Sentadas en corro, mirándose cara a cara con el alma al frente, personas muy diferentes por edad y estilo de vida, con prácticamente un único punto en común, se abren entre sí y se apoyan para levantarse juntas tras tocar fondo por sus problemas de adicción a sustancias.
“Todos son diferentes, pero comparten una carencia de cariño espectacular, tanto el hombre de 60 años como el chaval que apenas es mayor de edad. Cuando vienen aquí se les respeta, se sienten respetados y queridos. Sienten que gente con una situación similar a la suya se preocupa por ellos, les dan ánimos y siempre hay una sonrisa…”, explica Esteban Díaz, terapeuta especializado en adicciones en Proyecto Hombre en Ciudad Real, que destaca que este buen ambiente de respeto, atención y cariño lo generan los propios participantes en estas sesiones terapéuticas. Es fundamental para el éxito de la terapia para el abandono total del consumo de sustancias y una efectiva rehabilitación y reinserción socio-laboral que les permita recomponer sus vidas.
En sus 23 años de historia en la provincia de Ciudad Real, su programa ambulatorio de reinserción ha ayudado a casi 900 personas. Sus primeros 22 años lo hizo desde Daimiel y desde enero de 2023 en Ciudad Real, donde en su primer año atendió, en sus distintos programas, a 119 personas.
Traslado a Ciudad Real
“El traslado a Ciudad Real era una ilusión que teníamos. Queríamos tener un programa ambulatorio aquí para que hubiera uno en cada capital de provincia de la región. Se dio la circunstancia de que finalizaba la cesión de la casa que teníamos en Daimiel y vinimos a Ciudad Real”, detalla Díaz, que recibió a Lanza en la nueva sede de Proyecto Hombre, en la Avenida Pío XII, 12, un centenario inmueble que acogió en su día estudios de Enfermería y después fue propiedad del reconocido cirujano Rafael Ruiz.
Allí desempeñan una intensa labor Esteban Díaz y la también terapeuta especializada en adicciones María del Carmen García y la psicóloga Miriam Rodríguez, ayudando en este momento a unas 80 personas con adicción a sustancias, en su mayoría hombres de entre 22 y 40 años consumidores de cocaína.

Fin al estigma de los años 80 y 90
Esteban Díaz desea que la sociedad desligue la imagen de la actual labor de Proyecto Hombre a la que se le vinculó en los años duros de la heroína en los 80 y 90, al enfermo de VIH. “Eso ha cambiado tremendamente, tú aquí vienes una tarde y ni distingues quién es el terapeuta; hay abogados, empresarios, hay todo tipo de perfiles”, apunta Díaz, que detalla que el programa ambulatorio está diseñado para personas que mantienen aún una buena situación familiar y laboral y es de clase más o menos media, principalmente consumidor de cocaína, con un perfil estructurado y sin deterioro cognitivo, ni físico importante.
Adicción
En un perfil genérico, podría decirse que entre los 14 y 15 años comienza consumo y adicción a sustancias como el hachís o marihuana y el alcohol para, unos años después, dar el salto a la cocaína, pastillas y otras drogas de síntesis. Al respecto, cada vez es más baja la edad de salto a este último tipo de sustancias. “Ahora se nota que son más ‘valientes’, más irresponsables y, además, tienen acceso”, indicó Esteban Díaz, que lamentó que “ahora quieren ser rápidos para probar todo”.
¿Y dónde surge la adicción? “Una adicción comienza cuando alguien en su vida, en su interior, no es lo suficientemente feliz, por lo que sea, porque tiene complejos, dificultades, traumas o una angustia personal que le impide ser feliz. Esta situación, en épocas como la preadolescencia genera mucha inseguridad, ambigüedad y sentimientos de no encajar”. Si en ese momento se cruza una sustancia, ya sea el alcohol, una droga e incluso internet y les aporta todo lo que desearían tener y no tienen, germina la adicción.
Como explica el terapeuta de Proyecto Hombre, “sienten que esa sustancia hace frente a la falta de afecto que sienten, a sus inseguridades y sus pocas certezas; les anestesia y ven como todo eso que les duele y les acompleja se va, se va el dolor y sienten valentía para afrontar situaciones de la vida a las que antes no se atrevían”.
“Cuando necesitan agarrarse a esa sustancia para vivir es cuando empieza a producirse la adicción”, explica Díaz, quien apunta que muchas veces los problemas vienen de antes. “Hay gente que desarrolla la adicción a los 20 años, pero a lo mejor ya llevaba fastidiada desde los 12, porque sufrió bullying en el colegio o en el instituto se sentía diferente o inferior… es un proceso de autoestima baja y complejos que se soporta y soporta hasta que llega una sustancia que hace desaparecer esos problemas”.
Sin embargo, lo que sienten como una solución, no lo es. Al contrario, se genera un nuevo problema: la dependencia de la sustancia para mantener un bienestar ficticio.

Tocar fondo
En este punto entra en escena Proyecto Hombre, abierto a ayudar a aquellas personas que han tocado fondo, así como a menores derivados de instancias judiciales para la atención de sus adicciones.
“Cada persona tiene su tocar fondo, hay muchas causas”, explica Esteban Díaz. La decepción provocada en la familia, en sus padres, matrimonio, su mal papel como padre, el sentir que pierde a su familia, a su pareja, así como la ruina económica real, son los chispazos que llegan al afectado para vislumbrar que “tengo que parar porque estoy perdiendo más de lo que gano”.
En este sentido, el terapeuta siente que una gran mayoría acude a terapia al sentirse “amenazado”. Amenazado de tener que irse de casa, amenazado de ser abandonado… “A nosotros no nos importa el motivo por el que vengan, para nosotros el reto es que quieran venir y desde el primer día entiendan que les puede venir bien”.
En este sentido, la primera reunión a la que asisten derrumban los prejuicios con los que acudían al esperarse esa imagen de Proyecto Hombre asociada a la heroína de los años 80. Además, poco a poco sienten que “avanzan” y se sienten cada vez mejor.
El tratamiento con todos es el mismo: charlar, abordar sus dificultadas y entender no el por qué se consume, sino para qué. “Es la pregunta más contundente y clarificadora que podemos hacer aquí: averiguar para qué consumes”. Es un paso de gigante cuando se es consciente de esta circunstancia y permite a la entidad profundizar en la ayuda, guiando al afectado para que sea feliz consigo mismo, se quiera.
Tres fases
El programa ambulatorio de Proyecto Hombre cuenta con tres fases, de seis meses de duración aproximadamente cada una de ellas: integración, desarrollo personal y autonomía. La primera aborda la resocialización y trabaja la eliminación de todos los mecanismos de defensa que se construyen en torno a la sustancia: la mentira, el engañar y engañarte, culpabilizar a otros… Mecanismos para evitar el dolor de la responsabilidad propia.
Una vez derrocados estos mecanismos, comienza la fase de desarrollo personal, en la que se trabaja de forma más intensiva en la esencia de las personas, en su forma de ser y sus características personales a nivel emocional. Por último, se entra en la fase de autonomía. Una vez que se ha aprendido quién eres, cómo eres, qué te perjudica, qué te viene bien, el usuario se va alejando del programa para vivir por sí mismo. Entonces lo que eran dos reuniones a la semana de dos horas, pasan a una semanal, a una cada quince días, hasta la superación definitiva del programa.

90% de éxito
La tasa de éxito del tratamiento de Proyecto Hombre es muy elevada, con un 90% de usuarios que logran acabar con sus adicciones y levantarse de nuevo para afrontar la vida con una nueva visión, conociéndose más a sí mismo y más preparado. En el último año, en Ciudad Real 20 han superado el programa.
Para Esteban Díaz una clave del éxito del programa es la motivación. “Hay gente que está deseando que lleguen las reuniones, los días de espera se les hacen largos, mientras que hay otras que fallan y no asisten. Ante estos casos trabajamos para que no se desconecte y tratar de ayudarle hasta que llegue su momento ideal para abordar profundamente su recuperación”.
Otro elemento esencial es que todos los miembros de una terapia grupal estén “en la misma onda”. Para Proyecto Hombre es preferible, por resultados y filosofía, la asistencia colectiva, sin embargo, no siempre es posible. La atención a menores es individualizada, así como a pacientes que también presentan alguna patología psiquiátrica. Incluir a estos últimos en un grupo sería negativo tanto para ellos como para el propio grupo por “su desconexión de historias”.
Al respecto, Díaz ensalza “la fuerza del grupo”. Los propios usuarios generan un ambiente de respeto, atención y cariño. “Evidentemente con la crítica oportuna a lo que cada uno pudiera haber hecho mal o menos bien, pero siempre con cariño, aportando”. En este sentido, afirma que el terapeuta debe prácticamente desaparecer dentro del grupo, sólo actuar para reconducir y que todo fluya.
Por otro lado, otra labor esencial de Proyecto Hombre es el trabajo con las familias. Una hora a la semana suele haber una reunión con los familiares en donde se les orienta sobre la mayor forma de apoyar la recuperación y deshabituación de sus seres queridos. En algún caso concreto se crean grupos de familias concretas para abordar la situación particular de su entorno familiar.

Mujeres
Las mujeres sólo representan en torno al 10% de los usuarios de Proyecto Hombre. Para ellas es estigma vergonzante declararse adictas. En este sentido, Proyecto Hombre celebra como un gran éxito el poder haber creado un grupo de mujeres que está funcionando muy bien. Y es que, como indica Esteban Díaz, en gran parte de los casos había que tratarlas de forma individual porque no congeniaban en los grupos.
Otras labores
Proyecto Hombre en Ciudad Real también aborda una importante tarea de prevención en jóvenes. En los últimos meses ha trabajado con alumnos desde 5º y 6º de Primaria hasta 4º de ESO y sus familias, además de formar a sus profesores. En estas acciones se enseña a los docentes diferentes herramientas para que éstos trabajen valores y metodologías de gestión emocional con sus alumnos.
El programa contempla, igualmente, formación a los progenitores, a través de la escuela de padres, con el fin de conocer pautas a la hora de resolver conflictos y poner límites.
Este tipo de trabajo “integral” es uno de los tres tipos de prevención que contempla el programa, conocido como universal; mientras que la selectiva está pensada para atajar un incipiente coqueteo con el consumo; y la indicada, para abordar “una problemática importante de abusos de las drogas”.
Panorama actual
El panorama actual permite atisbar que el volumen de personas adictas a alguna sustancia se mantiene en la misma proporción que en los últimos años. En este sentido, desde 2020, Proyecto Hombre en la provincia de Ciudad Real atiende a unas 120 personas al año. Ahora se presenta una nueva preocupación en aquellas entidades dedicadas a la deshabituación: la presencia de fentanilo en la cocaína, lo que incrementa exponencialmente la fuerza de la adicción.
Al respecto, Esteban Díaz indica que algunos afectados le han relatado que, en las últimas fechas, tras el consumo de cocaína, han presentado síntomas muy distintos a anteriores consumos… “monos más intensos”, con una adicción muy parecida a la de la heroína, característica particular del fentanilo.
La puerta de Avenida Pío XII, 12, siempre estará abierta a toda persona que necesite ayuda. “Cuando alguien llama, le damos cita lo antes posible, escuchamos su situación y trabajamos en ella”, concluye Esteban Díaz
Escalada en el Pantano de Peñarroya
Desde el año 2000 Proyecto Hombre cumple en los centros penitenciarios de Castilla-La Mancha una labor esencial, ofreciendo tratamiento de rehabilitación a las personas con problemas de adicción que se encuentran internas en el medio penitenciario, facilitando la continuidad de su proceso en los recursos que Proyecto Hombre dispone en el medio libre.
Dentro de este tratamiento, recientemente cinco internos de Herrera de la Mancha que cumplen condena y a la vez realizan el tratamiento en Proyecto Hombre en el Módulo Terapéutico participaron en una salida deportiva. Esta salida formaba parte de un trabajo de Inteligencia Emocional basado en la motivación al cambio a través de la escalada.

Los internos acudieron al Pantano de Peñarroya, donde hicieron escalada deportiva. Los participantes pudieron disfrutar de esta modalidad y vivir una experiencia positiva que profundiza en el cambio que están realizando, trabajando competencias tan necesarias como la confianza en ellos mismo y en sus compañeros, las limitaciones, la consecución de logros y las fortalezas.