Mejorar la calidad de los vinos a través del control preciso e ‘in situ’ del proceso de fermentación es el principal objetivo de la investigación que encabeza el profesor Eduardo de la Torre, del Centro de Electrónica Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid.
Se trata de una tecnología novedosa, centrada en el uso de sensores nanométricos que se aprovechan de la capacidad de medir diferentes longitudes de onda, como una espectrografía portátil, permiten monitorizar compuestos vinícolas como etanol o glicerina en el interior de los depósitos de fermentación, y así poder dar una respuesta más rápida a la hora de hacer algún tipo de medida correctiva.
La investigación es uno de los ejes del Proyecto Platino, que reúne a cuatro grupos de investigación de varias universidades españolas en ámbitos tecnológicos complementarios, con el fin de impulsar una plataforma de ayuda al sector agrícola.
De la Torre, que recientemente ha participado en la presentación del proyecto en Ciudad Real, subraya los beneficios de realizar la mediciones en el transcurso del proceso de conversión del azúcar del mosto en alcohol etílico, pues permite agilizar la toma de decisiones tras interpretar los datos de las mediciones en el momento, frente a la metodología más convencional que conlleva examinar los cotejos en un laboratorio.
Explica que los sensores “son bastante novedosos” y están siendo implementados por el Centro de Investigación en Tecnologías Software y Sistemas Multimedia para la Sostenibilidad de la UPM), también incluido en el proyecto.
“Ellos ponen los sensores y nosotros la electrónica, incorporando incluso sistemas de inteligencia artificial para hacer medidas más precisas de los resultados de las mediciones que los sensores ofrecen”, explica.
Así, a lo largo del desarrollo de la investigación, que se acabará en 2020, el investigador y su equipo tratarán de desvelar cómo cambian las propiedades de la materia, en este caso de los caldos vinícolas, al descender a escala nanométrica.
Harán las mediciones con los comentados sensores de tamaño mínimo, o incluso a través de fibra óptica (con apenas impacto en el interior de la barrica) desde el exterior, para seguir “minuto a minuto” la transformación de la bebida alcohólica, en la actualidad elaborada en procesos muy cuidados, con el fin de responder a las demandas de los mercados internacionales y de unos consumidores que cada vez son más cualificados.
En otras industrias
Los ensayos dentro del área de la economía agrícola no se han puesto en práctica en bodegas, aunque el modelo tecnológico, indica De la Torre, podrá aplicarse a otras industrias agroalimentarias, como las de productos lácteos, queseros o cárnicos o “para cualquier cosa que pueda medir propiedades y líquidos”.
Incluso esta tecnología podría analizar las propiedades del agua que circula por los cultivos en los campos, indica De la Torre.
En el proyecto participan el Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el Centro de Electrónica Industrial y el Centro de Investigación en Tecnologías Software y Sistemas Multimedia para la Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Madrid; el Grupo de Ingeniería Microelectrónica de la Universidad de Cantabria; y el grupo de Arquitectura y Redes de Computadores de la Universidad de Castilla La Mancha (UCLM).