El salón de conciertos del antiguo Casino se llenó en la presentación del primer libro de Marcelino Santiago, quien transporta con la novela histórica de intriga y épica ‘La Ciudad del Rey’ a la Ciudad Real del siglo XV.
Finalista del 10º Premio Círculo de Lectores de Novela y ganadora del Premio del VII Certamen Internacional de Novela Histórica ‘Ciudad de Úbeda’, ‘La Ciudad del Rey’ ofrece una sugerente trama en un período muy convulso como consecuencia de una crisis económica que conlleva, a su vez, una crisis alimentaria y demográfica, al tiempo que un incremento de actos violentos contra los judíos y, sobre todo, contra los conversos, a quienes se les acusaba de convertirse falsamente al cristianismo para eludir prohibiciones de desempeñar cargos públicos o ejercer determinados oficios.
Para apaciguar ánimos, el arzobispo de Toledo, Alonso de Carrillo, envía a Ciudad Real al inquisidor Tomás de Cuenca, protagonista de una novela en la que también está muy latente la división de bandos por el enfrentamiento entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica por el Reino de Castilla tras la muerte de Enrique IV, comentó el autor de un libro en el que Tomás de Cuenca, persona “pragmática” y de fuertes convicciones religiosas, se encuentra en Ciudad Real tanto a personajes viles, movidos por la envidia, venganza o ambición, como a otros que “le cautivarán” por su valor, sentido del humor, justicia y gran fuerza interior.
En la puesta de largo del libro, publicado en la colección de novela histórica de Pamies, Marcelino Santiago explicó que en su novela de debut como escritor aparecen, junto a personajes ficticios, otros históricos como el propio Tomás de Cuenca; un joven Hernán Pérez del Pulgar; el Maestre de Calatrava, Rodrigo Téllez Girón; y el poeta Jorge Manrique, además de otros muchos de cuya existencia se tiene conocimiento a través de procesos inquisitoriales como Sancho Ciudad, Juan González Pintado y Falcón el Viejo.
El tema de la identidad y cómo ésta se puede convertir en intolerancia a partir de cuestiones como la religión o el bando político por el que se apuesta es uno de los ejes centrales de esta novela en la que, así mismo, aparecen potentes personajes femeninos.
Decenas de ejemplares de una novela, que permite pasear por “un Ciudad Real que prácticamente no existe con monumentos como el Alcázar de la ciudad, los conventos de San Francisco y Santo Domingo, la Casa de la Moneda y el Tribunal de la Inquisición”, firmó Santiago, a quien precedió en su intervención el catedrático de Literatura Española, Joaquín González Cuenca, que realizó un interesante recorrido por la novela histórica.
González Cuenca se refirió a cómo los románticos encontraron en la novela histórica la fórmula de situarse en un atractivo período de la Historia añadiéndole unas dosis de fantasía, apostando por “la síntesis de lo que contaba la historia y lo que exigían sus sentimientos” para, sin falsear pero sí acondicionar a los parámetros de su modernidad, borrar las líneas divisorias de dos épocas separadas por el tiempo pero similares en modelos de conducta.
De Marcelino Santiago elogió su “fluida” y limpia prosa, sin exhibicionismos innecesarios, y resaltó que los personajes que ha creado son como el propio autor de esa novela “el honor de una ciudad gris pero entrañable, como es la nuestra”, a la que ha enriquecido con “una buena dosis de mito y ensueño”.