Comer de manera variada, optar por productos ecológicos, escoger carnes y leche menos grasas, y limitar las conservas son algunas recomendaciones para protegerse de los efectos de los pesticidas presentes en los alimentos; así como exigir una jarra de cristal con agua en los restaurantes, no reutilizar las botellas de plástico o asegurarse de que el sistema de filtración de agua de tu casa sea de ósmosis con recalcificación son otros consejos a la hora de prevenir afecciones a través del agua y sus envases.
Y también en el ámbito de los cosméticos, hay que evitar el uso de productos que contienen filtros ultravioleta basados en benzofenonas, canfenos y oxicinamatos , y siliconas en champús y desodorantes; o en el ámbito doméstico la aireación en estancias con mobiliario nuevo.
De todos estos protocolos ha hablado esta tarde en Ciudad Real Nicolás Olea, catedrático de Radiología de la Universidad de Granada y reconocido investigador del impacto de los tóxicos sobre el sistema endocrino, en el transcurso de la conferencia ‘La exposición química ambiental: un reto para la salud’, organizada por la Asociación de afectados de Encefalomielitis Miálgica/Síndrome de Fatiga Crónica y Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple de Castilla-La Mancha.
Olea, una autoridad en el conocimiento de los problemas de salud ocasionados por los llamados disruptores endocrinos, esas sustancias químicas de uso común, alojadas en productos de limpieza, envases, cosméticos, o ambientadores, ha ilustrado la capacidad que tienen de alterar el sistema endocrino y ‘jaquear’ la función de las hormonas.
Por ello, es imprescindible para el especialista conocer las fuentes de exposición, y actuar desde un personal compromiso para evitar la derivación de sus efectos en nuevas enfermedades ambientales o en el aumento de la incidencia de patologías comunes.
Con gran proverbialidad, Olea ha repasado algunas de las pautas que recoge en su libro ‘Libérate de tóxicos. Guía para evitar los disruptores endocrinos’ para disminuir la exposición a esos tóxicos , y que “no supone irse al desierto ni renunciar a la vida de conforto”.
Revolución cultural
Por su parte, Margarita Girona, presidenta de la asociación de Afectados por el Síndrome de Fatiga Crónica y el Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SFC-SQM Castilla La Mancha), organizadora del evento, ha invitado a los presentes a protagonizar “una pequeña revolución cultural”, a la hora de acercarse a conocer los efectos de la contaminación y las sustancias químicas.
“Nuestros objetivos son la visibilidad, la sensibilidad, la formación, la información a la ciudadanía y la prevención a través de la divulgación de la literatura científica y de los estudios de los expertos, que llevan años alertando sobre el aumento de las nuevas enfermedades relacionadas con estos elementos”.
Para Girona, que ha estado acompañada por la delegada de la asociación en Ciudad Real, Carmen Lozano, es “importante que se conozca la literatura científica y que llegue al ciudadano de a pie, para saber qué nos puede dañar y cómo intentar evitarlo”, teniendo en cuenta que “hay determinadas patologías que son emergentes y otras que son conocidas y desarrolladas que están aumentando por efecto de los contaminantes”.
La actividad se enmarca dentro de los proyectos y actividades que lleva a cabo la entidad para beneficiar no sólo a los afectados, sino también prevenir y concienciar al resto de la ciudadanía sobre aspectos que pueden incidir en su condición de salud.
En el foro, celebrado en el Colegio de Médicos, también ha intervenido Pedro Galindo, especialista en Alergología del Hospital Universitario de Ciudad Real, Nicolás Olea, y el presidente del órgano colegial, José Molina.