El coronavirus los colocó desde el primer momento en la cresta de la ola. Si hay un sector de la población que ha sufrido los peores efectos de la pandemia, las infecciones, los fallecimientos, los confinamientos y la soledad, ha sido la tercera edad. Mucho ha cambiado la vida en estos últimos doce meses para Julio Pérez y José Luis Albiñana, dos tomelloseros que sirven de ejemplo para todo un colectivo.
Vivir en Tomelloso, apodado como el ‘Wuhan de La Mancha’ en la ‘primera ola’ del Covid-19 en España, no ha sido una tontería, después de los contagios masivos y la tragedia de muertos en la residencia Elder. José Luis Albiñana, con 92 años, hace semanas que está “confinado por propia voluntad”.
“Ni bares, ni misa, estoy como en un monasterio. Hay que tener cuidado y más a mi edad”. Albiñana, que trabajó durante años en un laboratorio farmacéutico, fue entrenador de baloncesto y corresponsal en Lanza, confiesa que “esta situación es un auténtico sin vivir”. El día que le llamen para ponerse la vacuna, irá el primero.
Pena y dolor es lo que siente el tomellosero al recordar a todos los amigos que han perdido la vida en los últimos meses por la pandemia. Dice que se ha hecho una tarjeta con todos los nombres, para que, durante el rezo, no se le olvide ninguno. Él destaca: “yo quiero vivir, porque me gusta mucho, aunque sea mayor”.
Por la terraza de su casa ve a los coches pasar y memoriza las matrículas. Ese ha sido el único ejercicio que le ha quedado a muchos mayores en los últimos meses, aparte de la televisión, el teléfono y el ordenador, si están puestos en nuevas tecnologías. Para mantener la mente despierta, la clave está en ver el programa de televisión ‘Pasapalabra’, porque “es muy ilustrativo”.
“Tengo el culo pelado como los monos de estar sentado”, comenta con salero, aunque la pérdida de masa muscular le preocupa, más a él, que ha sido muy deportista durante toda su vida. Ahora anda 200 metros y se tiene que parar, porque se le suben los gemelos. “Es lo que tiene estar todo el día sentado”, comenta.
El Covid “pasará”
A Julio Pérez, maestro jubilado de 77 años y autor de un diccionario con palabras autóctonas de Tomelloso con más de 4.000 palabras, el Covid le ha quitado sus conferencias sobre la historia local con diapositivas en los institutos y también el vino en el casino con los amigos. Consciente de lo importante que es “alimentar la mente”, la educación ha sido para él una vocación de la que ha sido imposible escapar.
Por suerte, el Covid no ha quitado su otra faceta, la de investigar las raíces históricas y escribir sainetes. Ahora está con “acontecimientos ocurridos hace 100 años, tomelloseros con calles, utensilios antiguos, costumbres, pintores, juegos tradicionales”, y un sinfín de cosas más. “Lo importante es que el disco duro siga funcionando”, señala.
Paciencia es la receta de Julio Pérez para sobrellevar la pandemia, que la considera un “mecanismo de defensa” de las personas mayores. “La careta molesta, más a los que llevamos gafas; pero yo le digo a mis amigos: no os pongáis nerviosos, que esto pasará”. A su familia no le ha afectado y eso “es muy importante”.
Ya ha habido otras crisis y la sociedad las ha superado, dice Pérez, que destaca que “autoridades y médicos están poniendo todo de su parte y todos los medios posibles para solucionarlo”. A su juicio en Tomelloso realmente “no ha habido tanta psicosis”, es más, destaca que “el tomellosero es una persona muy inteligente, siempre dedicado al campo, metido en casa, y por eso ha sido muy responsable”.