María Chaparro León, enfermera del Servicio de Urgencias del Hospital de Ciudad Real, es especialista e investigadora de la violencia de género. Como profesional y víctima ha escrito ‘Intervenciones de enfermería en violencia de género con dependencia emocional’, ‘Superar las dificultades en la detección y el abordaje de la violencia de género en la enfermería’ y ‘Cuando la margarita se marchita. La importancia del ciclo de la violencia de género para toda la sociedad y los profesionales de enfermería’. Destaca la labor de los enfermeros como profesionales a la hora de prevenir, detectar y abordar casos de mujeres violentadas dentro de un fenómeno que conforma un problema de salud pública.
PREGUNTA .- ¿Cómo se abordan los casos de violencia contra la mujer desde la Enfermería?
RESPUESTA.- Es una pregunta muy interesante, pero difícil de responder correctamente porque la actuación de Enfermería en este tipo de casos comprende muchas pautas, muchos conocimientos y conceptos. Los profesionales de enfermería tenemos un lugar privilegiado para ayudar a la víctima a que rompa su silencio e inicie esa atadura que le permita pasar de víctima a superviviente. Por ello, debemos conocer, comprender y saber qué hacer en casos de violencia de género. Para ello tenemos que conocer el problema en profundidad y conocer las herramientas y protocolos a seguir, así como ser conscientes de que no solo es una cuestión de compromiso o concienciación (algo que por supuesto es importante), sino que es una obligación como sanitarios. Nuestra obligación es saber detectarlo, y actuar en consecuencia, y si se detecta o hay sospechas de que sea un caso de violencia de género, así como si existen indicadores de ello, se debe registrar en su historia, y si es necesario activar el protocolo y ponerlo en conocimiento del juez de guardia, porque lo más importante es cuidar y garantizar la seguridad de la víctima.
P.- ¿Y se hace?
R.- En muchas ocasiones nos puede surgir la duda de y “¿si activo el protocolo, y registro una sospecha de violencia de género y luego mando a un inocente a la cárcel?”. Lo que tenemos que tener claro es que los profesionales sanitarios ni acusamos, ni condenamos, ni le colgamos el cartel de maltratador a ningún hombre. Nuestra función y obligación es cuidar a la víctima, abordar casos de violencia de género de la mejor forma, protegerla y garantizar su seguridad, así como ponerlo en conocimiento de Juez, fiscal o cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, según proceda. Ellos son los que, con su trabajo, llegarán a la conclusión de si esa mujer es víctima de violencia de género y si el hombre es inocente o culpable. Nosotros no condenamos ni metemos en la cárcel a nadie, solo informamos para garantizar la seguridad de las mujeres, porque esa es nuestra obligación.
Tenemos que actuar, ya no por compromiso, por implicación o por concienciación, sino también como una cuestión más científica, como un hecho más técnico, y no dar una voz de alarma ante una sospecha o un caso consignado es una irregularidad, porque estamos obligados a actuar y no mirar hacia otro lado. Y otra cosa muy importante es trabajar en equipo con los médicos y especialistas, ya que algo imprescindible en el medio sanitario es el trabajo en equipo. Porque una detección, y un abordaje de un profesional enfermero, siempre deben ir respaldado con un informe, parte de lesiones o activación del protocolo y su correspondiente comunicación al juez.

P.- En esta línea, ¿hay suficiente formación para los sanitarios? ¿Debería haber más?
R.- Desde mi punto de vista, hay formación, pero es insuficiente. Se debe de seguir trabajando en protocolos, en actualización de protocolos, y sobretodo que los profesionales sanitarios tengan claro lo que deben hacer ante un caso de violencia de género. Porque existen muchas dudas, y muchos miedos, a la hora de actuar antes casos o posibles casos de violencia de género.
P.- ¿Usted ha escrito tres libros que recoge pautas de cómo actuar en el nivel de Enfermería? ¿Qué quería transmitir?
R.- Iban dirigidos a la población en general, pero especialmente a los profesionales sanitarios porque la formación es algo vital para luchar contra este fenómeno. Hablo de que la intervención que hagamos con las mujeres es muy importante a la hora de practicar la escucha activa y que las mujeres puedan ver una atmósfera idónea para contar su caso. Estas mujeres tienen una mochila muy grande a sus espaldas y les hace sentirse culpables. Por ello, no podemos juzgarlas, sino tener empatía, ponernos en sus zapatos y conocer los ciclos que atraviesan de manera integral en el proceso de violencia, desde la indefensión aprendida a la dependencia emocional.
P.- ¿Es un problema de salud pública?
R.- Sí. La violencia de género no sólo es un crimen y una injusticia. También es un fenómeno global, está en cualquier tipo de cultura y sociedad, y además afecta a cualquier tipo de estrato social, ya sean con más o menos recursos económicos. Es también un problema social. Y, por supuesto, es un problema de salud pública, tal y como recoge la Organización Mundial de la salud (OMS) en 1996, porque produce un impacto en la salud física y emocional. Por eso también es importante que lo veamos como concepto técnico y científico, que no solo es una cuestión de compromiso, sino que es parte de nuestra responsabilidad profesional.
P.- Los expertos alertan del repunte de casos de maltrato en los periodos de verano y Navidad. ¿Por qué?
R.- Así es, de hecho el verano de 2023 ha sido un periodo negro con respecto a las víctimas, y la cifra de asesinatos han sido muy preocupante. Y no hay que olvidar que los asesinatos son la cúspide de la violencia de género, y que el objetivo de los maltratadores no son los asesinatos, sino el control de la mujer, y esto incluye muchos tipos de maltratos que las mujeres sufren (insultos, amenazas, humillaciones, vejaciones, agresiones físicas leves o no tan leves) no solo es una maltrato puntual, sino que cuando se produce dentro de una pareja, tiene una continuidad en el tiempo que destruye a la mujer en todos los aspectos de su vida. El motivo por el que durante el verano o las navidades los casos de violencia de género se incrementan es que durante esos meses la convivencia debido a las vacaciones es mayor, lo que genera ese control del maltratador, por esa razón se incrementa la escala de violencia de género durante esos meses.