El escritor e investigador ciudarealeño Marcel Félix ha presentado esta tarde en el Museo Elisa Cendrero su última obra “Brujas, duendes y otros ritos de CLM”, donde el autor hace un recorrido por la parte femenina de la mitología que existe en la región en torno a un análisis sobre su causística en las cinco provincias de Castilla-La Mancha.
Un trabajo fruto de la investigación realizada entre 2014 a 20222 en un recorrido desde casi el origen de los tiempos, con especial énfasis en el estudio sobre las brujas entre los siglos XVI al XIX, pasando por duendes, damas blancas, ninfas del agua y otros seres mitológicos.
El autor destaca cómo sólo en la provincia de Ciudad Real hay registrados más de un centenar de casos relacionados con brujas, de las que se tiene constancia por haber sido muchas de ellas condenadas en los tribunales de la Inquisición. Brujas que, en su mayoría, explica, eran curanderas, con amplios conocimientos sobre plantas medicinales.
Mujeres que eran, primero atormentadas para confesar sus supuesto crímenes, y después condenadas a la muerte, o a más de 100 latigazos, el exilio o a vestir el San Benito, algo semejante muy típico de los campos de concentración en la Alemania Nazi siglos después, destaca.
La Inquisición, no obstante, puntualiza, no fue tan cruel como la pintan porque aquí sólo fueron condenadas 300 brujas, de las que en la región medio centenar fueron ejecutadas, mientras en Alemania en el siglo XVII murieron 100.000 mujeres y en Gran Bretaña 30.000.
Junto a este capítulo destacado en esta obra, el autor hace un recorrido por otros mitos como los duendes mineros, las lamias, mujeres serpientes que encandilaban a los hombres con su belleza, como La Trocanta de Granátula que, según la leyenda, pervive en el cerro de la Encantada, o La Ojancana de Piedrabuena, pasando por las damas blancas, de origen visigodo, de presencia bondadosa y confundida con algunas apariciones marianas.
De hecho, según apunta, el diario Lanza recoge una noticia en el año 57 sobre una niña perdida que sobrevivió durante días en plena Sierra Madrona con nieve y sin comida gracias a una mujer que le ayudó, con la que el propio autor, según nos relata ha hablado, y que el cura en su momento dijo que era la virgen de la Cabeza. En este sentido, subraya, cómo la Iglesia siempre se ha apropiado de mitos a lo largo del tiempo, mitos de diferentes civilizaciones que ha hecho propios, y en este caso en concreto hay más de una docena de casos de encuentros con este tipo de seres.