Por ello e inicialmente motivado por la relevante figura del Maestro Navas, el también docente Luis María Sánchez Ciudad ha elaborado un libro en el que da a conocer quienes fueron estas significativas ‘Personalidades del siglo XIX’, algunas de las cuales, cuatro en concreto, dan nombre a calles de Aldea.
Una semana después de la presentación del libro publicado por C&G Ediciones en la propia Aldea del Rey, el salón de actos del Museo López-Villaseñor se llenó para su puesta de largo en Ciudad Real capital, a la que acudieron el alcalde, Francisco Cañizares, y la concejal de Educación, María José Escobedo.
La relación de estos destacados aldeanos que marcaron no sólo el siglo XIX, sino también posteriormente el XX, se corresponden con ámbitos muy diversos como el educativo con el Maestro Navas, quien introdujo el sistema métrico decimal y aplicó la metodología de que los alumnos más aventajados ayudaran al resto de sus compañeros, y su hijo, Eugenio Matías Navas, quien es el único aldeano que nombra a una calle de Madrid.
En el ámbito sanitario, están Agustín Ciudad Zapata, premio Nacional de Medicina, y Apolonio López Ciudad, que presidió el Colegio de Farmacéuticos de Madrid; en el militar aldeanos como Aureliano Naranjo Romero, que luchó en Cuba y luego regresó a su oficio de zapatero; y en el religioso el padre Jara, uno de los que “mejor han escrito sobre la Virgen del Prado” y al que hasta se le atribuye el milagro de traer las lluvias tras cinco meses de sequía; y el obispo Piñera; así como el canónigo Don Marcelo, quien tras sufrir un secuestro y ser liberado se encargó de proteger con más rejas la parte del Palacio de Clavería donde residía.

Pero también están, en el ámbito jurídico, Heliodoro Peñasco, alumno aventajado del Maestro Navas y que sufrió un trágico final; y en el cultural el médico murciano José Aceña que “trajo la Semana Santa aldeana” y formó hace más de 160 años en Aldea del Rey, así como en Granátula donde también ejercía, los Armaos, tradición que se extendería a más municipios del Campo de Calatrava.
Así mismo, hay mujeres como Enriqueta Villalón, quien en el siglo XIX “tocaba el piano, compañía canciones y tenía una cultura fuera de lo común” y son relevantes las iniciativas de dos empresarios de la burguesía catalana como Juan Miró i Multró, quien llevó de las canteras aldeanas muchos de los adoquines de Madrid, y Gustavo Oliver, propietario de la finca El Cortijilo. Ambos hicieron que Aldea tuviera, además de dos apeaderos, dos estaciones del tren de Valdepeñas a Puertollano: una para recoger los adoquines y otra el vino de El Cortijillo.
El Tío Victorino y Carlos María Isidro de Borbón, último propietario del Palacio de Clavería de sangre real, también aparecen en el libro de Sánchez Ciudad, que resaltó el alto porcentaje de universitarios de Aldea del Rey, muchos de ellos gracias a becas procediendo de familias de pastores, agricultores o guarnicioneros.

Aldea del Rey no deja de ser “el pueblo más importante de la provincia”, aseveró con cariño Sánchez Ciudad hacia el municipio del que fue alcalde, así como teniente de alcalde. “Es lo bueno, que cada pueblo se sienta el más importante. Tenemos una provincia fantástica donde la historia recorre nuestra geografía de forma extraordinaria ya que hemos sido tierra donde han pasado muchas cosas no solamente de paso”, apreció, por su parte, el acalde de Ciudad Real, cuyo abuelo, Francisco Cañizares Villalón, nació en Aldea del Rey.
Un libro como el de Sánchez Ciudad, con “la labor compleja de descubrir los personajes históricos del siglo XIX de Aldea, hace que la gente se sienta orgullosa de sus orígenes, lo cual es muy importante ya que un pueblo que no conoce donde viene, sus tradiciones y la gente que lo ha ido conformando a lo largo de los siglos es un pueblo menos fuerte. Da gusto sentirse orgulloso de donde uno es y Luis María contribuye a ello con este libro”, apuntó Cañizares, que indicó que Sánchez Ciudad “ha sido un referente de los alcaldes de la provincia del PP”, así como en el mundo de la docencia.