Quietos, paralizados, como la liebre cuando atisba peligro. Nos hemos quedado con la mirada hierática al infinito, aturdidos pensando si esto es un sueño, más bien una pesadilla, o estamos dentro de una película de devastadoras catástrofes.
Aunque la realidad es tozuda, todavía cuesta creer lo que está ocurriendo y cómo el país entero se ha metido en casa como una tortuga en su caparazón ralentizándose prácticamente todo a la velocidad del caracol.
En el siglo XXI de la gran conectividad, el sempiterno dinamismo y la valoración de lo global y universal, inquieta tanta quietud, la peligrosidad de lo microscópico y cómo el porvenir se ha quedado en paréntesis.
Hasta las compras, caracterizadas la semana previa a la alarma sanitaria de mucho más abundantes de lo habitual, se han ‘paralizado’ en gran medida fundamentalmente en el pequeño comercio ya que la gente acude más a las grandes superficies para hacer acopio en una sola salida de todo lo necesario.

Por lo pronto, se ha cifrado en un mes el ‘retiro’ en el hogar, ya van tres semanas y son bastantes los que estiman que este confinamiento puede prolongarse más. Los que trabajan apreciann estar activos y destacan su responsabilidad con el mantenimiento de servicios necesarios para que todo vaya bien y se ataje la propagación del virus, al tiempo que viven la paradoja de estar en acción mientras su entorno está paralizado y afrontan el ‘plus’ de sobreexponerse en mayor medida a contagios.
La paciencia, de la que hacen gala precisamente muchos mayores, es una gran aliada, así como el mensaje de que con salud se logra superar todo. “Ojalá que no fuera por esto” el mayor tiempo que se está dedicando ahora a la familia, comentan quienes están disfrutando de una convivencia más prolongada con sus seres queridos en casa.
Como un “domingo infinito” o “una guerra sin tiros” ven otros esta situación y hay a quien le recuerdan las calles completamente vacías a las inquietantes estampas británicas de la ciudad cubierta de niebla sin nadie a la vista ojo avizor y donde una respiración, unas pisadas, una tos pueden hacer saltar todas las alarmas.