La víspera de San Juan de 2014, lunes, Diego Flores, un vendedor ambulante de 37 años del barrio de La Esperanza de Ciudad Real volvía a casa del mercadillo de Villacañas (Toledo). Conducía una furgoneta y lo acompañaba su mujer cuando a la altura de Torralba de Calatrava un BMW se incorporó a la autovía A-43 y lo persiguió a toda velocidad (a 180 km/h).
De poco le valió salirse de la autovía por el carreterín que comunica Carrión con Almagro para huir, sus perseguidores, a los que parece que conocía, le dieron alcance en la rotonda de esa salida, se bajaron del vehículo, lo apedrearon y uno de ellos le descerrajó dos tiros de escopeta en la cabeza. A la mujer también la encañonaron, pero finalmente no le dispararon: le perdonaron la vida.
Estos son los hechos por los que los hermanos Ramón, alias ‘Cazurro’, José, alias ‘Cejas’ y Manuel Cádiz Cádiz, miembros de una familia rival del fallecido, serán juzgados la semana que viene ante la Audiencia Provincial. Aquel 23 de junio y según las acusaciones llevaron a cabo una terrible venganza contra el miembro de una familia rival, los Flores, a la sazón familia política de Ramón, el presunto autor material de los disparos.
Una “ejecución” planeada
La acusación particular, que ejerce la viuda del asesinado y principal testigo en el caso, pretende que paguen con penas superiores a 30 años por lo que consideran una “ejecución” planeada y meditada tras varios años de incidentes entre ambas familias. También la fiscalía solicita penas superiores a 30 años, de entre treinta y tres y treinta y cinco años, por los delitos de asesinato, conducción temeraria en concurso con intento de homicidio y tenencia ilícita de armas. Se da la circunstancia de que los tres hermanos de edad parecida al asesinado, son reincidentes.
Casados por el rito gitano y separados sin acuerdo
Es la segunda vez que miembros de la familia Cádiz se sientan en el banquillo de los acusados por delitos de sangre. Lo hicieron un mes antes de estos hechos, por un tiroteo previo entre ambas familias en Pío XII en enero de 2013. Entonces otro varón de la familia Flores recibió varios balazos de los que se recuperó.
El conflicto viene por que Ramón se casó unos años antes por el rito gitano con una mujer de la familia Flores con la que tiene tres niñas, luego se separaron y las familias se disputan la custodia.
Las familias se juraron venganza
La rápida intervención policial evitó daños irreversibles en Pío XII, pero las familias se juraron venganza y aunque los culpables entonces, Ramón Cádiz y su padre, aceptaron condenas de entre 4 y un año y medio de cárcel y pasaron por prisión, Ramón y dos de sus hermanos cumplieron sus amenazas.
Antes del asesinato de la A-43 una vecina del barrio de La Esperanza alertó a la Policía Local de Ciudad Real de que había oido un tiro en el barrio (se supone que los Flores viven ahí), les dijo a los policías: “Ha habido un tiro aquí pero pronto habrá un muerto en un pueblo”. Poco menos de una hora después las fuerzas de seguridad se enteraron de lo ocurrido en las proximidades de Carrión y Torralba.
El encarcelamiento de los presuntos asesinos de Diego Flores (fueron detenidos sólo un día después del crimen), y la salida de Ciudad Real de los principales implicados, ha enfriado las cosas entre ambos clanes años después, aunque se prevé que en el juicio salte de nuevo la chispa.
Para ello la Policía Nacional hará un importante despliegue de seguridad ante la Audiencia Provincial, en la que en esos mismas se celebrará otro juicio importante por violencia de género.
La vista por el “crimen de los Cádiz” se celebrará en la sala del jurado, aunque la juzga un tribunal profesional.