Reclamar la igualdad en coalición con la sociedad civil, para que las calles de Castilla-La-Mancha “se tiñan de morado”, y visibilizar la fuerza de las mujeres, “columna vertebral” ancestral del desarrollo de las culturas, a través de nombres referentes del periodismo, el arte, la música, el voluntariado o el activismo son los ejes que protagonizarán las actividades programadas por la Consejería de Igualdad de cara a la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Su titular, Blanca Fernández, defiende en esta entrevista las políticas con poder transformador que permitan a las mujeres seguir siendo ‘Imparables’, tal y como reza el lema de su campaña institucional. En pocas palabras resume los avances de las mujeres: “en 1910 conseguimos el libre acceso a la universidad, en 1931 se reconoció el derecho al voto para las mujeres, en el 80 pudimos conducir un coche sin permiso de los padres o maridos, ¿No te parece increíble? Nos toca seguir luchando con nuestro presente para conquistar el futuro, el futuro de mujeres imparables”.
PREGUNTA.- ¿Qué mensaje va a trasladar este 7 de marzo en el acto institucional que se celebrará en Ciudad Real a través de las mujeres que van a premiar? ¿Qué les une a todas?
RESPUESTA.- Les une que son mujeres muy luchadoras, que destacan en sus ámbitos y además están muy involucradas en la lucha por la igualdad. Lo que queremos con estos reconocimientos es ejemplarizar, que sirvan de ejemplo, estímulo, modelo, o de idea para otras mujeres y para la sociedad. La periodista Ana Requena hace un trabajo periodístico que anima a los compañeros a implicarse en el tema de la igualdad y con perspectiva de género, la ONG Opañel hace una labor importantísima en el tercer sector y las mujeres a título individual en cada provincia son también ejemplo para estimular al resto de mujeres. La creación de referencias es uno de los factores esenciales del Día Internacional de la Mujer, para que las mujeres puedan verse reflejadas en quienes han tenido y tienen un papel en el avance hacia la igualdad.
P.- ¿Reconocimiento especial es el Premio Internacional ‘Luisa de Medrano’ para reconocer la trayectoria de personas u organizaciones destacadas en la lucha por la igualdad a nivel internacional, no?
R.- Es un premio de ámbito internacional y es de los más prestigiosos a nivel nacional, al que se puede presentar cualquier persona con una trayectoria feminista solvente y reconocible, que tenga publicaciones y sea una persona realmente con peso intelectual dentro del mundo del feminismo. Hemos premiado a gente muy reconocida como la de este año Carlota Bustelo, referente del feminismo cuyo trabajo ha contribuido a impulsar políticas igualitarias y a elevar a las mujeres a los principales puestos de responsabilidad de las instituciones. Buscamos una figura muy potente intelectualmente en el ámbito de la igualdad. El galardón es necesario en unos momentos en los que hay sectores que están atacando el feminismo, un movimiento que siempre ha sufrido embates. Cuando las sufragistas luchaban por el voto femenino se las vilipendiaba e insultaba, y cuando se peleaba porque las mujeres entraran en la universidad también. En España, no hubo universitarias hasta 1872 y sólo podían hacerlo con un permiso del Consejo de Ministros. Hasta 1910 tenía que reunirse el Consejo de Ministros para dar autorización a las mujeres que querían estudiar en la universidad. Y hasta 1976, las mujeres necesitaban permiso de sus maridos para tener carnet de conducir, abrir una cuenta en el banco o pedir un crédito. En los últimos 40 años hemos avanzado mucho, pero todavía tenemos retos por delante, y en el momento en que paremos, retrocedemos. Por eso, nuestro eslogan es ‘Imparables’. Jugamos con esas dos ideas: seguir luchando porque en el momento en que paremos, volvemos atrás por las amenazas que sufrimos.
Por ello este premio se instauró en 2016 con nombres que hablan por sí solos como Soledad Cazorla Prieto a título póstumo -fue la primera fiscala al frente de la Fiscalía especialista en materia de violencia sobre la mujer- (Cifuentes, 2016), Marcela Lagarde -antropóloga e investigadora mexicana, autora de numerosos artículos y libros sobre género, feminismo y democracia- (Albacete, 2017), Miguel Lorente Acosta -fue delegado del Gobierno para la violencia de género en la segunda legislatura de Zapatero- (Tomelloso, 2018) y Amelia Valcárcel -catedrática de Filosofía Moral y Política, segunda mujer en pertenecer al Consejo de Estado, jurado de los Premios Príncipe de Asturias, y autora de libros de filosofía y ética- (Guadalajara, 2019).
P.- ¿Cree que de alguna manera se debilitan las reivindicaciones del 8 de marzo al no haber convocatoria de huelga laboral?
R.- La huelga tiene su sentido, que es que si las mujeres paramos, se para el mundo, que fue el lema de 2018. Las mujeres nunca paramos porque nos han educado para no parar, pero si paráramos un día de verdad y tomáramos conciencia, muchos hombres tendrían que meterse inmediatamente en la casa porque quién cuidaría de esas personas dependientes que no puedas abandonar ni un solo minuto, de esos bebés, de esos niños o de personas con distintas circunstancias que atienden las mujeres. Somos la columna vertebral que aún siguen sujetando la sociedad y, en ese sentido, la huelga sí tenía sentido. Pero las manifestaciones también darán una respuesta contundente a los discursos fascistas y muy machistas que pretenden que volvamos a casa con la pata quebrada. Y por eso quiero hacer una llamada de atención para que se incorporen la inmensa mayoría de las mujeres y a ser posible de todos los hombres que quieran, porque al final la lucha por la igualdad es de todas las personas. Es verdad que ese día se tienen que visibilizar las mujeres, con un papel principal y los hombres no tienen que ‘usurpar’ su visibilidad, pero ellos nos deben acompañar, porque la lucha por la igualdad debe ser compartida.
P.- Las huelgas feministas, sobre todo de 2018 y 2019, han habilitado un tejido feminista en ciudades y pueblos más grandes, pero hay núcleos rurales donde el mensaje ha calado menos. Han surgido colectivos como Feministas de Pueblo ¿Qué mensaje da de cara el 8M para esas realidades muy presentes en la región?
R.- Es un día para reivindicar a los nuevos colectivos y a las zonas rurales, en la medida en que hay menos servicios, aunque el Gobierno regional se empeña permanentemente en mantener abiertas las escuelas rurales, los puntos de atención continuada, los servicios de ayuda a domicilio, y el sistema de la dependencia. Es verdad que las mujeres que viven en las zonas rurales tienen menos posibilidades de acceder al empleo, porque hay menos oportunidades laborales y son sectores tradicionalmente masculinizados. Por eso, el Gobierno de Castilla-La Mancha aprobó hace pocos meses el Estatuto de las Mujeres Rurales, precisamente para impulsar esa igualdad y contribuir a que las mujeres tengan también su papel relevante.
P.- En los últimos días ha habido nuevos casos de asesinatos de mujer por violencia de género, ¿qué pasa para que estos ataques no cesen?
R.- Los casos de violencia de género siguen siendo un problema enorme, es estructural porque la violencia machista está basada en la desigualdad. Si no existiera esa desigualdad se darían otros tipos de violencia. Creo que hay un repunte en este momento y se debe a unos discursos reaccionarios que hacen que los machistas cojan fuerza, se empoderen a los maltratadores y debiliten a las víctimas sometidas la violencia machista. Es una reflexión que hay que hacer en serio.
P.- Afortunadamente, en Castilla-La Mancha se atienden a los menores víctimas.
R.- Se atienden a través de dos programas. Uno está dirigido a los que se han quedado huérfanos de madre por asesinato machista, con el fin de que no tengan que depender de sus padres asesinos. Son ayudas complementarias a las del Estado. Y además tenemos un programa de asistencia y terapia psicológica para las criaturas menores de edad que son víctimas indirectas de violencia machista, que la sufren porque su madre la sufre. En la actualidad tenemos 300 menores atendidos y la terapia es muy buena y muy necesaria. Hay un hándicap, que es cuando esos niños y niñas tienen las visitas de sus padres maltratadores y vuelven a recaer. Esa herida nunca se cierra. Por eso la reflexión que hago desde la Consejería para que se cambie la ley y que aquel padre que sea maltratador condenado en firme no pueda tener la custodia de sus hijos, porque un maltratador nunca puede ser un buen padre.
P.- Para erradicar este tipo de violencia, usted insiste en un necesario cambio de mentalidad de la sociedad a través de una apuesta decidida por la educación en igualdad. ¿Es así?
R.- La pelea de fondo es la igualdad efectiva en varios ámbitos. Hoy hay muchos discursos que nos están diciendo una verdad a medias. Legalmente las mujeres tenemos los mismos derechos, pero lo cierto es que la configuración de la sociedad hoy en día hace que las oportunidades para la mujer no sean las mismas y que la igualdad material no se haya conseguido. A mí me gusta más hablar de brecha laboral que salarial, que demuestra que las mujeres cobramos en términos generales un porcentaje menor en relación a los hombres, un 22 % menos en España. Se debe esencialmente a que tenemos mayor parcialidad y menor estabilidad, y además accedemos menos a los puestos directivos y de responsabilidad. La carrera profesional en algún momento se ve truncada y casi siempre tiene que ver porque la mujer asume la carga del cuidado de los hijos, de las personas con dependencia o las labores del hogar. Hoy en España, las mujeres que trabajan fuera de su casa dedican el doble de horas a los cuidados que sus parejas. Es un gran hándicap y eso es lo que tenemos que explicar muy bien para evitar que la gente se confunda cuando oyen determinados discursos que dicen que las feministas son unas exageradas, o son feminazis. La igualdad no es plena, hay muchas barreras que las mujeres tenemos que superar.
P.- A pesar de años de políticas de discriminación positiva, los datos siguen plasmando niveles poco paritarios en las empresas, con un 23% y muy lejos del 40% de mujeres en los consejos de administración.
R.- Eso es brecha salarial y laboral. En la medida en que te dedicas a la crianza con contratos parciales o jornadas reducidas hacen que se trunque la carrera profesional e imposibilite el ejercicio de un puesto directivo. Si nos vamos a las universidades públicas, vemos cómo titulan más las mujeres que los hombres y sin embargo solamente hay nueve rectoras. En España apenas el 21% son catedráticas, y en el mundo de la investigación un 39% son mujeres, pero los jefes de equipo suelen ser hombres. Las mujeres trabajan en los cuidados de las criaturas y de los mayores y es un trabajo que no está remunerado ni valorado socialmente. Las mujeres han sido durante siglos la columna vertebral de la sociedad, se ha construido a su espalda. En las últimas décadas los hombres se han incorporado a las tareas del cuidado pero el reparto no está distribuido de manera igualitaria. Debería ser así para que la sociedad sea más justa y ellos disfruten más del privilegio que supone ser padre, hijo y nieto. Igual que nosotras podemos disfrutar de ese privilegio que supone tener responsabilidad fuera del hogar. Todo está relacionado.
P.- El Gobierno regional está impulsando la Ley LGTBI, qué objetivos tiene? Y por otro lado, ¿qué opina de las corrientes feministas que critican que la mujer deje de ser el objetivo político de las políticas de igualdad?
R.- La lucha feminista es por la igualdad de oportunidades efectiva de las mujeres, y dentro de eso hay de todas las orientaciones sexuales. Por su parte está la lucha del colectivo LGTB, en la que hay mujeres y hombres, y se centra en el respeto a la diversidad. Son luchas que a veces se tocan pero que no son la misma, porque el reconocimiento y el respeto a la diversidad tiene que seguir vigente y libre en pleno siglo XXI, y lo del derecho de las mujeres también. Son dos caminos que discurren paralelos y que a veces chocan, y a veces se unen dependiendo de la causa del momento. En la actualidad nuestro equipo está redactando un borrador para la ley en defensa de los derechos y garantías de estas personas.
P.- ¿También tenían previsto modificar la Ley de Igualdad?
R.- Sí, fue una ley muy avanzada en su momento pero tiene que adaptarse a nuevas nomenclaturas y nuevos retos. El objetivo es que incorpore nuevas cuestiones.
P.- ¿Y cómo va la inmersión en el lenguaje inclusivo, tanto dentro como fuera del Ejecutivo regional?
P.- No es tan fácil porque las personas estamos educadas en el lenguaje de género masculino y es complicado cambiar. A mí misma me es más fácil cuando escribo que cuando hablo. En el Gobierno tenemos unidades de género en todas las consejerías. Una de las funciones que tiene para garantizar que la perspectiva de género es cuidar el lenguaje inclusivo, tanto dentro de las comunicaciones a los medios, las resoluciones, las convocatorias o las subvenciones. Aunque hay personas que defienden que el lenguaje no es importante yo defiendo lo contrario, porque lo que no se nombra no existe y durante demasiado tiempo las mujeres no hemos estado visibilizadas en el lenguaje.
