En octubre de 1944, el militante comunista Ramón Guerreiro, alias Julio, llega desde Madrid a las sierras de Ciudad Real para fundar la Segunda Agrupación Guerrillera con el nombre de ‘Ramón Guerreiro’, una ‘compañía’ con hombres de diversas facciones que le costó gobernar.
Los miembros del PCE acataron la jerarquía, pero los socialistas y anarquistas se resistieron a su disciplina, lo que desestabilizó uno de los intentos de organización de estos ‘combatientes’ de la justicia dispersados entre la orografía más dificultosa de Ciudad Real, una provincia de confluencia a la que llegaron guerrilleros de Extremadura y Andalucía.
Así lo ha relatado esta tarde Benito Díaz, el profesor de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en el campus de Talavera en la conferencia ‘Sobrevivir en la sierra: guerrilleros contra Franco (1939-1949)” dentro el ciclo ‘Bandoleros y guerrilleros en la provincia de Ciudad Real siglos XIX y XX’ organizado por la Asociación de Amigos del Museo de Ciudad Real.
Díaz, experto en estas agrupaciones surgidas a finales de la Guerra Civil debido a la represión del Franquismo contra los partidarios de partidos de izquierda, con estudios en la provincia, Extremadura, Ávila, Toledo y Madrid, ha asegurado que la agrupación ‘Ramón Guerreiro’ fue “la más complicada” y formó parte del segundo periodo de las resistencias civiles al régimen.
Desde marzo de 1939 a octubre de 1944 fue la etapa los llamados huidos políticos, aquellos que tuvieron que huir al monte “con ideología”, conocidos como “huidos rojos” o “huidos marxistas”, incluso los calificaron de salteadores y bandoleros. “Sólo querían sobrevivir, apenas tenían armas, y no estaban organizados”, ha relatado el profesor.
Posteriormente, a partir de mediados 1944, el Partido Comunista como partido hegemónico organiza guerrillas, aunque fueron menos apoyadas por anarquistas y socialistas.
Ambas agrupaciones tienen en común el escenario donde malvivían, en concreto las sierras que rodean a la provincia de Ciudad Real, en Horcajo de los Montes, Retuerta del Bullaque, Navas del Estena y Fuencaliente. “En toda la parte oeste de la provincia hubo huidos y guerrillas”, ha sostenido Díaz, dado que por su ubicación estratégica llegaron desde Córdoba, Jaén, Toledo y Extremadura.
Todos ellos fueron reprimidos por las fuerzas del orden, la Guardia Civil, en unos tristes años llenos de delaciones y una aplicación cuestionable de la Ley de Fugas.
Según el docente, la guerra y la postguerra tuvieron un impacto muy negativo en el medio rural, especialmente en los campesinos “incluso para los que eran del bando ganador” porque “o estaban a favor o en contra de los de la sierra, y eran acosados por unos u otros”.