Al filo de las veintidós horas comenzaba a caminar el primero de los grupos, -desde las inmediaciones de la Santa Iglesia Catedral Basílica-, haciendo su entrada el último de ellos, -cinco en total-, en los primeros minutos de la madrugada de este Martes Santo.
Aquí surgía la primera novedad: este año los grupos se han configurado de acuerdo con las casi recién creadas Unidades de Acción Pastoral. El primero lo conformaban las parroquias pertenecientes a la U.A.P de Santiago, integrada por las parroquias de Santiago, Apóstol; Santa María del Prado, La Merced, y San Juan de Ávila; el segundo, la Parroquia de San Pedro, Apóstol; el tercero, las comunidades parroquiales de Santo Tomás de Villanueva, San José Obrero y San Juan Bautista; el cuarto, la Parroquia de San Pablo, y el quinto, -que presidía la talla de los imagineros valencianos señores Rausell y Lloréns-, las parroquias de Nuestra Señora del Pilar y la de Nuestra Señora de Los Ángeles. A modo de puntualización, decir que no acaba de respetarse, por parte de los fieles, la consolidación de los grupos.
Durante el recorrido, por las calles Prado, Camarín, Caballeros, Estación Vía Crucis, Toledo, Calatrava, Paloma, Ruiz Morote, Ramón y Cajal, Plaza del Pilar, General Aguilera, Bernardo Mulleras, Reyes y Paseo del Prado, -también ha sido nuevo el itinerario-, se meditaron las “estaciones” del Camino hacia la Cruz, de acuerdo en esta ocasión, -también es novedad-, con el texto de la Pasión y Muerte, según el relato evangélico, una breve meditación, en cada una de ellas, alusiva al momento, intercaladas con cantos, durante el caminar, igualmente relacionados con aquellas, tales que “Tu palabra me da vida”, “Perdona a tu pueblo”, “Alma mía, recobra tu calma”, “Amante Jesús mío”, “Anunciaremos tu reino, Señor”, “Pueblo mío”, “Juntos como hermanos”, “A ti levanto mis ojos”, “Danos un corazón”, “Mi alma espera en el Señor”, “Tu reino es vida”, “Madre de todos los hombres”, “Santa María de la Esperanza”, “Victoria, tú reinarás”, y “Protégeme, Dios mío”.
Tras el Cristo, portado a un hombro por hermanos del Silencio, miembros de otras hermandades, mujeres, jóvenes, pueblo en general, grupo scout de San Pedro y los seminaristas mayores, según los tramos, ocupaban la representación religiosa el obispo de la diócesis, Gerardo Melgar, y el Vicario General, Tomás Villar.