N.C.M., la mujer que fue víctima de un atraco mientras realizaba trámites con su gestor, Manuel M. M., también acusado, ha sostenido en el juicio que se ha abierto hoy en la Sección Primera de la Audiencia provincial, que tras ser atacada por los presuntos ladrones sintió momentos de angustia porque apenas podía respirar al haberle tapado la boca con una bufanda muy larga. “Me despedí de la vida”, ha llegado a decir en el relato de los hechos durante la declaración que ha realizado tras un biombo, en la que se ha mostrado sorprendida por la insistencia de su gestor para que fuera a una hora determinada a finales de la mañana del 20 de enero de 2020.
“Nunca me había insistido tanto”, ha dicho, antes de narrar el transcurso de los hechos, que se desarrollaron cuando ella llegó y vio a una persona -que era el abogado Gonzalo A., también acusado y defensor de sí mismo- hablando con Manuel M.M. en el despachó de éste. A los pocos minutos, salió y entró ella cuando de manera sorpresiva llegaron dos hombres, Wilson F.T.T. y Saúl G.G., los otros dos acusados de origen colombiano, que la atacaron, la tiraron al suelo y le colocaron bridas en los pies y las manos y la embozaron con una bufanda “muy apretada” en la cara, que al principio le permitió pedir socorro, pero después dificultó su respiración.
Los atacantes también le advirtieron de que podían dispararle si se movía (no se ha demostrado que llevaran un arma de fuego ni otro tipo de objeto), incluso le dijeron que era un secuestro.
Ella reaccionó y sacó los 500 euros que llevaba en el bolso, que no cogieron los agresores porque “querían un botín mayor”, aunque lo más llamativo para ella en esos trágicos minutos fue que Manuel M. no le ayudara y que tan sólo al final, cuando vio que “podía perder el conocimiento, se asustó”, pidió a los delincuentes que se fueran (el robo se frustró porque llegó una empleada) y la auxilió.
“Me echó agua por la cabeza”, ha recordado, antes de destacar, a preguntas de la fiscal, que el gestor el conocimiento que tenía el gestor de sus cuentas familiares, alguna por encima del millón de euros (gestionaba también las de su marido, que estaba incapacitado).
También se contradicho en algunas concreciones sobre sus declaraciones anteriores en el proceso de investigación, sobre el día que la llamó el gestor, así como que ella misma acudía, como clienta, a la oficina de la gestoría, ubicada en el mismo bloque donde vive, de manera asidua.
La mujer sufrió diversas policontusiones leves, pero, sobre todo, a nivel emocional sigue con secuelas y en tratamiento psicológico. “No hago la misma vida”, ha reconocido.
El gestor
Previamente, ha testificado Manuel M.M., que no está acusado por la Fiscalía, quien ha evocado los hechos con menos carga emotiva y ha dicho que en pleno ataque vio llegar a una trabajadora y le dijo que se fuera y que él mismo salió del despacho y los delincuentes fueron tras ellos.
Posteriormente, volvió y asistió y tranquilizó a su clienta, antes de llamar a la policía (según la mujer, éste se resistía a dar el aviso).
Respecto a la relación con los colombianos, ha reconocido que los ayudó por la relación que tenían con su mujer, al igual que con el abogado Gonzalo A., al que conoce por trabajo y porque le vendió una vivienda en Poblete, que luego les alquilaron a los emigrados.

El propio letrado, que ejerce como tal en su propia defensa, ha cuestionado que Manuel M. alquilara el piso ya de su propiedad, que fue también quien le presentó a los presuntos ladrones. Ha señalado, igualmente, a preguntas de la Fiscalía, que el día de los hechos, sobre las 14 horas, estuvo en la gestoría, cuando ya había llegado la víctima, para “preparar un juicio contra la Seguridad Social”, pero se fue para quedar con un cliente en un bar y para recoger a los pocos minutos su coche.
Sobre las cuatro llamadas que tiene de parte de Wilson entre las 14 y las 14,30 no ha aclarado el asunto, en todo caso “por tema del asilo”, aunque algunos de los mensajes de días posteriores con el colombiano podrían apuntar al robo frustrado. Los ciudadanos colombianos también habrían ayudado al letrado a cobrar deudas “pero sin coacciones no demanera intimidatoria” (estaban reclamadas de manera judicial), incluso les habría prestado un coche, donde ambos ciudadanos viajaban cunado fueron detenidos tras recoger al hijo de uno de ellos del colegio.
Gonzalo A. C. también ha negado que proporcionara información de l gestoría y la clienta porque era Manuel M. quien tenía contactos más estrechos, ni que en la reunión que mantuvieron los cuatro un día antes, el domingo 19, fuera para preparar el delito. “Soy autónomo y tengo que agendar la semana”, ha señalado a preguntas de la acusación particular.
Solo contestan a las defensas
Por su parte Saúl G.G. sólo ha ratificado su primera declaración judicial a su abogado y Wilson ha respondido sólo a las defensas.
Ha dicho que se plantearon el atraco por falta de recursos (no encontraba trabajo) y por su relación con Manuel M. sabían que podía tener dinero.
Decidieron acudir a la gestoría a la hora en que iba a cerrar, pero cuando subieron vieron a la mujer y la atacaron, aunque sin armas. Le pidieron “pasta, pasta”, a lo que ella respondió abriendo el bolso y dejando caer algunos billetes que no recogieron
La relación con Gonzalo, ha contestado a preguntas del propio abogado, era por la tramitación del asilo político, a quien también ha negado que hubieran planificado algún acto delictivo.

La trabajadora
Por su parte, la trabajadora que volvió sorpresivamente a por la bufanda que se había olvidado ha sido muy esclarecedora en sus declaraciones que ha hecho también protegida visualmente, y ha dicho que antes de irse la primera vez ya estaba la víctima en la gestoría, y al reaparecer vio cómo se asustó Manuel y cómo uno de los atacantes “estaba encima de la señora”. Salió corriendo y detrás de ella los delincuentes mientras le gritaban “quieta, quieta”, y cuando llegó a la calle, tras varios minutos de aturdimiento, se dio cuenta de que no llevaba el móvil, aunque alertó a una patrulla de la policía.
También han testificado el portero del inmueble y dos policías que participaron en la asistencia de los hechos. Ambos han coincidido en señalar que en el lugar de los hechos había restos -bridas, unos guantes y una mochila- de haber habido un ataque, que la víctima estaba nerviosa, y que Manuel “estaba muy tranquilo para la gravedad de unos hechos tan violentos”.
Delito de robo
Los hechos son constitutivos de un delito de robo con violencia en las personas en establecimiento abierto al público en grado de tentativa, del que son autores los tres acusados del delito de robo, y los acusados W.F.T.T. y S.G.G. también del delito leve de lesiones.
Así, el Ministerio Público solicita imponer a cada uno de los tres acusados, por el delito de robo, la pena de 3 años de prisión. Además, por el delito leve de lesiones, pide para W.F.T.T. y S.G.G., la pena de tres meses de multa con cuota diaria de 10 euros.