El juicio transcurrió con total tranquilidad en la Sección Primera de la Audiencia provincial de Ciudad Real y no acudieron familiares de ambos clanes, que siguieron los consejos de sus abogados, aunque se reforzó la presencia policial y la custodia de los procesados, que estuvieron esposados durante la sesión, excepto Ramón, que estaba convaleciente de algunas heridas.
La policía reforzó con una unidad antidisturbios el dispositivo especial que preparó para esta cita judicial, una de las más importantes del año por la trascendencia penal de los hechos, para evitar posibles enfrentamientos entre las dos familias
En el juicio, cuando estaba declarando la principal testigo del tiroteo de Diego Flores, su viuda, que lo vio todo, los procesados realizaron gestos de desaprobación de esta versión, por lo que la presidenta del tribunal les llamó la atención para que evitaran manifestarse de esa manera.
Igualmente, la magistrada calmó a la mujer que por momentos apenas podía hablar al recordar los duros hechos que vivió.
El origen del conflicto viene por la custodia de los hijos que Ramón tuvo con una chica de los Flores, con quien se casó por el rito gitano y, posteriormente, se separó.
Esta disputa llevó al primer enfrentamiento entre ambas familias en Pío XII en enero de 2013 cuando otro varón de la familia Flores recibió varios balazos del padre y hermanos Cádiz, que también los llevó al banquillo de los acusados.
Ramón Cádiz y su padre se autodeclararon culpables y aceptaron condenas de entre 4 y un año y medio de cárcel y pasaron por prisión, pero ambas familias se juraron venganza.