Aprobado el texto de la Constitución el día 31 octubre por el Congreso y el Senado y convocado el referéndum para que fuera ratificada por los españoles el día 6 de diciembre siguiente, los primeros días del mes de noviembre de 1978 en Ciudad Real estuvieron marcados por visita de los entonces reyes: Juan Carlos y Sofía.
Durante dos días, 8 y 9 de noviembre, la provincia estuvo centrada en acoger a los monarcas, que visitaron la capital, Puertollano y Almagro. El día antes de la llegada, el 7 de noviembre, el que era alcalde de Ciudad Real, José Luis Lorente, emitía un bando de bienvenida y de ánimo a los ciudadanos para que recibieran como se correspondía al Jefe del Estado y a su esposa.
El punto álgido de la visita a la capital fue la inauguración oficial del Hospital Provincial, que cuarenta años después, cumplida su función dejó paso al actual Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), junto al otro hospital de la capital, el de Nuestra Señora de Alarcos, hoy también fuera de servicio.
“Bienvenidos” titulaba a toda plana con una foto de Juan Carlos y Sofía que ocupaba tras cuartas partes de la primera página de la prensa de entonces. Era el recibimiento oficial al Monarca, la persona que había encabezado el cambio de régimen que estaba en marcha, en lo que parecía una forma de sumarse a la nueva etapa que se avecinaba a través de una institución tradicional: la Monarquía.
Parecido tratamiento al que tuvo durante su estancia en la capital quedó reflejado durante la visita a Puertollano. Si en el primer caso el titular era que toda Ciudad Real estaba con los Reyes, en su llegada a la ciudad minera se hablaba de una espectacular recibimiento a los Reyes.
Todo apuntaba a una nueva etapa, pero la que se estaba yendo todavía tenía su reflejo público. Se recogía en una carta del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, el hombre que jugó un papel importante dentro de su ámbito para el cambio de etapa y que fue denostado por los sectores más ultraconservadores de la Iglesia española.
La carta marca una clara separación entre la función de la Iglesia y lo que estaba sucediendo en el país. Tarancón marcaba la distancia y se negaba en su escrito a que la Iglesia se manifestara públicamente de cara al referéndum constitucional y señalaba que éste era un “acto político-social” que escapaba al ámbito de la jerarquía católica.
La Falange Española, la organización que había sostenido ideológicamente a la dictadura, todavía se resistía a dejar su protagonismo y aún mantenía su presencia en la prensa, en portada, con una presencia llamativa, como haciendo contrapeso con la visita de los Reyes.
Visita a Suecia
Una delegación de nueve miembros del PSOE y UGT de Ciudad Real viajaban a Suecia, un referente total de la socialdemocracia de la segunda mitad del Siglo XX y un ejemplo para la izquierda española de entonces, con su primer ministro Olof Palmen, asesinado varios años después, a la cabeza.
La delegación estaba compuesta, por el PSOE, por Cipriano Trapero Ureña, secretario provincial de Organización; Juan Luis Peñafiel Ramón, secretario de Prensa e Información –fue durante muchos años secretario del Gobierno Civil; Domingo Luis Sánchez Miras, secretario de Cultura –en los años 80 candidato a la Alcaldía de la capital e Isidro Gómez Vargas, de Juventudes Socialistas.
Por parte de UGT acudieron Emilio Castro Palomares, secretario provincial –un hombre que marcó una época del sindicalismo en Ciudad Real y que formó parte de la dirección nacional del sindicato con Nicolás Redondo; Germán Díez Viñuelas, secretario de Relaciones Laborales y máximo responsable del sector del Metal; Blanca Guelbenzu, secretaria de Formación; Lorenzo Jurado, del sector de Minería; y Enrique Alhambra, de la Federación de Transportes.
El vieje estuvo organizado por el diputado nacional Miguel Ángel Martínez, que acompañó al grupo durante parte del viaje. Martínez, durante mucho tiempo, fue el responsable de las relaciones internacionales de la Ejecutiva Federal socialista.
En los pueblos
Por otra parte, la vida seguía en los pueblos de la provincia. El cura de Torrenueva, Andrés Pinar, cumplía 25 años al frente de la parroquia de Santiago el Mayor.
En Malagón, el asilo de ancianos desamparados pasaba por malos momentos y no se descartaba su desaparición.
En Villanueva de los Infantes ya se hablaba de su referente literario, Francisco de Quevedo, al que se realizaba un homenaje.