A las ocho y media de la tarde comenzaba la Eucaristía, a la que asistieron centenares de fieles, concelebrada por Francisco Guerrero, titular de esta comunidad parroquial de San Juan Bautista, y Lorenzo Navarro, párroco de la de San José Obrero, igualmente de Ciudad Real. La parte musical corrió a cargo del coro parroquial, y a ella asistieron Francisco Cañizares y Ana Muñoz, concejales del Grupo Popular de nuestro consistorio.
Acertado estuvo Francisco Guerrero en su breve pero impactante homilía. Desde la pregunta ¿Qué va a ser de este niño, porque el Señor está con él?, que escuchábamos en los textos bíblicos propios del día, venía a decir Guerrero que nos lleva a celebrar la esperanza que nace con un niño, a ver que Dios actúa desde lo sencillo. En Juan encontramos el modelo de fidelidad al Padre. En otro momento de su intervención nos invitaba el sacerdote a caer en la cuenta de que a veces creemos que hemos “domesticado” a Dios, intentando hacer un Dios a medida y conveniencia nuestra.
Debemos pedir, -invitaba a hacerlo el predicador-, por nuestra conversión radical, respondiendo a la llamada a ser cristianos hasta las últimas consecuencias. Debemos ser, así concluía, testimonio de la misericordia divina.
Procesión
A la conclusión de la celebración litúrgica, -sobre las nueve y media de la tarde-noche, comenzaba el desfile procesional con la imagen del Precursor, adquirida hace unos treinta años por los vecinos del barrio, que colaboraron en la medida de sus posibilidades, cómo nos recordaba su presidenta, Rosario Ruiz.
Tras la Cruz de Guía e insignias de la entidad religiosa, aparecía una notable representación de la Hermandad de la Virgen de La Cabeza, a cuyos miembros sucedía el estandarte guión de la de San Juan Bautista. Tras éste marchaban dos filas de fieles llevando cirios, precediendo al trono, portado a un hombro por dieciséis señoras y señoritas, al que acompañaban dos tambores para marcar el ritmo de marcha. La presidencia religiosa la ocupaba el cura párroco, el referenciado Francisco Guerrero.
Durante su recorrido por las calles Camino Viejo de Alarcos, Cuba, Perú, Méjico, y de nuevo Cuba y Camino de Alarcos, la imagen de San Juan Bautista, en escayola, resplandecía en su trono que presentaba un cuidado exorno floral a base de margaritas, -amarillas y blancas-, y rosas, en tono blanco, -en rememoración del martirio-, donadas por una devota. El retorno al templo de salida se producía hacia las once de la noche.