El Camarín de la catedral de Santa María del Prado ha sido el punto de partida donde, otro año más, se han congregado varios miles de personas para participar en el tradicional Viacrucis que cada noche de Lunes Santo acoge Ciudad Real.
Organizado por los alumnos del Seminario Diocesano, el culto externo ha vuelto a tener una respuesta masiva de los fieles ciudarrealeños, a pesar de la desapacible y fría noche de este lluvioso lunes. Se ha iniciado pasadas las 22 horas, ante la presencia del Cristo de la Buena Muerte, que ha presidido la manifestación de fe y ha encabezado el obispo de la Diócesis, Gerardo Melgar.

El Víacrucis Penitencial se ha desarrollado en cuatro grupos de personas que, con gran recogimiento y devoción, han ido rezando de manera escalonada las catorce estaciones (la última todos juntos de vuelta dentro de la catedral) del ejercicio religioso en un recorrido por el centro de la ciudad.
El primer grupo que ha iniciado las oraciones, cantos con música, meditaciones y reflexiones en base al relato de la vida y muerte de Jesús ha correspondido al compuesto por los adscritos a las parroquias de San Pedro, Los Ángeles y El Pilar, al que han seguido los de las parroquias de Santo Tomás, San Juan Bautista y San José, en segundo lugar. El tercer grupo ha sido el de los cristianos de las parroquias de Santiago, San Juan de Ávila y La Merced, y el cuarto, que acompañaban al titular de la Hermandad del Silencio, eran los de San Pablo y el seminario diocesano.

El trayecto recorrido por los fieles ha sido el habitual de los últimos años, pasando por las calles Prado, Camarín, Caballeros, Estación Vía Crucis, Toledo, Calatrava, Paloma, Ruiz Morote, Ramón y Cajal, Plaza del Pilar, General Aguilera, Bernardo Mulleras, Reyes y Paseo del Prado, hasta volver a la catedral
El Cristo de la Buena Muerte ha sido portado por hermanos del Silencio, que han llevado guantes blancos para preservar la imagen restaurada recientemente. Ha discurrido en la cuarta agrupación, que ha cerrado el viacrucis y que ha contado con la máxima autoridad de la iglesia diocesana en la provincia de Ciudad Real.

El Cristo de la Buena Muerte es una imagen de Jesucristo crucificado con la cabeza inclinada hacia delante a punto de expirar, realizada por los escultores José María Rausell y Francisco Lloréns en el año 1947. Volverá a salir a la calle la madrugada de Jueves Santo en la popular y transcendente procesión del Silencio, que saldrá de la Parroquia de San Pedro.
En todos los grupos se han entonado composiciones tan habituales como ‘Perdona a tu pueblo’, ‘Alma mía, recobra tu calma’, ‘Pueblo mío’, ‘Juntos como hermanos’ o ‘A ti levanto mis ojos’, y han estado acompañados por los sones de guitarras, que han llenado de hermandad y contemplación a los participantes, que se han hecho uno al final dentro del templo catedralicio.