Así lo estimó Pavel Sidorenko, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de La Rioja, que habló en la Escuela de Pensamiento Crítico sobre desinformación y bulos, negacionismo y posverdad, en las redes sociales.
Presentado por José Antonio Negrín, decano del Colegio de Economistas, Sidorenko estimó como positiva la medida anunciada por el Gobierno de obligar a los creadores de contenidos con más de cien mil seguidores en todos sus perfiles a rectificar si ofrecen información falsa. Si se exigen responsabilidades a los medios, donde trabajan profesionales formados en el manejo de la información, “mucho más habría que hacerlo con gente que no tiene ningún tipo de rigor a la hora de tratar ni con las fuentes ni los contenidos”, estimó Sidorenko, que, no obstante, se mostró cauto ante “el verdadero efecto que pueda tener en cuanto a bajar el nivel de ruido desinformativo que impera hoy en las plataformas. Habrá que ver si realmente el Estado está encima de ello y aplica sanciones, lo que creo que podría hacer que la gente fuera más cuidadosa”.
En su intervención, en la que puso ejemplos de la tormenta de bulos sin aportar pruebas reales que se desató en torno a la supuesta presencia de cadáveres en el párking de Bonaire en Valencia, así como de teorías conspiratorias en cuanto al proyecto Haarp -iniciativa que estudia las propiedades de la ionosfera- achacándole interesadas intervenciones atmosféricas o incluso de que la Dana fue provocada, indicó que, actualmente, “hay más fake news que antes porque hay más posibilidades de poder publicar cosas. Al final, la gente, sin ningún tipo de criterio, comparte lo que le da la gana con la esperanza de hacerse famoso y tener relevancia en las plataformas”, lo cual “también viene alineado con reafirmar sus prejuicios, sesgos, pensamientos,…”
“Todo ello ha incrementado notablemente el flujo de desinformación”, al que se suman “estrategias como las de astroturfing que se vienen aplicando e incrementan el número de usuarios que comparten contenido falso”, agregó.
Esta desinformación atenta “contra las instituciones que son la base de la democracia” pero también contra la reputación de los medios y se gana dinero con ello puesto que la plataforma recompensa una amplia repercusión, apuntó Sidorenko, que se refirió a los perfiles falsos mecanizados que buscan con sus contenidos exaltar los ánimos y polarizar, y las estrategias de astroturfing y uso de campañas para sembrar una idea o desacreditar a alguien para desestabilizar a responsables políticos, generar caos y manipular tanto a la opinión pública como a nivel económico.
Las posibilidades que aporta la inteligencia artificial para construir imágenes falsas haciéndolas pasar como reales y la influencia que pueden tener las plataformas en la estabilidad de los países también fueron abordadas por Sidorenko en este encuentro, celebrado en el Espacio Serendipia, con el que la Escuela de Pensamiento Crítico culminó su temporada 2024.