Pregunta.- ¿Cómo se toma el nombramiento de ciudadano ejemplar 2017?
Respuesta.- Me pilló de sorpresa. Nadie me había dicho nada, es más me enteré de casualidad, porque pocos días antes de la votación me llamó un amigo dándome la enhorabuena sin yo saber nada. Luego ya me enteré que Solman, la Asociación de Cofradías, antiguos miembros del Juman Club y ciudarrealeños en general. Como comprenderás estoy eternamente agradecido a ellos y al Ayuntamiento de Ciudad Real
P.- Usted es un apasionado del cine, ¿cómo surge esa pasión?
R.- Mi pasión surge a los 13 años. Hubo una película que me marcó de manera especial en aquella época, ‘Quo Vadis’, que me llamó la atención, al igual que ‘Vacaciones en Roma’. Ambas me llevaron a apasionarme por el cine. Ciudad Real entonces tenía varias salas de cine, incluso en mayo y junio del 63 llegó a tener 13 cines, ya que coincidieron los de invierno con los de verano.
P.- También es un grande del mundo del cineclub…
R.- Yo entré en el movimiento cineclubista en los Marianistas, donde fui uno de los promotores de las primeras proyecciones que se hicieron en el colegio. Ya después cuando me fui a Madrid a estudiar, fue cuando me metí de lleno en este mundo.
P.- ¿Qué pasó en Madrid?
R.- Comencé a estudiar arquitectura y al mismo tiempo, aproveché ese momento para irme a la Escuela de Cine, que entones se llamaba el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. Anteriormente a esto conocí al marido de Sara Montiel, Anthony Mann, quien me enseñó a comprender lo que era el cine. Al irme a Madrid volví a coincidir con Mann y él hizo que entrase en la productora Broston. Y ya me soplé todas las grandes producciones de Broston, ‘El Cid’, 55 días en Pekín’, La caída del Imperio Romano’, entre otros, como buscador de escenarios.
P.- ¿No intentó dar algún paso más y hacerse director?
R.- Intenté hacer una película, pero no se pudo llevar a cabo. Me la destrozó la censura del franquismo. Una experiencia muy desagradable.
P.- ¿Sobre que trataba?
R.- Era un ‘remake’ del documental ‘Las Hurdes. Tierra sin pan’ de Buñuel 50 años después, que nosotros titulamos ‘Tierra sin pan y sin vino’. Teníamos todos los permisos habidos y por haber, pero un buen día se presentaron unos policías en Plasencia (Cáceres) y nos obligaron a ir a la Dirección General de Seguridad en Madrid, donde mi compañero de rodaje y yo, pudimos ver cómo nos destrozaban los negativos. Aquello me supuso un trauma importante en mi vida y decidí volver a Ciudad Real.
P.- ¿Por qué se la destrozaron?
R.- En aquella época no daban explicaciones y, si las pedías, era peor. Pero teniendo en cuenta que ‘Tierra sin pan’ ya tuvo problemas en la República y encima, una película de la II República, que se intenta hacer 50 años después y que va por los mismos caminos…
P.- ¿Y si aquella película hubiera salido?
R.- Mi trayectoria habría sido completamente diferente. Yo vivía integrado en el cine y habría seguido mi carrera. Pero ése hecho me traumatizó, porque me demostró que no se podía hacer cine en aquella época.
P.- Entonces, vuelve a Ciudad Real…
R.- Vuelvo a Ciudad Real y en principio nada. Después me entero que en el Cine Castillo se va a celebrar una especie de festival de cine que se llamaba Festival de Orientación Cinematográfica, organizado por una asociación que se llama Juman. Cuando llego al festival, me encuentro que el que está dirigiendo el coloquio había sido compañero de la revista ‘CineStudio’, donde colaboré unos años. Entonces, yo entro en contacto con Juman y formamos un cineclub.
P.- ¿Qué tipo de películas se proyectaban?
R.- El cineclub se inauguró el 2 de febrero de 1970 con la película ‘Orfeo’. Luego se proyectaron muchas cosas, ‘Noches blancas’, películas de Rosselini… En total se hacía una proyección a la semana, con el salón lleno, con una capacidad para 100 personas o así.
P.- También fue un activo colaborador con el Cine Castillo ¿no?
R.- Sí. Los empresarios del Castillo me comentaron que era una pena que en Ciudad Real no pudieran proyectarse películas de arte y ensayo. Entonces, se me ocurrió hacer una sesión semanal en el que se emitían estas películas que sólo podían ser proyectadas si tenías autorización expresa del Gobierno, ya que Juman sí tenía dicha autorización. Entonces se pudieron ver en Ciudad Real películas que no se podían ver con normalidad. Uno de los estrenos más sonados fue ‘La naranja mecánica’ o ‘Elga’, que era una especie de documental de educación sexual, ‘La caída de los dioses’, ‘El gran dictador’, entre otras. Eso fue desde el año 73 hasta el 87.
P.- ¿Hasta cuando duró el cineclub?
R.- En el año 85 el cineclub de Juman comenzó a decaer. No cobrábamos entrada, eran asociados y llegó un momento que el cineclub no pudo sostenerse y dormimos el cineclub. En el año 90 lo despertamos y el cineclub Juman lo pasamos al Teatro Quijano, teniendo mucho éxito al principio y se nos fue echando encima y no pudimos continuar con ello.
P.- Tras tantos años dedicados al cine, ¿cree que la evolución ha ido a mejor o a peor?
R.- Ha sido abismal y rapidísima, además de a mejor. Aunque para los románticos del cine como yo, el hecho de meterte en una sala, preparar la película que viene en rollos de 600 metros y que tienes que unirla… Todo ese rito de preproyección se ha perdido, pero el cambio ha sido abismal. El cambio es positivo, aunque yo, al ser de los clásicos, me sigue gustando tocar la película físicamente, aunque también es cierto que veo más cine que nunca. A golpe de clic me puede ver todas las películas que quiera.