El confinamiento obligatorio por el estado de alarma decretado para evitar que la propagación del coronavirus siga en curva ascendente se ha topado este lunes con la normalidad a la que el trabajo obliga (aunque sea reducido al mínimo) o si se forma parte del colectivo que no puede parar estos días: tiendas de alimentación, quioscos de prensa, farmacias y otros poquísimos negocios.
El pequeño respiro de las tiendas de alimentos
Fruterías de barrio, panaderías y supermercados, este lunes con vigilancia y mejor organizados, han servido de pequeño respiro a una población cada vez más concienciada.
Fuera vergüenza: todos con mascarilla
Fuera vergüenza, en este primer día laboral en estado de alarma las mascarillas, que hace días muchos veían como una exageración, forman también parte del paisaje urbano ciudarrealeño.
Distancia de seguridad
La gente mantiene las distancias de seguridad, en las colas de supermercados y tiendas de barrio, más concurridas que otras veces, y salen a la calle de uno en uno y a actividades permitidas. Y no es por el temor a las multas, se ve, se nota la concienciación ciudadana. “Yo no he salido a la calle desde el jueves, y hoy porque tenía que comprar algo. Si todos hacemos lo que nos dicen esto parará”, explica la clienta de un supermercado.
“Hay miedo, la gente respeta la distancia se seguridad en la cola, días atrás hubo más histeria”, explica otra mujer que ha salido a hacer la compra y no tiene reparos en hablar con Lanzadigital.com, manteniendo la distancia, claro.
Por la calle, gente a lo suyo (pocos grupos, no vaya a ser que te multen, como ya ha pasado) y trabajadores desplazándose a su centro de trabajo, si no pueden teletrabajar. “Se ve que no es un día normal, pero hay movimiento y negocios abiertos”, comenta otro transeúnte que se dirige a su oficina (por la tarde trabajará desde casa).
La policía pide por megafonía que nadie salga
Solo el vehículo de la Policía Nacional recorriendo las calles del centro con la megafonía a todo volumen pidiendo a la gente que permanezca en sus casas y recordando que estamos en situación de “alarma nacional”, rompe el momento de normalidad; claro que, ¿dónde están los niños? Parques cerrados (incluso con candado, como el Manuel Marín) y áreas de juegos precintadas recuerdan que no, que no es un sueño, que esto está pasando…”¡Y lo que nos queda!”, remata otro viandante que ha salido para aclarar una duda en su centro de salud.