Pedro S.F., vecino de Francisco Seco de Herrera, el acusado del asesinato de Antonio González, otro vecino del barrio de Los Rosales de Ciudad Real, ha declarado que vio a Francisco, al que conocen como ‘Curro’, asestándole “dos o tres puñaladas” a Antonio, en el rellano de la puerta entre sus viviendas.
“Tenía un objeto en la mano, pero no sé lo que era, solo que no eran puñetazos”, ha explicado a preguntas de las partes en la segunda sesión del juicio con jurado que se sigue contra Seco de Herrera por asesinato.
Pedro, que tenía buena relación de vecindad con el fallecido, y solo de saludarse con Curro, dice que presenció la escena de casualidad. A la hora en la que pasó esto, sobre las nueve y cuarto de la noche del 29 de enero de 2020, volvía a casa del trabajo en coche cuando se topó con una estampa por la que ha necesitado ayuda psicológica: dos personas de pie y una de ellas apuñalando a otra.
«Él ha empezado primero a pegarme»
Nervioso, apenas tuvo tiempo de parar el coche en medio de la calle, e increpar a Francisco con un “Curro, Curro, pero qué haces”, a lo que el aludido replicó con algo parecido “es que él ha empezado primero a pegarme”. En esos segundos ve a Antonio como “desarbolarse” y caer al suelo (no se desplomó), y a Curro meterse en su casa.
Casi a la vez que este vecino llega descompuesto a socorrer a Antonio, tirado en la acera, otro vecino de la calle Arrayanes, el guardia civil jubilado Francisco P., que había salido poco antes de su casa a sacar al perro, llegó al mismo lugar, en su caso porque escuchó tres gritos muy fuertes de Antonio. Este testigo no vio los golpes, pero sí el resultado: Antonio en el suelo desangrándose y a Curro de pie como para meterse en su casa. Le dijo algo así “pero qué has hecho, lo has matado”, y avisó al 091.
“Madre, he matado a Antonio”
La reacción de Francisco, el presunto asesino, a la pregunta que le hizo este otro vecino fue llamar por teléfono a su madre y decirle unas palabras que todavía recuerda, “madre, he matado a Antonio, avisa a la notaria”. Lo siguiente fue meterse en su adosado, donde al poco lo detuvo la Policía Nacional sin oponer resistencia.
Una vecina dice que lo vio acechar a Antonio
La tercera testigo presencial del caso es Cristina G., la esposa del hombre que vio las puñaladas, y buena amiga tanto de la viuda como del fallecido. Esta mujer cuenta que salió a sacar a su perro y la basura sobre las nueve y cuarto, como hacía cuando llegaba de trabajar. Pero esa noche vio algo raro, a Francisco Seco de Herrera barriendo su acera, algo que le chocó por la hora y porque no había hojas ni nada. Siguió hasta el contenedor y sintió el chasquido (era muy peculiar) de la puerta de Antonio González abriéndose, entonces se fijó en que Curro se había escondido en el retranqueo de su casa y luego que se acercaba muy despacito hasta Antonio, que se había dirigido a abrir su buzón.
Pensó que se podía liar
Conocedora de la mala relación entre ambos, que ella atribuye a las rarezas del acusado, hizo para que la vieran porque según ha explicado hoy se asustó. No porque pensara que se mataran, si no porque cada vez que se juntaban discutían y se podía liar. Y eso es lo que pasó, empezaron a reprocharse cuestiones de vecindad, y la metieron a ella en la discusión.
Escondió las manos detrás delante de su vecina
La involucraron de tal forma que al final se acercó con su perro, muy grande, y que tiene la costumbre de subirse para saludar a la gente. Antonio respondió al saludo, pero le pareció raro, que Curro, aunque sabe que tiene perros, no respondiera intentando quitarse al animal con las manos, “las escondió detrás, sin protegerse del animal, que puede tirarte con su fuerza”.
Ellos siguieron aludiéndola, por una nota que ella le había metido en el buzón a Francisco para anunciarle que iba a reformar su buhardilla y harían ruido, y el otro decía que la nota la había falsificado Antonio, el caso es que se fue de allí, como le pidió Curro, y siguió el paseo con su mascota, con la que entró después en el garaje de su casa para cepillarlo.
Tres gritos “horrorosos”
Cuando estaba en casa dice que escuchó tres gritos “horrorosos” de Antonio y salió corriendo a ver que pasaba. Entonces vio a Antonio desangrándose en el rellano donde los había dejado y a su marido y otro vecino -el guardia jubilado- intentando socorrerlo, ella misma dice que se puso “histérica” e intentó llamar al 112 sin hacerse entender.
Tanto esta vecina como su marido y el guardia jubilado, que viven en esas viviendas adosadas de la calle Arrayanes desde mitad de los años noventa, han contado que Curro se llevaba muy mal con Antonio González, un prejubilado de 59 años muy popular en el barrio por sus habilidades con el bricolaje, al que todo el mundo apreciaba.
Las razones no las han acertado a decir, según Cristina, que conoce detalles por su amistad con la viuda de Antonio, una mujer delicada de salud (tiene sordera), realmente los problemas empezaron con la madre del acusado, “una mujer muy rara”. Con Curro, “el niño” , no tuvieron problemas cuando la madre se fue de allí a vivir a Sevilla y el chaval, ya un hombre, se quedó a vivir solo en esa casa.
Los “acosaba”, dicen los vecinos
Al principio parece que Francisco intentó suavizar la relación con el vecindario, pero según ha relatado luego siguieron los problemas, en especial con Antonio y su mujer a los que según esta vecina “los acosaba”.
Cristina G. ha contado que en una ocasión se rió en su cara de la mujer de Antonio por su aspecto físico, o les amenazaba con matar a su gatito como se metiera en su propiedad. Les ponía la radio a todo volumen durante días e incluso aparcaba de tal forma su vehículo para impedir que Antonio sacara su coche con normalidad de su garaje. Cuestiones por las que la Policía Local llegó a intervenir, pintando un vado entre ambas viviendas para que se respetaran los aparcamientos.
Pero nadie se imaginaba que esas “discusiones por cosas absurdas”, dice Cristina, terminarán de una forma tan trágica.

Lo detuvieron con sangre en la ropa
Para terminar de componer el cuadro de cómo murió Antonio González, con hasta treinta cortes de tijera en el cuerpo, uno de ellos un corte en la yugular, han declarado este martes ocho policías nacionales, entre ellos el inspector José Miguel Fernández Imedio, jefe de Homicidios de la comisaría de Ciudad Real, que ha ilustrado al tribunal de las circunstancias de la detención: en su casa, sin oponer resistencia y con las ropas y las alpargatas (en especial una ellas) empapadas en sangre de la víctima.
No declaró cuando lo detuvieron
También que Francisco Seco de Herrera, que el lunes se explayó contando su versión de lo ocurrido, no quiso declarar ante la policía esa noche. Y respecto a las llamadas a su madre y la notaria, el inspector ha confirmado que se produjeron (pidieron un oficio a la compañía telefónica), a las 21.23 horas al número fijo de su madre en Sevilla y dos llamadas más después al de la notaria.
Curro, que no se resistió a la detención de los policías del coche patrulla que llegaron primero, no tenía lesiones graves, “unas erosiones” en la cara, según han contado varios agentes. No pidió que lo viera ningún médico ni se quejó de dolor, aunque ese trámite se hizo según el protocolo de muertes violentas.

Unas tijeras de costura al lado del muerto
Las tijeras, de costura, que este martes ha podido ver el jurado (se han exhibido durante la declaración de los agentes de la Policía Científica) aparecieron al lado del muerto, que tenía “heridas muy serias”.
El «enorme» agujero de la garganta
A una agente de policía que llegó la primera, con otro compañero, a la vivienda del presunto asesinado le llamó la atención el “enorme agujero” que tenía en la garganta Antonio, al que al parecer personas con conocimientos sanitarios intentaron reanimar sin éxito.
También ha salido a colación en la declaración de los agentes la gran cantidad de sangre que perdió el herido y la huella de una zapatilla en el charco que se corresponde con el calzado que llevaba el acusado esa noche.
El responsable de la Policía Científica ha explicado que ha visto escenarios con tanta sangre en suicidios, pero entiende que una persona no se puede hacer a sí misma “tres cortes tan profundos” como los que presentaba Antonio González.
El juicio con jurado, que sigue ante la sección primera de la Audiencia Provincial por asesinato, continuará este miércoles con la declaración de más testigos. Entre ellos los policías locales que estaban al corriente de las denuncias y quejas por ruidos de Antonio respecto a su vecino.
La madre y la viuda, citadas este miércoles
Este miércoles también están citadas como testigos la viuda y la madre del acusado, además de la notaria de la familia, a la que supuestamente también informó de lo que había hecho esa noche.
Francisco Seco de Herrera, de 35 años, se enfrenta a petición de condena por asesinato de entre 20 y 30 años de cárcel. Su defensa pide la libre absolución.