Por cuarta vez en la dilatada historia de su hermandad, fundada en 1942 por iniciativa de Elías Gómez Picazo, junto con un grupo de entusiastas jóvenes de Acción Católica,-que durante los primeros años procesionó con una imagen de Cristo Crucificado, -bajo la advocación de Cristo de La Misericordia, que actualmente se venera en la capitalina Parroquia de San José, Obrero-, y obviamente por las adversas condiciones meteorológicas, se suspendió en la madrugada de este Jueves Santo la Procesión del Silencio, en nuestra ciudad.
Otro año habrá que esperar, aproximadamente, para ver en nuestras calles y plazas los estrenos que estaban previstos para este 2019; otro año, es de augurar desde la ilusión y la esperanza, para que el desánimo, el pesar,… de los hermanos del Silencio se torne alegría en sus rostros. Y es que parafraseando al rey Felipe II, no se puede luchar contra los elementos.
Pasadas las tres y media de la madrugada, una vez tomada la decisión definitiva, se abrieron las puertas del templo parroquial de San Pedro, Apóstol, franqueando la entrada a cuántos fieles, -varios centenares cómo es habitual-, quisieron acceder al mismo, quienes al modo de otras veces, aguardaban con gallardía y estremecedor recogimiento, en las inmediaciones del recinto sagrado.
Unos minutos más tarde, -tiempo que la mayoría aprovechó para realizar sus instantáneas de recuerdo-, comenzaba el ejercicio del Santo Vía Crucis dirigido por Jesús Álvarez, sacerdote de dicha parroquia que este año había sido elegido previamente para tal menester. Las “estaciones” fueron intercaladas con distintos cantos litúrgicos alusivos a la realidad histórica del camino de Jesús hacia la Cruz.
Pensando en las cofradías y hermandades que aún restan por realizar su estación de penitencia, serán los días siguientes, jornadas en las que fieles, costaleros, portadores, directivos,… habrán de mirar esperanzadamente al cielo. Cómo diría el castizo, ¡que sea lo que Dios quiera!