Cada Navidad, los diseños de juguetes y las empresas que se dedican a ello se reinventan, buscando el filón que les haga reventar las ventas, bien a través de las grandes campañas de publicidad, o aprovechando el tirón de algún personaje que este año tiene nombre propio: Aitana Ocaña.
Y es que, es precisamente el nombre de la cantante catalana el que más suena cuando se pregunta en las tiendas de juguetes, cuál es el objeto más preciado estas navidades. ‘La Nancy Aitana’, coinciden todas ellas, que no han parado de venderla desde que saliese al mercado el pasado 22 de septiembre.
¿Qué tiene de especial? Es Aitana. No es casual que una marca que nació en 1978, haya elegido a la cantante para ser la primera estrella en la que se fija para lanzar una línea de muñecas propia. Inspirada en el videoclip ‘Las Babys’, la Nancy Aitana de 39,95 euros, cuenta con numerosos accesorios para acercar a la realidad de escenarios, estrellato y música hasta las casas de media España, a donde ya han llegado sus canciones y es fácil, que si hay algún adolescente por medio, suene de fondo en algún momento del día.
Aitana y los clásicos comparten el top 3
Además de la Nancy Aitana, grandes clásicos como los tamagotchis o los Furbys, siguen teniendo su target y copan los primeros puestos en el ránking de ventas. Tal vez, porque aquellos preadolescentes de los 80 que soñaron con tenerlos, hoy son quienes ejercen de padres y buscan esa conexión con el pasado, añorando una infancia que se esfumó demasiado rápido y sin avisar de que lo estaba haciendo.
Más atrás han quedado los Playmobil, los Legos, las Barbies o los balones de fútbol, dando paso también a las tablets y dispositivos digitales que cada vez ganan más espacio en las cartas a los Reyes Magos de los más pequeños.

En La Mezquita (c/Toledo), explica Francisco su encargado, también se están vendiendo a decenas los Bitzee, difícil de escribir, pero fácil de verlo como el regalo perfecto. “Esto es una mascota digital interactiva, con el que el usuario puede interactuar y que está causando sensación esta Navidad”.
El mes de noviembre, explica, “ha servido para acumular un buen volumen de ventas. En nuestro caso fue cuando salió el catálogo de productos y hemos notado que desde entonces la afluencia ha ido aumentando paulatinamente”.
Algo similar están viviendo en Juguettos (c/ Alarcos) de Ciudad Real. “En nuestro caso a partir del puente de diciembre hemos notado que las ventas se han disparado. Por ejemplo, de Nancys Aitana ya no tenemos y el stock y el número de compras de Furbys y tamagotchis nos hace prever que también van a agotarse en breve”, apunta Isabel, su dependienta.
En otro punto de la ciudad, en Juguetilandia (Av. Alfred Nobel), tampoco paran de llegar coches para hacer sus reservas a sus Majestades los Reyes Magos, porque son magos, pero necesitan ir apuntando para que no se les olvide nada el próximo día 6 de enero.

Aquí, destaca Manuel, “en nuestro caso no tenemos problema de almacén”, valorando que compitiendo de tú a tú con los juguetes de moda, en su tienda también compiten los que cuentan con su propia marca. “Aquí son muy demandados los juguetes de marca propia y exclusiva, de hecho, son de los que más vendemos y por los que más preguntan la gente”.
Cómo hemos cambiado
No hace tanto, por casa había algún juguete; por aquí un Action Man, por allá, un Caballero del Zodiaco con su armadura de oro, un Scalextric al que se le perdió algún tramo de pista; el Cocodrilo Sacamuelas, el Bingo al que le dio más uso la abuela que tú mismo, el mando del coche teledirigido que no sabes cuándo dejaste de usar, incluso una agenda digital de Star Wars que nunca supiste qué uso tenía.
Puede que la Navidad haya cambiado desde que Ramón García y Anne Igartiburu dejaron de ser la pareja inseparable para dar las campanadas en TVE, por más que uno y otra hayan ido apareciendo con otros al lado.
Puede que lo hiciese cuando los chistes de Paco Gandía dejaron de sonar en la tele antes de que los niños saliésemos a la calle con los petardos y las panderetas a pedir el aguinaldo. O tal vez, dejó de ser lo que era cuando los episodios de Mr. Bean -quién no recuerda el del pavo o el del cabezazo a la Reina- dejó de ser el preámbulo de las cenas navideñas.
El caso es que de aquellas navidades familiares de los ochenta sólo queda el eterno tamborilero de Raphael al que cada año parece que se le multiplican las estrofas y los polvorones de almendra que siempre mueren espachurrados en un puño, porque, aunque no haya instrucciones de uso, es así como se comen.
Ahora en las cenas de Navidad hay incluso regalos, algo que antes sólo ocurría el día de Reyes, que pese a la alegría del desenvoltorio, siempre se acompañaba de la morriña de las vacaciones del colegio agotadas.
En Ciudad Real siguen mandando los Reyes Magos
A pesar de que Papá Noel ha ido ganando adeptos y de que son muchas las familias que han decidido aprovechar esta oportunidad para hacer entrega de los regalos antes de lo que era habitual “para que disfruten más de ellos”, los vendedores consultados para elaborar esta pieza escrita decantan la balanza a favor de los Reyes Magos.
Isabel marca esa diferencia precisamente. “Hay algunos padres que hacen entrega de algunos regalos en Navidad para que los hijos puedan disfrutar unos días antes de ir al colegio, pero habitualmente, hacen sus encargos para Reyes Magos”.
En sintonía se pronuncia Manuel. “En Ciudad Real siguen ganando los Reyes Magos” y puede, que ésta, sea la última generación en la que lo sigan haciendo, porque los niños de los 80 conocimos a Santa de rebote y hasta en el colegio recibimos su visita, pero los amores de verdad, duran toda la vida, y nosotros se lo juramos a los Reyes de Oriente, por la alegría de ir a visitarlos a las carpas municipales, por el brillo de nuestros ojos cuando lanzaban caramelos en la cabalgata y los mayores se disfrazaban de soldados para cogerlos y por esas noches mágicas, donde no queríamos dormir, y con llegaba el agotamiento se producía la magia de los regalos.
Ojalá nunca se pierda esa magia y todos los niños puedan sentirla, sea en el momento que sea, porque es ahí, en ese lugar donde la sientes, es donde se acomoda la infancia y los recuerdos que permanecen para el resto de nuestros días.