“Nos quisieron y les queremos” y en un día especial como el de los Fieles Difuntos emerge un recuerdo “lleno de amor, cariño y agradecimiento” a quienes, amigos y familiares, “nos entregaron lo mejor de ellos mismos para que fuéramos un poco más felices”, apreció Melgar, que animó a “agradecerles lo mucho que recibimos de ellos, no sólo a nivel material sino espiritual, a través de la oración”.

“Además de nuestro recuerdo vivo lleno de amor a nuestros familiares y amigos difuntos”, la Eucaristía es “también la expresión de nuestra fe y esperanza”, que en muchos casos “nos enseñaron e inculcaron ellos y que nosotros actualizamos pidiendo al Señor por su eterno descanso para que les conceda el gozo de la vida eterna”.

Melgar resaltó lo “muy importante” que era para “nuestros antepasados rezar por los difuntos”, por el perdón de sus pecados y debilidades humanas, mientras que ahora a veces se queda la expresión de este afecto en llevar unas flores al cementerio, e indicó que todos no dejamos de ser “peregrinos” en esta vida terrenal, de manera que “también un día tenemos que presentarnos ante Dios” y lo esencial es acudir “con las manos llenas de buenas obras”.

El obispo alentó a “vivir pensando que nos espera una vida feliz para siempre si somos capaces mientras peregrinamos por esta tierra” de actuar como “auténticos seguidores de Jesús para gozar eternamente de la compañía de los seres queridos y Dios”.