejército a marchas forzadas desde el norte. La victoria sería solo para él: se sentía fuerte. Creyó que su caballería pesada, entre unos 800 y 1000 jinetes, y los casi 5.000 infantes a su mando serían más que suficientes para derrotar a las numerosas huestes del califa Abu Yaqub al-Mansur (Miramamolín, le llamaban los cristianos). Abandonó el castillo de Alarcos que estaba construyendo y extendió el ejército a los pies de la fortaleza inacabada. Se equivocó. Resultó una carnicería para los castellanos.
Alfonso VIII tuvo que huir. Para facilitar su marcha, un grupo de caballeros quedó en el castillo retardando a las tropas musulmanas. No pudieron resistir mucho. La excavación ahora terminada ha culminado la recuperación de un total de 200 cuerpos, que no se encontraban en posición anatómica, sino amontonados formando una especie de fosa común, en el exterior de la muralla, y mezclados con animales. En la última campaña de excavaciones se ha localizado igualmente gran cantidad de armamento: diferentes tipos de flechas, dardos, puntas de lanza (alguna de hasta 56 centímetros), cuchillos, hoces y espadas cortas.