El reconocido economista ciudarrealeño aseguró este jueves que la desigualdad no sólo es un lastre personal y humano, sino que “no es rentable desde el punto de vista económico y político para los países”, por lo que, a su juicio, los gobiernos tienen que priorizar políticas fiscales que atiendan la distribución de la renta como un resorte “para el crecimiento económico”.
En la última conferencia de las Jornadas contra la Pobreza, organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha, que concitó un alto índice de asistencia, Ontiveros expuso las “evidencias” de la situación económica de los últimos 15 años, antes y después de la crisis.
Según dijo, la desigualdad en la distribución de la renta y de la riqueza empezó a ampliarse en 2007, antes de la recesión, aunque posteriormente ha sido demoledora “para las economías en las que el desempleo es mayor” y con más del 23% de la población en riesgo de pobreza.
El también presidente del Consejo Económico y Social de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) aseguró que estas asimetrías sociales siguen profundizándose en la actualidad, dado que la moderación salarial impide estrechar diferencias en la remuneración y en el reparto de la riqueza. Esta situación también se refuerza, en opinión de Ontiveros, por las diferentes cualificaciones profesionales y por el impacto de las tecnologías digitales.
Ontiveros apostó por invertir más recursos públicos y aplicar políticas fiscales de distribución de la riqueza, tal y como han señalado organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la OCD o el propio Banco Mundial, con el fin de garantizar una educación básica que priorice la igualdad de oportunidades a corto y medio plazo, con la introducción eventual de una renta mínima que permita a la gente que está que rozando el umbral de pobreza “tener condiciones mínimamente dignas”.
De lo contrario, las consecuencias serán “un aumento de la pobreza y de la desigualdad”, frente a economías del norte de Europa que con menos desequilibrios sociales “consiguen mantener un ritmo de crecimiento económico y de empleo más estable”.
Insistió en que “es muy difícil encontrar indicadores de pobreza absoluta o relativa elevados en sociedades poco desiguales”, pues por ejemplo en Europa “una correlación estrecha entre desigualdad y los umbrales de pobreza”, estos son, indicó, más intensos en economías donde la inequidad en la distribución es alta.
Sobre la renta mínima, frente a que sea universal, “habría que discriminar en función de la situación económica y social de cada ciudadano” y así evitar la situación de exclusión, “creciente entre la ciudadanía”.