En la Escuela Superior de Informática de Ciudad Real de la UCLM (ESI), estos días todavía no hay demasiado bullicio. Acaba de comenzar el curso y los alumnos todavía no se arremolinan sobre la máquina que permite jugar al Street Fighter. Los pasillos están tranquilos, aunque en sus despachos se estén driblando reuniones al más alto nivel para acabar de definir estrategias donde España se juega su futuro tecnológico y donde la voz del catedrático, Juan Carlos López tiene mucho que aportar y que decir a través del PERTE Chip impulsado por el Gobierno.
Con un periodo electoral de por medio -dos si se contabilizan las municipales del mes de mayo- y un Gobierno por definir, todo parece cogido con pinzas, pese a que ya haya partidas presupuestarias comprometidas, como ocurre con el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE Chip), anunciado en el mes de julio por la ministra, Nadia Calviño, al que se destinarán 12.500 millones de euros y cuya inversión llegará avalada por la voz de los más prestigiosos expertos del país, entre los que se encuentra López.
Puntual a su cita con Lanza, saluda casi resumiendo la reunión que acaban de tener. “Acabamos de terminar. Justo hoy finalizaba el plazo y con todo el lío de las vacaciones, íbamos un poco a contrarreloj, pero aquí estamos”, se felicita, como si se hubiese quitado un peso de encima, sabiendo que han cumplido con los trámites burocráticos.
Con el aire recuperado, la primera pregunta es obvia, ¿cómo se explica qué es el PERTE para quien no sabe absolutamente nada sobre él? Toma aire y lo primero que enumera en su argumentación es el contexto.
“A nivel tecnológico, la pandemia fue un momento crítico, de repente Europa y EEUU se dieron cuenta de que dependían tecnológicamente sobre todo de Asia, porque las fábricas de chips estaban fundamentalmente en Taiwán, Corea, China y alguna en Estados Unidos, donde se mantiene cierto nivel de fabricación, pero muy poco”.
“Cualquier dispositivo electrónico lleva circuitos integrados. Cualquier electrodoméstico que antes pensábamos que sólo era mecánico, ahora ya no sólo es mecánico, ahora es electrónico y por tanto, lleva chips”. En ese contexto y siendo Europa uno de los grandes mercados del automóvil, una situación como la COVID-19, provoca el colapso y la paralización absoluta. “Se tuvo que paralizar la fabricación de coches, se pararon las plantas, con las consecuencias económicas que eso genera”.
Europa, enfrentándose a la necesidad de estar preparada para otras situaciones similares que pudiesen darse en el futuro, decidió salvaguardar sus intereses creando un plan de inversión y un programa que denominó Chips Act, de la que explica el catedrático de la UCLM, “todavía se están resolviendo cuestiones burocráticas”.
Esta legislación europea, explican en la propia web de la Comisión Europea, “reafirmará la competitividad y la resiliencia de Europa en las tecnologías y aplicaciones de semiconductores y contribuirá a lograr la doble transición digital y ecológica”.
España apuesta por el sector de la microelectrónica
Con la Ley Europea de Chips, la UE abordará la escasez de semiconductores y reforzará el liderazgo tecnológico de Europa. En total, está previsto la movilización de más de 43.000 millones de euros con los que se pretende estar preparados ante cualquier futura interrupción de la cadena de suministro.
Con los fondos de recuperación europeos, señala López, “España lo que hizo fue apostar por el sector de la microelectrónica, abarcando cuatro ejes de actuación, que buscan: reforzar la capacidad científica, crear estrategias de diseño, construir plantas de fabricación y finalmente, dinamizar la industria de las TICs”.
Con esta estrategia en mente, el Gobierno de España ha dedicado 12.500 millones de euros del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia a los semiconductores. “Es el PERTE de presupuesto más alto, porque incluye la construcción de una fábrica de chips. En España hubo ya en los años 90 fabricación de circuitos integrados, AT&T, la empresa “telefónica” americana, construyó una fábrica de chips en Tres Cantos que, en el proceso de desindustrialización acabó cerrando, pero que llegó a ser pionera”.
Del mismo modo, relata, “España cuenta con un Centro Nacional de Microelectrónica que mantiene unos niveles de fabricación a nivel de investigación, no en producción. Así, con los fondos de recuperación, una parte se va a destinar a recuperar el sector de la microelectrónica y a crear un ecosistema, que afectará también, claro está, en la Universidad”.
“Yo estudié microelectrónica en los años 80, pero conforme desapareció la industria, esos perfiles profesionales en las universidades fueron eliminándose porque no había salidas para ellos. Por ello, nuestro objetivo ahora es también recuperar esa parte docente y profesional”.
A grandes rasgos, resume, “el PERTE español tendrá dos grandes retos: crear ecosistema industrial y formar a nuevos profesionales”.
Sobre este último punto, ya trabajan las universidades. “En el mes de julio salió una convocatoria que precisamente lo que intenta es fomentar el ámbito académico porque hay pocos profesionales en estos campos. Nos encontramos con que si una empresa decide empezar a desarrollar chips para su uso en sus productos, no tiene diseñadores. Por eso, nos han pedido a las universidades que pongamos en marcha de nuevo esa formación en el ámbito de la electrónica”.
“Vamos a presentar proyectos en colaboración con empresas que permitirán por un lado la formación, con un máster específico en el ámbito del diseño y la fabricación y, por otro lado, podremos atender la demanda de necesidades de las empresas, preparando a profesionales que salgan de la Universidad capacitados para aportar desde el primer minuto”.
Por ello, dice, “estamos planteando nuevos programas formativos en el ámbito del diseño de chips basado en una arquitecturas de procesadores que se llaman abiertas, esto es, que de alguna forma lo que te permite es utilizarlas sin licencias y particularizando su uso a necesidades concretas de las empresas sin depender de un tercero”.
¿Es fácil a corto o medio plazo ser competitivos en la producción de chip?
Una de las grandes cuestiones cuando se lleva a cabo un plan, es preguntarse por los plazos de ejecución y por el tiempo que llevará tener resultados. Sobre esto último, advierte Juan Carlos López, “esto será un proceso largo”.
Tiene claro que “no vamos a notar resultados el año que viene; de hecho, de los 12.500 millones, una parte importante está pensada destinarse a construir una fábrica de chips en España que es algo súper costoso y que no se construye de la noche a la mañana”.
En este sentido, matiza, “es importante crear empresas fabless, es decir, empresas cuyos diseños de chips pueden ser fabricados por terceros: no es necesario tener una fábrica propia. El objetivo es recuperar esa soberanía tecnológica en el ámbito de la microelectrónica”.
España, lamenta, “no es ahora mismo un país de referencia, de ahí que el Gobierno apueste por un PERTE tan importante, con el objetivo de conseguir ponernos a un nivel equivalente al de países de nuestro entorno, recuperando una industria que hace años se tuvo y contribuyendo así a la soberanía tecnológica europea”.
Objetivo: acabar con la dependencia tecnológica
El pasado mes de julio, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, presidía la reunión constitutiva del Grupo de Expertos del Proyecto Estratégico CHIP para trazar las líneas de trabajo del proyecto estratégico de microelectrónica y semiconductores en España.
Para hacerlo realidad, se constituyó un grupo de once expertos de reconocido prestigio, asegurando la coordinación y efectividad de las inversiones y actuaciones que se desarrollarán con el PERTE Chip, compuesto por profesionales representantes del ámbito empresarial, académico y científico, entre los que se encuentra Juan Carlos López.
Junto al él, componen el comité de sabios, Mayte Bacete, directora general de MaxLinear Hispania; Luis Fonseca, director IMP-CNM (CSIC); Ignacio Herrera, director de Proyectos, Aviónica y Sistemas Avanzados en SENER Aeroespacial; María Luisa López Vallejo, catedrática de Tecnología Electrónica (Universidad Politécnica de Madrid); María Marced, presidenta de TSMC Europe; Antonio Núñez, ex director del Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada de Canarias; Lluís Torner, director del Instituto de Ciencias Fotónicas; Teresa Riesgo, secretaria general de Innovación (Ministerio de Ciencia e Innovación); Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center. Centro Nacional de Supercomputación y Ezequiel Navaro, CEO de Grupo Premo.
Serán ellos los encargados de definir el futuro estratégico del mercado de los chips en España, que como tantos otros sectores, necesitarán del respaldo político que crea en las posibilidades de un sector estratégico que para recuperarlo necesitará de fondos y de creer que la fórmula I+D+I, siempre da como resultado, un futuro más estable.