“Pero es que, además de no conseguir los resultados deseados con este tipo de dietas, muchas de ellas son peligrosas para la salud. Así ocurre con las hiperprotéicas, que pueden producir una sobrecarga renal; o las de medicación cuya composición se desconoce y que llevan anfetaminas o tiroxina que pueden provocar problemas cardíacos”.
Ferreiro reivindica la importancia de aprender a comer, por lo que considera importante desterrar algunos mitos muy generalizados como que no hay que comer pan y que, en todo caso el mejor es el tostado, “cuando en el fondo es al revés porque al no llevar agua es todo harina y engorda más. Lo que hay que hacer es, como en todos los casos, consumirlo en su justa medida, con moderación”, apunta.
Entre esos mitos hay otros miles, muchas veces alentados por las redes sociales y sin ninguna base científica, como que ayudan a adelgazar “trucos” como beber agua con limón y bicarbonato en ayunas; beber dos vasos de agua antes de las comidas -en este caso no adelgaza, como mucho llena el estómago-; o comerse el postre antes de la comida.
“Solo hay dos trucos que funcionan, pero ligeramente porque insisto en que no existen los milagros sino la constancia, que son el glucomanano porque provoca saciedad y el té verde porque acelera ligeramente el metabolismo. Pero el resto son casi leyendas urbanas” afirma Carmen Ferreiro.
Por ello, el mejor truco es seguir la dieta mediterránea, “pero no la que llevamos ahora, sino la auténtica de nuestros abuelos. De hecho, hay incluso un estudio que demuestra que las abuelas alimentan mejor a los nietos que sus padres porque los platos que hacen, como por ejemplo las lentejas con arroz o leche sopada con pan sí que son ejemplos de dieta mediterránea”.
Consejos para las dietas
Carmen Ferreiro insiste durante toda la entrevista en que no hay magia y que el único camino posible es el de seguir una dieta equilibrada, “algo que parece algo sencillo pero que no lo es en una sociedad como la actual en la que parece que no hay tiempo para nada, que fomenta el sedentarismo y que está provocando un aumento de la obesidad, no sólo en los adultos sino también en los niños, donde se sitúa en el 40% de la población infantil el sobrepeso”.
Sin embargo siempre hay algunas pautas básicas más sencillas de seguir como evitar el consumo de grasas; cocinar de forma más saludable, como por ejemplo al vapor o a la plancha, evitando los fritos o los empanados; utilizar unas tres cucharaditas de aceite de oliva al día; consumir pescado azul, frutas y verduras a diario y pescado blanco y carne roja solo una vez a la semana; hacer desayunos abundantes porque es la comida más importante del día; o comer cada tres horas para no llegar “muerto de hambre” a las comidas principales, lo que incluye una ligera ingesta de alimentos a media mañana y a media tarde e, incluso, a veces se recomienda una recena ligera.
Por otra parte, esta enfermera especialista en nutrición destaca también la importancia de incluir productos de temporada en el menú, que además contribuyen a no encarecer el precio de la cesta de la compra; sustituir el vinagre por limón y no usar nunca vinagre de módena porque tiene azúcar; elegir la stevia como el mejor edulcorante; pan y pasta integrales; consumir un puñado pequeño de frutos secos, que son muy saludables, pero siempre tostado y nunca fritos; y revisar la despensa antes de ir a hacer la compra “y, sobre todo, ir después de haber comido y con una lista tras planificar los menús semanales para evitar apetencias de productos que no deberíamos comprar”.
Por el contrario, entre los principales errores que cometemos se encuentran -más allá de seguir esas mal llamadas dietas milagro- la falta de ejercicio, algo básico que Carmen Ferreiro explica de forma muy gráfica: “Esto es como una estufa. Si tú le pones muchos palitos pero no los quemas, ahí los vas acumulando. Entonces si no quemanos lo que ingerimos, terminará convirtiéndose en grasa que se acumula en nuestro cuerpo”.
El plato de Harvard
La tendencia o recomendación más actual para comer de forma saludable, y tratando que sea lo más sencillo posible, es el conocido como Plato Harvard o el Plato para comer saludable, creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard y los editores en Publicaciones de Salud de Harvard.
Básicamente, según Ferreiro, se trata de un plato de unos 32 centímetros de diámetro, aproximadamente que divides imaginariamente por la mitad. En una primera mitad lo puedes llenar de las verduras que quieras, y una pequeña proporción para la fruta, mientras que la segunda la vuelves a dividir, a su vez, en otras dos mitades para llenar una de ella de hidratos de carbono y otra de proteínas.
“En definitiva, es una guía para crear comidas saludables y equilibradas dando mayor presencia a las verduras y a las frutas. Es muy fácil, sobre todo para la gente de la ciudad que siempre va deprisa, porque no tienes que pesar nada, son proporciones. Y si agobia comer un solo plato, siempre se puede poner la ensalada a parte” agrega la nutricionista quien, no obstante, concluye asegurando que, para adelgazar, la persona que quiera conseguirlo tiene que hacer un compromiso primero consigo mismo, estar concienciado, “y entonces los sanitarios podremos tener el papel importante que debemos jugar para llegar al resultado buscado”.
Alerta: algunas falsas dietas ‘milagro’
Desafortunadamente son cada vez más las conocidas como ‘dietas milagro’ que se van extendiendo en la sociedad a pesar de que se trata de una práctica insana de alimentarse ya que, fundamentalmente, consisten en un cambio brusco en la ingesta de alimentos y el aporte de calorías al cuerpo, de forma que se produce una pérdida de peso en un corto espacio de tiempo aunque con el efecto más indeseado en la mayoría de las ocasiones: el efecto rebote que supone la rápida recuperación del peso perdido o, incluso, más.
Este tipo de dietas, aunque cada vez se generalizan más, son bastante ‘típicas’ de los países más desarrollados donde el sedentarismo y el estrés son características comunes del día a día y se ve estas dietas como la posible solución a un peso cada vez más extendido, aunque nada más lejos de la realidad porque carecen de base científica y de soporte médico.
Dietas ricas en hidratos de carbono
Este tipo de dieta limita el consumo de alimentos ricos en proteínas y grasas, lo que conlleva una ausencia de ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales. Al ingerir mucha fibra, el organismo no absorbe adecuadamente los nutrientes provocando cólicos abdominales, diarreas, etcétera.
Dietas excluyentes
Son las que eliminan de la dieta algún alimento concreto basándose en el mito de que hay ‘alimentos buenos y alimentos malos’ y entre ellas se encuentran la dieta Dukan, la Atkins o la Scardale.
Dietas que se basan en la toma de un alimento
Son aquellas que normalmente dan nombre a la dieta. Acaban siendo aburridas además de generar malos hábitos alimentarios, y pudiendo provocar alteraciones digestivas. Entre los ejemplos más conocidos están la dieta de la piña, de la alcachofa, del limón, del yogurt, de la sopa de cebolla…
Dietas pobres en hidratos de carbono o ricas en grasas
Las denominadas dietas disociadas, que provocan resultados rápidos, pero con alteraciones importantes ya que por una parte la base de la alimentación son los hidratos de carbono, siendo la glucosa la principal fuente de energía de nuestro organismo. Si además ingerimos una dieta rica en grasa, nuestro organismo sufre importantes alteraciones, como altos niveles de colesterol, gran pérdida de líquidos y electrolitos, favoreciendo la deshidratación, aumentan los niveles de ácido úrico, etcétera.
Dietas de choque
Estas dietas, que realmente son de ayuno o semiayuno, se caracterizan por un consumo inferior a las 500 Kcal y son muy peligrosas porque, a largo plazo pueden tener consecuencias sobre el estado de ánimo y, evidentemente el cuerpo. Entre ellas se encuentran la dieta del sirope de arce, la dieta cero, la dieta de la sopa y la luna…
Dietas hipoenergéticas
Se trata de dietas con un consumo muy bajo de calorías que oscila entre las 1000 y 1500 Kcal/día. A medio plazo las dietas por debajo de 1200 Kcal/día no son suficientes para mantener una alimentación correcta. Continuadas pueden provocar alteraciones en el organismo como mareos, pérdida de cabello, sequedad de piel, malestar general… Algunas de las más conocidas son la dieta “Gourmet”, la dieta de la “Clínica Mayo”, la dieta de “toma la mitad”, la dieta de la zona o la dieta de los puntos o los Weight Watchers.
Dietas pintorescas
Son dietas originales y exóticas que llaman la atención, pero que no reúnen los nutrientes necesarios para una nutrición adecuada. Por ejemplo la dieta del buen humor o la dieta del sandwich.