La Delegación Diocesana de Migraciones del Obispado de Ciudad Real y el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha tienen un objetivo común: visibilizar y sensibilizar sobre la trata de mujeres, un fenómeno que preocupa por la normalización de la conducta y el aumento del consumo de prostitución (trata) entre los jóvenes.
Ambos organismos junto a la subdelegación del Gobierno, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Ciudad Real han compartido mesa redonda con la religiosa adoratriz Ana Almarza, directora del proyecto Esperanza que apoya a mujeres que logran salir de las mafias; Mar Fran Sánchez, directora de la Sección de Trata de la Conferencia Episcopal y Fátima Mondéjar, presidenta de la Plataforma Abolicionista de Ciudad Real.
Todas a una contra la trata y con las víctimas
Por chocante que parezcan las posiciones de partida todas han expresado su sintonía en denunciar, fomentar y apoyar a las víctimas de la esclavitud del Siglo XXI, a la que la Iglesia católica y con ella el Obispado de Ciudad Real es cada vez más sensible.
En Ciudad Real el año pasado no se detectó ninguna denuncia por trata en clubes de alterne, “a los que las fuerzas de seguridad hacen un seguimiento especial”, ha remarcado la subdelegada del Gobierno María Ángeles Herreros, pero preocupa “la proliferación de pisos clandestinos”, dice, más difíciles de controlar.
La ley de Violencia de Género regional
Por su parte la directora del Instituto de la Mujer Pilar Callado ha remarcado que la principal herramienta que tiene el Gobierno regional para combatir la trata es la Ley para una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha de 2018, “que contempla la trata como una manifestación más de la violencia que sufren las mujeres”.
El Gobierno de Castilla-La Mancha también dispone de una línea de ayudas de apoyo a entidades y asociaciones con proyectos y tiene un centro en la comunidad autónoma con plazas para mujeres víctimas de trata.
“La sociedad tiene que tener claro que es una de las violaciones más graves de los derechos de las mujeres y las niñas, y las administraciones públicas tenemos que estar constantemente trabajado para evitarlo”, subraya Callado.
Más refugiados, menos migrantes económicos
La Delegación Diocesana de Migraciones ha detectado un cambio importante en las personas que emigran a Ciudad Real. “A principios de este siglo venían muchas personas de Europa del este y Sudamérica, con la crisis se marcharon muchísimos, sobre todo rumanos, y en los últimos cuatro años estamos notando el aumento de personas refugiadas, que migran por riesgo para su vida, no por necesidad laboral”.
“La Iglesia es sensible a toda esta problemática, de hecho el Obispado colabora con la Mesa para los Refugiados de Ciudad Real”, señala Julián Plaza, de la Mesa de Migraciones del Obispado, organizadores de la mesa redonda.
A la apertura de la charla han asistido también la concejala de Igualdad de Ciudad Real Ana Belén Chacón, la vicepresidenta de Igualdad de la Diputación Noelia Serrano, la delegada provincial de Igualdad Manoli Nieto y la concejala de Acción Social Matilde Hinojosa.